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Horror: un femicida pasa el Día del Padre con su hija y quiere llevársela de vacaciones

José Manuel Zerda mató a Adriana Marisel Zambrano a golpes con un nivel de albañilería. Para la Justicia lo hizo sin querer.

18 Junio de 2017 09:31
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El 13 de julio de 2008, en Palpalá, provincia de Jujuy, José Manuel Zerda asesinó a su ex esposa, Adriana Marisel Zambrano, a golpes con un nivel de albañilería en la cabeza. Le produjo pérdida de masa encefálica. Después de haberla asesinado, se fue y dejó en la cama, junto al cadáver de Adriana, a la pequeña hija de ambos, de nueve meses. Para la Justicia, fue "homicidio preterintencional". En otras palabras, la mató sin querer. Ahora Zerda está en libertad, tiene un régimen de visitas con su hija y pidió irse de vacaciones con ella. La misma que dejó abandonada al lado del cadáver de su madre.

Adriana Marisel Zambrano, asesinada por José Manuel Zerda. 

El hecho es horroroso y vergonzante, pero nadie puede decir que Zerda no se ajuste a derecho. El problema, en todo caso, es como funciona el derecho. En diálogo con BigBangMercedes Zambrano, una de las hermanas de Marisel,  intenta transmitir la desesperación de su familia. "Zerda pidió la tenencia de la nena y no se la dieron: ella vive con su abuela materna. Pero sí le dieron un régimen de visitas de tres días por semana, y ahora mandó una carta documento pidiendo llevársela de vacaciones".

Ahora, en este momento, Zerda celebra el Día del Padre junto con su hija, la misma hija a la que dejó sin madre, la misma hija a la que dejó abandonada a los nueve meses al lado del cadáver de su madre. "Ella tiene un mambo, pobrecita en la cabeza. Él le compra cosas a la nena, celulares, ropa, para conquistarla, y al mismo tiempo le dice cosas horribles todo el tiempo".

"Mi mamá fue a la abogada de Oficina de Paridad, que supuestamente ayuda a mujeres en situación de violencia de género. La abogada le dice que vaya al Consejo de la Niñez, y en Niñez le dicen que no se puede hacer cargo. Volvió desmoralizada a Palpalá, porque no se sintió contenida. Como no le dieron la tenencia, él insiste con más días y más horarios".

Todavía no existía la figura de femicidio, pero eso no excusa lo que hizo la Justicia,que dictaminó que la mató sin querer. "La molió a palos, le rompió la cabeza con un nivel de albañil, le produjo pérdida de masa encefálica, dejó a la nena de nueve meses en la cama y para el juez fue un homicidio preterintencional. Por eso estamos sufriendo todo esto", explica Mercedes. La injusticia de ayer determina los peligros de hoy.

Mario Ramón Puig, el juez que determinó que el crimen "fue sin querer".

A diferencia de muchos otros femicidios, el caso de Marisel prácticamente no tuvo espacio en los medios en su momento. Con una sencillez que desarma, Miriam Zambrano, la hermana mayor de Adriana, explica por qué. “Como se iba a hacer Justicia, como estábamos seguros de que el culpable iba a ir a la cárcel, pensábamos que no hacía falta difundir el caso. No fuimos a los medios porque confiábamos en la Justicia, y así fue como mataron a una persona y al asesino le dieron una pena de cinco años”.  El observatorio de femicidios de la ONG La Casa del encuentro -el único intento serio hasta el momento de llevar una estadística- lleva el nombre de Adriana, en homenaje a ella, pero también a las muchas mujeres que son asesinadas sin que se entere prácticamente nadie.

Zerda era un hombre muy introvertido que parecía eludir a la familia de Adriana. En general, cuando ellos llegaban él se iba.  Sin embargo, algunos rasgos de su personalidad y de su modo de relacionarse con Adriana saltaban a la vista. Los celos, por ejemplo.

-Mi hermana vino a Buenos Aires para el cumpleaños de 15 de mi sobrina, y él la llamaba a cada rato, persiguiéndola. A cada rato Adriana agarraba el teléfono para atenderlo y al día siguiente del cumpleaños se fue, se volvió a Palpalá para no tener problemas con él. Poco tiempo después ella decide dejarlo, cuando se entera de que él tenía otra pareja: con mi hermana tenía una nena y a la vez la otra chica estaba embarazada de un varón. Adriana le dijo que no quería saber más nada. Pero él la atosigaba, la llamaba, la llamaba, la llamaba, le mandaba mensajes, uno detrás del otro, no quería saber nada con dejarla.

Miriam estaba en Buenos Aires, con sus hermanos Marcelo y Mercedes, cuando se enteró de lo que había pasado. Los tres hermanos viajaron inmediatamente para Jujuy: cuando llegaron, todavía no habían entregado el cuerpo. Entonces pudieron ver el estado en que Zerda había dejado  a Adriana.

-Mi hermana estaba muy golpeada. Él la golpeó con el nivel de albañilería, que es una herramienta de metal, y le destrozó la cabeza. Cuando la vimos estaba muy golpeada. La golpeó con el nivel de albañilería de metal y le destrozó la cabeza. Tenía traumatismo de cráneo con pérdida de masa encefálica,  contusiones en los brazos, en las piernas, el ojo morado...  Para el juez Mario Ramón Puig fue un homicidio preterintencional, es decir que no quiso matarla: que sólo quiso golpearla y su muerte fue un accidente.  No hubo Justicia. La dejaron de lado a mi hermana y también a su hija, mi sobrina, que en ese momento tenía nueve meses. Nadie hizo nada por ellas. Él ya está en libertad: a los dos años empezó a tener salidas y estuvo pidiendo la tenencia de la nena.

- ¿Por qué creen que consiguió un fallo tan benévolo?

-Porque tenía contactos en todos los lugares clave: en la política, en la policía hay un familiar de él -la mató a las 12 del mediodía y se entregó solito a las doce de la noche sin que nadie lo fuera a buscar- y hasta tiene un primo en la morgue.

Por supuesto, la familia Zambrano no se resignó a una pena tan leve para Zerda. El fallo judicial fue apelado, la apelación fue denegada y ahora el caso está en manos de la Corte Suprema de Justicia. La nena vive con su abuela materna y Zerda tiene un régimen de visitas y se lleva a su hija todas las semanas como si se tratara de un divorcio común y corriente.

-Un día, la nena dijo: Papá me dijo cómo fue.  Se golpeó la cabeza, le salió mucha sangre, pobrecita mi mamá... Sin embargo, hace una semana pasamos frente a la penitenciaría y dijo: Ahí estuvo mi papá porque mató a mi papá. Nosotros tenemos mucho miedo de que se la lleve o que le haga daño: hasta ahora no hemos detectado golpes, pero sabemos que el maltrato psicológico que ella recibe es continuo. La Justicia quiere que tenga vínculos con el padre.  A mí me dice Tía, ¿Te puedo decir mamá?, y me parte al medio. Ahora tiene siete años, está por cumplir ocho.

Alguna vez, Adriana se vino a vivir a Buenos Aires, empezó a estudiar enfermería, siguiendo los pasos de su hermana mayor, pero se enamoró de Zerda y decidió volverse a Palpalá para intentar una relación junto a él. En Palpalá trabajaba en el taller mecánico de su padre, donde se ocupaba de los asuntos administrativos. Además de la hija que tuvo con Zerda, Adriana tenía una hija adolescente de una relación anterior.

-Me da mucha impotencia pensar que mis dos sobrinas están sin su mamá, recuerdo que mi hermana siempre le decía a la más grande Hay que estudiar, hay que estudiar, porque lo mejor viene después. El sueño de ella era que su hija mayor terminara la secundaria y ahora que va a ocurrir ella no está para verlo realizado. Adriana era una chica emprendedora, siempre dispuesta a hacer lo necesario para salir adelante, ayudando a mi papá, a mi mamá, alentándote cuando tenés un problema. Para el cumpleaños de 15 de la hija de mi hermana Mercedes hizo todos los souvenirs, una cajita de hadas hermosa... Siempre te daba tranquilidad, paz, siempre fue una persona risueña de esas que que te contagian la alegría que tienen, y me la sacaron, me la sacó este hombre. Como soy la mayor la siento un poquito como mi hija, fue un pedacito que me sacaron. Te da bronca, porque el asesino está vivo y mi hermana está muerta. Mi mamá vive enrejada, casi no sale a la calle por miedo a este hombre. Una sola vez llamó a la casa de mi mamá. Yo tengo identificador. Atiendo y me dice: Quiero hablar con mi hija, y yo le dije Mirá, vos tenés que llamar en el día de visita. A mi casa no llames nunca más, eso es lo que hablé con el abogado, que no tiene que llamar y no puede venir, a la nena se la llevan su mamá, su hermana... Él tiene una restricción, no se puede acercar a la casa, pero sé si la cumple, porque puede pasar con un auto con vidrios polarizados y no te das cuenta.

Miriam encontró contención y asesoramiento en la ONG La Casa del Encuentro, de la cual participa ahora activamente.  Desde allí se convirtió en una militante para que se respeten  los derechos de las mujeres, los mismos derechos que le fueron negados a su hermana,  y para que se haga Justicia cuando esos derechos son violados, la misma Justicia que ella y su familia siguen buscando en el caso de Adriana.

-Muchas mujeres hacen la denuncia por teléfono y no les llevan mucho el apunte. Yo estoy continuamente con algunas, acompañándolas  en lo que puedo.  Hubo un caso acá en mi trabajo -Miriam trabaja en una clínica médica- de una chica golpeada: la llevo a la casa del Encuentro, veo que esté con la psicóloga, con la abogada, trato de hacer lo que puedo por las demás, lo que no pude hacer por mi hermana porque estaba acá en Buenos Aires.

-¿Qué le parece la convocatoria Ni una menos?

-Está muy bien. Los felicito a los que lo hacen. Hace mucho que se tendría que haber hecho. Hace poco, una persona que conozco a la que había golpeado la pareja, me decía “No se lo digas a nadie”...  Las víctimas siguen teniendo mucho miedo de hablar y tienen que perder ese miedo. Y los policías tienen que tomar el caso cuando alguien hace la denuncia, no le pueden decir “Vaya a violencia familiar porque no nos compete”. Cuando alguien mata a su pareja tiene que perder la patria potestad automáticamente. Cada vez que mi sobrina tiene una entrevista con la psicóloga en Cámara Gesell, sale llorando... ¿Por qué? Porque la psicóloga le dice que tiene que estar con su papá. Siempre le dice a la abuela: “No quiero ir más ahí, no quiero ir más”.

(Una primera versión de esta nota -la parte del testimonio de Miriam Zambrano- se publicó en el sitio Infojús Noticias y luego en Cosecha Roja. Lamentablemente, las malas noticias obligan a actualizarla).