05 Enero de 2023 14:19
En enero de 2020, Virginia Pérez Antonelli vacacionaba en Villa Gesell. No sabía que se verano cambiaría su vida para siempre. La joven fue testigo del brutal ataque de los rugbiers Máximo Thomsen (23), Enzo Comelli (22), Matías Benicelli (23), Blas Cinalli (21), Ayrton Viollaz (23), y Luciano (21), Ciro (22) y Lucas Pertossi (23) a Fernando Báez Sosa. Cuando la víctima quedó inconsciente, ella fue la primera en asistirlo.
Primero le hizo Reanimación Cardio Pulmonar (RCP). Después dio indicaciones para que otro lo asistiera, tomó de la cabeza a Fernando y le habló, esperando que reaccione. Sobre el ataque recordó: "Nos quedamos en la puerta y vemos que empiezan de la derecha a salir todos los policías corriendo. De repente la calle queda vacía. Por esas casualidades de la vida cuando desaparecen todos los policías empieza una pelea enfrente. Era mucha gente pegando, no sabía quién era de qué grupo, solo que había mucha gente pegando a una sola persona".
Y agregó: "Había dos personas mínimo pegándole mientras él (por Fernando) se trataba de levantar. Cuando me percaté de la situación ya se habían ido corriendo y fue cuando empecé a ver mucha gente alrededor. Me acerqué de a poco y con mis amigos vimos a un chico en el piso. Un chico estaba arrodillado al lado de Fernando y pregunté si alguien sabía hacer RCP. Como yo lo había hecho con la Cruz Roja. Me acerqué y llegaron los policías. Entre dos o tres lo hicimos. Yo les contaba la fuerza que tenían que hacer y le tenía la cabeza a Fernando".
Lo insólito es que la defensa de los asesinos, en manos del abogado Hugo Tomei, quiso invertir la carga: por ello intentó acusar a la chica de haber practicado mal el RCP y de causarle la muerte a Báez Sosa. Fue entonces que dentro del Tribunal tuvo un duro cruce con el letrado y le explicó cómo se practica el RCP.
A la salida de los Tribunales de Dolores, en la cuarta jornada del juicio, Virginia contó: “No me pidieron que reconociera a nadie. Sí me pidieron la contextura física que sí recuerdo”. Aunque en su rol de testigo estuvo muy sólida, cuando salió, se quebró y lloró. Minutos antes, estuvo cara a cara con todos los acusados, que pasaron frente a ella sin barbijo y los miro a la cara uno por uno.
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“Adentro me armé un caparazón. Igual soy una persona bastante dura. Y cuando vi que me estaban atacando, yo avisé que no les convenía atacarme por el lado del RCP porque yo tengo con qué defenderme”, explicó frente a los periodistas. Y dijo sobre Tomei: “El ataque del abogado de los rugbiers fue todo el tiempo. Había agarrado las declaraciones que había dicho después del asesinato de Fernando y la dijo palabra por palabra para ver si era todo como lo estaba diciendo. Y es imposible que pueda repetir las mismas palabras”.
Y agregó: “Después cuestionó lo que yo sabía de RCP, si estaba certificada. Me dijeron cómo se hace RCP, paso por paso, despacito. Y yo tuve que dar cátedra de RCP dentro del Tribunal”. La joven contó que intentó reanimarlo a Fernando durante muy poco tiempo y luego le dio indicaciones al policía: “Sí, cuando vi que lo estaban haciendo atolondrado, me dije que yo me iba a encargar de sostenerle la cabeza e indicándole a qué velocidad y con qué fuerza debían hacerlo porque yo lo hice poquito porque soy chiquita, y lleva mucho tiempo y hay que tener mucha fuerza”.
Por otra parte, mostró una imagen que sirve como prueba: “Además presenté una foto de mi mano llena de sangre. Tenía sangre porque cuando le sostuve la cabeza, cuando se lo llevan, Fernando tenía sangre por la patada que le habían dado”. También habló sobre el abrazo que se dio con los padres de Fernando: “La verdad es que no había tenido oportunidad de poder hablar personalmente con ellos. Yo no sabía dónde estaban ubicados. Y cuando empecé a mostrar la foto, me paré y los vi, me estaban mirando con una sonrisa, y ahí dije: 'Tengo que agarrar más coraje todavía porque están confiando 100% en mí'. Y me estaban sonriendo. Eso me dio el doble de fuerza para seguir...”. Y sumó: “No creo que se cierra una etapa hoy porque es algo que vamos a llevar en la vida todos los que tengan memoria y nos marcó para siempre”.
Sobre el comportamiento de Tomei hacia ella, la testigo puntualizó: “El abogado de los rugbiers está haciendo su trabajo. Pero como dice mi mamá, fue muy soberbio. Me miraba a los ojos y me hablaba con una actitud de que había hecho las cosas mal. Y yo no hice las cosas mal. Y realmente, por lo que hablé con los otros abogados, lo dejé en claro todo”. Y agregó: “Les di una clase de RCP gratuita ahí adentro. No tuvieron nada para reclamarme ni para contradecirme”.
También dijo: “Uno de los cuestionamientos que me hicieron fue que yo había dicho que podía ser que tenía pulso. El pulso se lo había tomado otro chico. Pero no estaba segura. Otro chico dijo que no. Lo que les expliqué es que cuando una persona está tomando el pulso y está en una situación de nerviosismo, se lo puede confundir con el propio. Entonces el pulso no es relevante para ver si hacemos o no RCP. El RCP se hace cuando una persona está sin respirar y sin conciencia. Él estaba en esas condiciones”.
En tanto, sobre el golpe que había recibido Fernando en la cabeza relató: “Tuve unos segundos de shock cuando tuve su cabeza en mis manos. Después me di cuenta que estaba muy herido. Yo le hablaba a Fernando. Le decía: 'Quedate conmigo'. Todo eso se lo dije mirándolo a la cara para que reaccionara. Pero no había respuesta. Por eso seguimos haciendo RCP. Esperaba que hiciera algún gesto, un espasmo. Pero nunca reaccionó”.
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Par finalizar, habló sobre el cruce que tuvo con los asesinos dentro del Tribunal: “Me voy tranquila porque les pude ver las caras, les pude ver las caras de asco que tenían. El primero que salió, me miró y me tiró un gestito. Eso no me lo voy a olvidar jamás en la vida. No sé quién era, fue el primero que salió (fue Ciro Pertossi), me hizo un gestito con la boca. Y yo pensé que no puede ser que este hijo de mil puta tenga ganas de hacer cara. Y se lo dije, le dije: 'Qué hijo de puta'. Fue uno de los Pertossi. Pero los miré a cada uno a las caras. Todo lo que tengo para decir es todo lo que pensamos todos. Y sobre la condena, es indiscutible que tiene que ser perpetua. Porque todos hicieron algo, todos encubrieron, todos fueron a Mc Donalds, todos acusaron a un inocente, pobre chico, entonces todos tienen algo, hayan pegado o hayan grabado. No me interesa”.
Y dijo: “Cada uno de los que nos sentamos somos la voz de Fernando. Fernando era un pibe de mi edad, sus amigos también. Tenía a su familia como yo. Era uno más de nosotros. Entonces no empatizar con esa familia, con ese adolescente que estudiaba, tenía un montón de sueños, era generoso, era solidario, ¿cómo no voy a poder empatizar?”