Una mujer agarró de los pelos y tiró al piso a la encargada del edificio por haber retado a su hija que dejó la puerta del ascensor abierta. Lo sucedido quedó grabado por las cámaras de seguridad del edificio y ambas mujeres están imputadas por lesiones leves recíprocas.
Lo sucedido ocurrió en el barrio porteño de Recoleta a mitad del mes de mayo, en la entrada del departamento ubicado en Arenales, cuando la vecina, esposa de un diplomático de un país de Centroamérica, comenzó a insultar a la portera hasta que la discusión terminó en violencia. La encargada continúa bajo tratamiento médico.
El enfrentamiento se desencadenó porque la hija de la mujer causó que ninguno de los vecinos pudiera utilizar el ascensor para subir a su departamento o salir del mismo al dejar la puerta abierta, según fuentes de TN. Dos cámaras de seguridad del edificio pudieron grabar el brutal ataque.
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La mujer, identificada por la portera como Jessica Giovana Pineda, es esposa de César Lawson, un hombre que trabaja como diplomático en Panamá. Ambos estaban presentas en la discusión. Cuando Pineda arrojó a la encargada, reconocida como Juliana, al piso, , Lawson se acercó a la víctima e intentó de ayudarla para que se ponga de pie.Sin embargo, la agresora continuaba enfrentando a Juliana, impidiéndole atajarse con las manos antes de caer al piso. Minutos más tardes, Lawson debió interponerse para que la encargada no atacara a su esposa. Juliana declaró que, desde un principio, el trato con ellos era distante: “Nos cruzamos, no me saludaron, yo tampoco los saludé. Como a veces no saludan, lo veo normal a eso”.
“Ellos bajaron a las 19.30 horas, me increparon y me dijeron que no tenía que dirigirme a una menor. Yo les pedí perdón, les dije que no sabía que su hija era menor y les pregunté por qué si era menor le dejaban abrir la puerta para que entre cualquier persona”, comentó la portera a El Trece.
Pineda respondió de la siguiente forma: “Me dijo que es capaz de hacer cualquier cosa por defender a su hija y que yo había hecho muy mal en dirigirme a ella”. Además, añadió que iban a dejar nuevamente el ascensor abierto, mientras que Juliana les aclaró que debían respetar el reglamento porque “en el edificio vive mucha gente”.
Segundos después, sucedió el ataque: “Cuando la señora me agarró del pelo y me dio un puñetazo en la frente quedé inconsciente. No me acuerdo de cuando caí y en la frente tengo un moretón y un agujero porque se ve que también me clavó la uña”, afirmó la víctima.
Juliana precisó que sufrió dos hernias en la cervical a raíz de la caída y que todavía continúa con una fuerte contusión en las piernas: “Tengo el brazo izquierdo que se adormece y rompí un montón de cosas porque se me caen cuando las agarro. Tengo dolores de cabeza por la hernia en la cervical. El viernes el psiquiatra me tuvo que aumentar la medicación porque tengo mucho miedo”.
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La encargada, que trabaja en el edificio desde hace 13 años, denunció que la ART no quiere cubrir los gastos de los estudios y que solo se hace cargo del psicólogo y el psiquiatra. Asimismo, aclara que sufrió amenazas y cartas a documento de parte del diplomático.“Él me puso un bozal legal, por eso no puedo nombrarlo, y me mandó una carta a documento. Cuando ocurrió el conflicto llamó por teléfono y habló con un policía durante 20 minutos. El policía me engañó esa noche y me dijo que si quería seguir con la denuncia penal nos iba a meter presas a mí y a la señora. Me vi obligada a firmar el acta como estaba escrita porque necesitaba atención médica”, detalló Juliana.
Después de unos días del suceso, acercó un sobre con una denuncia, los estudios de la ART y de la obra social a la embajada de Panamá junto con los videos de las cámaras de seguridad: “Les pedí que me firmen la carta que decía qué era lo que contenía el sobre. Me firmaron que lo recibieron, pero después no respondieron”.
Según Juliana, por esta razón Lawson le mandó una cara a documento: “Él dice que lo perjudiqué económicamente y psicológicamente por la carta que le mandé a la embajada”. Sin embargo, su mayor preocupación es que vive sola en el mismo edificio que los atacantes: “Me siento sola y con mucho miedo. Mi hija vive afuera, está casada y tuvo un bebé, por eso no puede volver. Es una pesadilla para mí, hay lugares en que no hay cámaras y tengo miedo de que me ataque esta gente”.
Además, se afligió por el trato que recibió por parte del consorcio: “Tuvieron una reunión, pero jamás me preguntaron cómo estaba, lo único que me preguntan es cuándo vuelvo a trabajar. Yo estoy hace 13 años en ese edificio y esta gente vino en marzo”. Y finalizó: “Ellos siguen viviendo en el mismo edificio como si nada, entran y salen. Yo tengo mucho miedo, es una pesadilla bajar de mi casa. Pedí la perimetral y el botón antipánico, pero no me lo dieron hasta el día de hoy”.