22 Enero de 2018 09:00
Ariel Alberto Ludueña permanece detenido en la cárcel de Bouwer desde que se quebró y no sólo confesó el asesinato de Abril Sosa, de cuatro años; sino que además especificó el baldío en el que había arrojado su cuerpo. Fue así como las autoridades lograron después de dos días de intensa búsqueda dar con la nena cordobesa.
Ariel Alberto Ludueña permanece detenido tras confesar el crimen.
La fiscal Claudia Palacio lo imputó por homicidio calificado por alevosía y delito sexual. La autopsia no fue concluyente: los peritos no pudieron confirmar cómo murió o si fue abusada, por lo que se aguardan nuevos estudios que permitan guiar la investigación.
Mientras tanto, Ludueña pasa sus días en una celda. No volvió a declarar ante el fiscal, pero sí habló con sus compañeros. “No me acuerdo de nada”, se lo escuchó decir. “No soy de entender mucho”, le respondió a uno de sus guardiacárceles.
Abril tenía cuatro años.
En su primera declaración, el hombre de 35 años confesó que la había estrangulado y que había abusado de la menor. El hombre era vecino de la familia, vivía en una pensión a media cuadra de los Sosa y tenía buen vínculo con el padre de Abril. De hecho, solía comer con ellos y hasta los había ayudado a pintar la casa en una oportunidad.
El crimen tuvo lugar el sábado 13, pero el cuerpo de la nena fue hallado recién dos días después. Abril se encontraba jugando en la vereda cuando, según su primera declaración, el vecino la invitó a comprar unos caramelos. Minutos antes se lo había visto comprando aros y lápiz labial. Desde entonces, nadie supo más nada de la pequeña.
El asesino se quebró tras dos horas de declaración.
En un primer momento, Ludueña aseguró que, luego de comprarle caramelos, dejó que Abril regresara sola a su casa y aseguró que había sido la última vez que la vio con vida. Pero luego de dos horas de interrogatorio se quebró y confesó el brutal crimen. Horas antes había consolado al padre de la pequeña.