Hace una semana, el lunes 9 de marzo, Zoe Cortez, 18 años, volvía del gimnasio acompañada por su hermana de 16 y un amigo en la localidad de Monte Grande, en el sur del conurbano bonaerense. Eran casi las once de la noche cuando un auto, un Renault Symbol, se detuvo y bajaron tres hombres. El video de las cámara de seguridad situadas en la calle muestran como un disparo, sólo uno, le impacta en la cabeza. Muere en ese mismo momento en forma inmediata.
Las imágenes hicieron pensar en la hipótesis de un crimen por encargo: la contratación de un sicario. Un homicidio remunerado. Pero la teoría chocaba con un dato de la realidad: Zoe era una piba de barrio, que no tenía problemas con nadie y con decenas de amigos, según su familia. No había una explicación, un móvil.
Días más tarde, el padre de la víctima dijo a los medios que en realidad la destinataria del disparo era la hermana de Zoe, la adolescente de 16, porque tiempo atrás había realizado una denuncia por violación. Si así fuera la cuestión el giro del caso era aún más dramático y conmocionante. El hombre dijo que a su hija sobreviviente le había llegado el siguiente mensaje: la bala era para vos.
Sin embargo, nunca se pudo llegar al origen del mensaje. De nuevo las redes sociales, el boca en boca, el teléfono descompuesto. Nunca se pudo comprobar la veracidad de esa aseveración y la consecuente hipótesis tan inquietante. La primera pista para comenzar a esclarecer el hecho fue el hallazgo del Renault Symbol en el mismo partido de Esteban Echeverría donde se produjo el homicidio.
Tras haber encontrado el auto, los pesquisas averiguaron que había sido robado el domingo anterior al crimen. El dueño de coche era un chofer de Uber, que había arrancado a trabajar desde la zona de Glew y que una viaje tras otro lo había llevado hasta Adrogué. Allí se encontró con una chica, quien le dijo que el viaje era para tres amigos. Al poco de subir sacaron un arma y lo dejaron en la calle.
Al pobre hombre le habían robado también el teléfono celular. Con la colaboración de Uber se pudo rastrear a la mujer que lo había contactado para pedir el viaje. Era una chica llamada Alejandra. Tras la aparición del coche del chofer de Uber, las imágenes de las cámaras permitieron identificar y detener al primer sospechoso: Nahuel, alias el cordobés, y no “el tucumano” como se había dicho en un primer momento. Nahuel declaró la semana pasada antes el fiscal Andrés Devoto y trató de despegarse del homicidio.
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Con el correr de las horas, los pesquisas se encontraron con que otra mujer había sido víctima de un robo el mismo lunes del homicidio de Zoe, a unas pocas cuadras del crimen, supuestamente por el mismo trío que había matado a las chica de 18 años cuando regresaba a su casa después de sudar en el gimnasio.
El robo del coche al chofer de Uber y el ataque a la mujer un poco antes del homicidio de Zoe, comenzaron a hacer tambalear la teoría del crimen por encargo. Demasiados cabos sueltos para tratarse de un sicario profesional. La hipótesis de la familia de Zoe se desmoronaba, sobretodo porque no había evidencias de amenazas o aprietes contra ninguna de las dos hermanas.
Cuál es por estas horas la conclusión: que se trató de un caso de mala praxis de pibes chorros. Un robo que salió mal, un arma que no se tendría que haber disparado. En el mundo del crimen generalmente la explicación más simple es la más acertada, aunque las teorías conspirativas tengan mejor prensa.
Cuando Alejandra advirtió que había movimiento policial en el barrio, tras los allanamientos que llevaron al arresto del Nahuel, se dio cuenta de que estaba en problemas. El jueves se presentó en la comisaría y el viernes declaró ante el fiscal. Entonces dijo que en realidad ella había pedido el coche por encargo de otra amiga, Candela. La explicación fue que Candela no tenía instalada la aplicación y que por eso le estaba haciendo la gauchada. Candela le contó a Alejandra que estaba acompañada por “El Chuleta”.
Según los datos de celular, Alejandra le fue avisando a Candela del periplo del coche hasta su llegada. Y después se despreocupó del asunto. Cuando se enteró del crimen de Zoe y vio que en la televisión hablaban del Renault Symbol se dio cuenta de que ese era el coche que había pedido. Primero fue a encararla a Candela: “Hija de puta en que quilombo me metiste”, le gritó. Candela también se presentó ante la policía y dijo que su hermana, Natalia, era en rigor quien le había dicho que pidiera el auto para El Chuleta.
La cuestión fue que en la madrugada del domingo la policía hizo varios allanamientos y detuvo a El Chuleta, a otro sospechoso apodado El Cabeza. Aún queda un prófugo, El Aguja, que es buscado por la policía provincial.
Los dos nuevos detenidos iban a ser indagados por la fiscalía en las próximas horas, después de que esta mañana se entrevistaron con los defensores oficiales. Todavía falta para determinar quién fue el autor del disparo mortal, pero la investigación ya está encaminada.