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La historia secreta del periodista de La Nación que mató a su pareja

Antonio de Turris fue secretario de Redacción del diario fundado por Mitre. Estaba en pareja desde hacía unos años con Claudia Servino, a quien apuñaló en su casa. Sus amigas dicen que es un típico caso de femicidio.

por Rafael Saralegui

30 Diciembre de 2015 20:13
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En la Maestría en Periodismo de la Universidad Di Tella y en el diario La Nación dicen que a los alumnos les gustaban sus clases porque combinaba la experiencia, el buen humor y la enseñanza de rigor. Sus compañeros en la redacción también tienen buenos recuerdos de él, pero los que no lo querían en los pasillos simplemente lo llamaban “Turris”.

Antonio de Turris, 67 años, ex secretario de Redacción del matutino y profesor del master citado, fue el protagonista de un femicidio que no tuvo mucha repercusión en los medios -quizás por su condición de periodista de un diario prestigioso- y se convierte en más horroroso e incomprensible a medida que pasan las horas.

Hace casi una semana, en la mañana del jueves 24, Antonio de Turris, atacó a puñaladas a su pareja, Claudia Servino, de 62, con quien vivía desde hacía poco más de dos años en el chalet del periodista en la localidad de Banfield, en el sur del Gran Buenos Aires, partido de Lomas de Zamora, donde vivió casi toda su vida.

Claudia tenía 62 años.

De Turris se había quedado viudo hace unos cinco años, cuando su mujer fue víctima de un tumor cerebral. Con ella había tenido dos hijas. La más chica padece una discapacidad, por la cual pese a tener unos 30 años, su mentalidad es la de una niña. Su hija más grande vive  sola, pero la segunda compartía la casa con ellos.

Una amiga en común de Claudia y Antonio fue quien los presentó en una comida que organizó en Punta del Este, un verano, hace unos cuatro años. Desde entonces iniciaron una relación que se consolidó cuando Claudia dejó el departamento que ocupaba en la Recoleta y se fue a vivir al chalet de Banfield, donde finalmente fue asesinada.

Cada vez que Claudia tenía que volver a Buenos Aires por cuestiones de trabajo o para verse con sus amigas era Antonio quien la llevaba y la iba a buscar. Lo que en un principio parecía una cuestión de galantería, escondía, dice ahora una de sus amigas, un afán de control, unos celos enfermizos. Cuando se veían con “las chicas” le tenía que mandar a cada rato fotos por el Whatsapp porque el hombre desconfiaba.

De Turris tenía un programa político en la televisión por cable.

Con el tiempo la cuestión comenzó a ponerse más áspera. Y la vida en la casa de Banfield se convirtió en un tormento para Claudia. Una de sus amigas dice ahora que se trata de un caso típico de femicidio y que lamenta no haberse dado cuenta lo grave que era la situación. Esa amiga estuvo con Claudia el martes 22, en Banfield, 48 horas antes de que hubiera sido asesinada. Ese día le contó que estaba agotada, que no sólo se llevaba mal con Antonio, sino que también era muy tensa la relación con su hija mayor. Estaba decidida a irse. Se discutía además por dinero: había un plazo fijo que era motivo de disputa entre la pareja y la hija mayor.

El jueves 24, Claudia se levantó temprano. Eran las siete y media y ya estaba vestida. Una rareza ya que nunca se levantaba antes de las diez. Fue atacada a golpes en el garaje cuando al parecer tenía las llaves en la mano, como si estuviera a punto de salir. Quienes conocen la causa dicen que De Turris primero la golpeó en la cara, con un fierro. Tantos golpes recibió que el rostro quedó desfigurado: tenía rota la mandíbula. Una prima de Claudia que había viajado desde Rosario tuvo dificultades para reconocer el cuerpo. Después la atacó con un cuchillo: le asestó 62 puñaladas. Cuando llegó la policía De Turris también se atacó a sí mismo y se provocó un par de cortes en el cuello.

De Turris daba clases en la Maestría de la Universidad Di Tella.

La hija menor del periodista, que habría sido testigo del ataque, cruzó la calle corriendo: en la vereda de enfrente vivían unos familiares y fue a pedir ayuda. De Turris también habría intentado atacar a otra mujer. Fue internado primero en una hospital de la zona y luego en una clínica privada.

Hace un par de meses, De Turris fue internado por lo que en su momento se creyó que se trataba de accidente cerebro vascular. Luego de los exámenes de rigor los médicos dijeron que tenía un tumor y que le habían dado un par de meses de vida. Sus amigas dicen que Claudia estuvo a su lado en ese momento, que no dejó de acompañarlo. Y algunos de sus viejos compañeros de La Nación quieren buscar en esa enfermedad la causa del incomprensible ataque.

Las amigas de Claudia rechazan ese argumento, porque ahora se dan cuenta que la historia trágica se había comenzado a escribir mucho tiempo antes de tener su horrible epílogo, pocas horas antes de la Navidad.

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