Más
Policiales

La maldición de tener la cara de un asesino: el drama del gemelo "bueno" de Wagner

Maximiliano Wagner es idéntico a su hermano Sebastián, preso por el femicidio de Micaela García. Cómo vive el hombre que carga con el estigma de ser igual a un femicida.

10 Abril de 2017 13:56
1552081036006

Es un parecido inconfundible. Son idénticos y no fueron pocos los que en las últimas horas lo confundieron con su hermano. Sebastián Wagner es el principal sospechoso por el femicidio de Micaela García, la joven de 21 años que fue hallada sin vida en un descampado de Entre Ríos el sábado, tras permanecer una semana desaparecida. Maximiliano, su hermano gemelo, relató su pesadilla. “Me siento mal, físicamente soy igual que él, ojalá no salga nunca de la cárcel”.

El presunto femicida, a la izquierda. El inocente, a la derecha. 

Cara de asesino, alma de inocente

Las últimas horas de Maximiliano no fueron sencillas. El viernes pasado se enteró que el principal sospechoso por el crimen que conmociona a todo el país es su hermano gemelo, Sebastián. El parecido y el apellido son una especie de maldición. La similitud es tan impactante que, a simple vista, sería difícil saber cuál es el culpable y cuál el inocente.

Maximiliano no lo duda: vive sus peores días. El parecido es inevitable.

Incluso, la propia Justicia no logró establecer, años atrás, cuál de los dos había cometido una violación en la que Sebastián era investigado y le dictaron la falta de mérito: incriminó a su gemelo y los magistrados que lo investigaban no pudieron determinar quién de los dos había cometido el abuso. De las tres causas en las que era acusado, sólo se pudieron comprobar dos delitos, por los que fue condenado a nueve años de prisión.

El Wagner libre.

El Wagner preso.

Desde aquella historia, Maximiliano cortó todo tipo de relación. Cuando Sebastián salió de la prisión no tuvo ni contacto ni reencuentros. “Tengo miles de cosas en la cabeza, todos están mal por Micaela y yo soy igual, ¿qué queda de mí?”, se preguntó.

Sebastián Wagner es el principal sospechoso por el crimen de Micaela García.

En declaraciones a TN, Maximiliano relata la angustia que vive. Su rostro es el del presunto asesino, el hombre del que todos hablan: desde los medios de comunicación hasta el propio Poder Judicial, pero también el poder político. En las últimas horas, el propio presidente Mauricio Macri se refirió a la causa para criticar con dureza al juez de Ejecución de Penas de Gualeguaychú, Carlos Rossi, quien nueve meses atrás ordenó liberarlo a pesar de que los informes psiquiátricos y del Servicio Penitenciario aconsejaban lo contrario.

CAÍN Y ABEL

En la historia criminal no son pocos los casos “Caín y Abel”. Dos de las historias policiales más importantes de la historia argentina guardan alguna similitud. En el caso de Carlos Eduardo Robledo Puch, el asesino que mató a once personas en 1972, una prima se cambió el apellido por el estigma que representaba. Antes de las matanzas, el padre del preso más longevo, Víctor Robledo Puch, se jactaba de tener un apellido honroso.  

 

Otro de los casos, también emblemático, es el del Clan Puccio, la familia que secuestró y mató a tres empresarios entre 1982 y 1985 en su casa de San Isidro. Rómulo Puccio, hermano del jefe del clan, Arquímedes, se lamentaba cada vez que debía pronunciar su apellido. “Ojalá pudiera reivindicarlo, pero mi hermano hizo mucho daño, era peor que el diablo, encima soy parecido a él, me hubiese hecho una cirugúa”, relató tiempo atrás.

De todos modos, Maximiliano dice que no pensó ni mudarse ni cambiarse la fisonomía. “Irme de acá sería peor, porque no me conocen. Acá no tengo que demostrar nada, me conoce mucha gente”, dice.

Micaela García apareció sin vida el sábado, tras permanecer siete días desaparecida.

Maximiliano pide perdón por su hermano y reconoce que el parecido físico es indudable. “Me siento mal, me sorprendió lo que hizo mi hermano. Mi jefe me pidió que no salga a trabajar por cuestiones de seguridad”, relata. Y recuerda la ocasión en que su hermano lo acusó de un abuso sexual: “No pensó en mí, a una persona que viola o mata ya no le importa nada”.

LA HISTORIA LOS SEPARÓ

Maximiliano y Sebastián Wagner vivieron juntos hasta los 15 años. Compartían la casa familiar. Maximiliano cuenta que ambos recibieron la misma crianza y que no hubo diferencias, aunque aclara que su hermano siempre fue el más travieso. Incluso recuerda que años atrás se hacía pasar por su hermano con las chicas.

Separados. Divididos. A la izquierda, Maximiliano; a la derecha, Sebastián Wagner.

Ahora hace años que no se hablan. La grieta familiar se ensanchó luego de que Sebastián lo acusara de un delito que no cometió. Hoy, asegura que no quiere verlo y se muestra más que enfático respecto al futuro del presunto femicida: “Ojalá que no salga nuca más de la cárcel, que Dios lo ayude. Yo esto no lo perdono, no tengo ganas de ir a verlo”.