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La mamá de Ángeles y cómo se cubrió el femicidio: "Nos hicieron casi tanto daño como Mangeri"

Jimena Aduriz recordó el calvario que sufrió su familia durante la investigación por el crimen de su hija, en el marco del quinto aniversario de la primera marcha por el "Ni una menos" en el país.

por Manuela Fernandez Mendy

10 Junio de 2021 08:00
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Corría junio del año 2013. Habían pasado dos meses de la feroz inundación en La Plata; un año y monedas de la Tragedia de Once. Faltaban sólo 90 días para las elecciones de medio término, cuando un caso policial acaparó todas las portadas de los diarios y desembarcó de lleno en la televisión. Se trataba nada más y nada menos que del femicidio de Ángeles Rawson. El asedio mediático contra su familia comenzó pocas horas después de que se encontrara su cuerpo, tras una intensa búsqueda. Pasaron casi siete años, pero las esquirlas de cómo los medios hostigaron a la familia siguen vigentes. "Nos hicieron casi tanto daño como el propio Mangeri".

El caso fue "Ángeles", pero para su mamá, siempre fue, es y seguirá siendo "Mumi"; el apodo que se ganó de chiquita, cuando pedía con ansiedad y desesperación los caramelitos "mumu" de dulce de leche. Aunque se escribieron ríos de tinta sobre el crimen, poco se sabe de ella. "Era otra época y creo que sirvió para desviar la atención de lo que estaba sucediendo en el país", reconoce su mamá, Jimena Aduriz, en diálogo con BigBang.

Faltarían todavía otros dos años para que se llevara adelante la primera marcha nacional de mujeres contra la violencia de género. El "ni una menos" se escuchaba todavía bajito, aunque comenzaba a gestarse la oleada que culminó con aquella primera movilización del tres de junio. Al momento del pico de violencia mediática en su contra, Jimena no imaginaba que, sólo dos años después, aquellas mismas lentes que atacaron sin piedad a su propia familia, se encontrarían transmitiendo casi en cadena nacional el reclamo de tantas víctimas.

"Me acuerdo de estar en la marcha y escucharlo a Juan Minujín cuando habló de violencia mediática. Es así, es real. Fue lo que sucedió", recuerda Jimena, hoy uno de los rostros visibles de la denominada Ley de Víctimas, por la que peleó junto a María Luján Rey y Matías Bagnato, entre otros. "Mi suegra se murió de tristeza a los seis meses, se murió; era lo único que le quedaba a mi marido. Después murió mi hermano. El daño que nos causaron no tiene dimensión. No fue como el de Mangeri, que me arrebató a mi hija, pero casi".

Mi suegra se murió de tristeza a los seis meses, se murió; era lo único que le quedaba a mi marido"

"Mumi" desapareció el lunes 10 de junio cuando volvía a su casa del barrio de Palermo, después de haber ido a una clase de gimnasia. Eran exactamente las 9.52 de la mañana cuando ingresó al edificio de la calle Ravignani. Las cámaras de seguridad registraron los últimos momentos con vida de la joven de 16 años, que soñaba con convertirse en psiquiatra y era fiel admiradora de Manuel Belgrano. Las imágenes llegaron a los medios de comunicación y Jimena fue, tal vez, una de las pocas personas en el país que no las vio por televisión.

Fue durante el juicio que tendría lugar dos años más tarde -el mismo en el que se condenó a Jorge Mangeri por el femicidio- que se enfrentó a la grabación. "Fue terrible". El tono en su voz se quiebra. Se nota que es uno de los momentos más sensibles de la entrevista. "Esa cámara, esas imágenes. Cada vez que las veo se me parte el corazón. Siento la necesidad de meterme y evitar que entre (al edificio). Porque ese fue el momento en el que la capturó y la llevó al octavo piso".

Esa cámara, esas imágenes. Cada vez que las veo se me parte el corazón. Siento la necesidad de meterme y evitar que entre al edificio"

La grabación permitió establecer que la joven había llegado al edificio, pero ahí se perdió el rastro de la investigación. ¿Qué le pasó? ¿Por qué nunca entró al departamento? ¿En dónde está? Esas eran las preguntas que Jimena se hizo durante las horas que su hija estuvo desaparecida. Un día después, el 11 de junio, su cuerpo fue encontrado en el predio de la CEAMSE, en la localidad de José León Suárez. La autopsia se realizó en horas de la noche. Y así, mientras la familia recibía la peor de las noticias, los medios y la Justicia comenzaban a centrarse en el círculo íntimo de la víctima. Su padrastro, Sergio Opatowski y su hermanastro eran señalados ahora como posibles autores del crimen.

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"Fue algo terrible como familia. Nosotros estábamos despidiendo a 'Mumi' mientras se decían todas esas cosas. Fue muy duro", recuerda años después. "El día que despedíamos a la gorda, hubo un nuevo accidente de tren en el que murieron tres personas y eso no salió en ningún lado", señala, en alusión a la cercanía temporal con la Tragedia de Once.

La familia no tuvo privacidad ni si quiera durante el entierro. Las cámaras apostadas en la puerta transmitieron hasta el momento en el que Jimena abandonó el departamento para dirigirse al cementerio a despedir a su hija. Nunca más volvió. Faltarían cuatro días más para que Mangeri quedara detenido, tras autoincriminarse en su declaración. Pero incluso en ese momento, algunos medios seguían insistiendo con "la pista familiar". "¿Sabés una cosa?", apela a la retórica, con genuina sorpresa. "El trauma que le quedó a mi marido es que al día de hoy todos saben escribir bien su apellido, que es complicado y hasta ese entonces siempre se lo escribían mal. Mirá vos lo que son las cosas".

El 24 de junio, los resultados del ADN encontrado debajo de las uñas de "Mumi" confirmaron que quien la interceptó en el hall del edificio, intentó abusarla y la asfixió hasta matarla fue Mangeri, el portero del edificio que la conocía desde hacía 11 años. "Incluso en julio, cuando apareció el video de mi marido, muchos seguían con el tema", recuerda en alusión a la grabación que comprobó que al momento del femicidio Sergio se encontraba realizando trámites en una sucursal del banco Macro.

"El caso de Mumi alcanzó a un nivel en el que la misma gente que se había 'enganchado', llegó a un punto tal en el que empezó a volcarse contra los medios. En especial a partir de que salió el video de mi marido en el que claramente se puede ver que no había tenido nada que ver. Sin embargo, los medios seguían y seguían. Era un dale que dale".

Por ese entonces, Jimena se blindó. Su familia se encargó de contenerla. No miraba la televisión y llegó a cortarse el pelo y teñirse de morocha para esquivar a la prensa. Pero la violencia mediática alcanzaría su punto máximo el viernes 28 de junio, cuando el ahora extinto diario MUY -del Grupo Clarín- llevó a su tapa la foto del cuerpo de la joven. "Así hallaron a Ángeles", señalaba el fastuoso titular. La autoreferencia en el periodismo es, para quien escribe esta nota, superflua. Pero en este caso necesaria.

"Jimena, yo trabajaba en el diario MUY en esa época", me sentí en la obligación de aclararle. "Era redactora, no tenía decisión editorial sobre el tema; pero no puedo ocultártelo", sumé, al tiempo que le remarqué la indignación que la mayoría de mis compañeros expresó aquella noche de cierre del jueves, nuestro último día hábil de la semana. La redactora a la que le habían asignado la nota, que cubría policiales, no lo dudó: se negó y presentó su renuncia de inmediato. Ni siquiera aceptó "escribir la nota sin firma". Pegó un portazo y se fue. No habló, actuó. Horas más tarde, la comisión interna del Grupo se sumó con un comunicado en el que repudió la decisión de publicar las fotos. El daño ya estaba hecho. "Ahora que me lo decís, creo que la chica que renunció se comunicó conmigo", recuerda.

Por ese entonces, la familia de "Mumi" evaluó la posibilidad de iniciar acciones legales contra el diario. "Quedaron impunes. Quisimos hacerles una demanda simplemente para que pidieran disculpas. Se negaron a hacerlo. Creo que hubieran preferido darnos plata, antes que retractarse. Como no lo hicieron, teníamos que iniciar un juicio y ahí dije: 'Basta'". Todavía de duelo y en shock por el femicidio de su hija, Jimena focalizó las energías en "el otro juicio"; el de Mangeri.

Tenían un ADN, era un caso de resolución fácil; pero por el tema de los medios, la defensa se agarraba de esos dichos para presentar nulidades"

Por ese entonces, Miguel Ángel Pierri ya trabajaba en la defensa del acusado. Sostenía que las pruebas habían sido plantadas. Los medios no acompañaron. "Tenían un ADN, era un caso de resolución fácil; pero por el tema de los medios, la defensa se agarraba de esos dichos para presentar nulidades. Llegamos a juicio con un expediente de 5.400 fojas, absolutamente innecesario". El desgaste seguía y parecía no tener límites. Mauro Viale llegó incluso a mostrar la escena del crimen en vivo. Diana, la mujer de Mangeri, seguía viviendo en el octavo piso.

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"Para los vecinos del edificio también fue terrible. Además de las guardias y de las cámaras, Diana siguió viviendo hasta octubre ahí". Lo que no sabían los medios, era en dónde estaban ahora los familiares de "Mumi". Había comenzado el raid de mudanzas que se sostendría hasta después de la condena. "No volví a mi casa nunca desde que salí para velar a mi hija. Después del entierro, mi hermano mayor me agarró y nos llevó a San Isidro. Nos prestó un departamento en el que estuvimos hasta finales del juicio".

La renuncia de Pierri a la defensa de Mangeri tuvo lugar en septiembre. Un mes antes, durante una entrevista en vivo al canal Metro, su hijo de siete años lo interrumpió cuando el abogado ratificaba la inocencia de su defendido. "Pero bolud... ¡Mató a Ángeles!". No fue el ADN, no fue la grabación del banco: fue el comentario de un nene de siete años lo que terminó de "convencer" a los medios de que Sergio, su hijo y toda la familia ensamblada de "Mumi" no habían tenido nada que ver con el crimen.

Adrián Tenca tomó el caso. El primer informe pericial aseguraba que Ángeles había muerto por la compresión dentro del camión de basura. Sin embargo, al ver la grabación de la autopsia, todo indicaba que en realidad había sido asfixiada; hipótesis que, de comprobarse como sucedió, modificaba por completo la caratula de la causa y la eventual pena de Mangeri. Pero el costo fue alto: había que exhumar el cuerpo de "Mumi". "Fue un 19 de agosto", recuerda sin necesidad de pensar demasiado. La fecha quedó marcada a fuego en su memoria. "La exhumación fue terrible, durante un feriado", intenta reconstruir pero, al igual que al momento de recordar el video de Ravignani, su voz se quiebra.

Los periodistas ahora están más atentos y no victimizan; sobre todo a las mujeres. Hubo un gran cambio"

El juicio comenzó el 18 de febrero de 2015. Por ese entonces, la sociedad comenzaba a cambiar y cuatro meses más tarde fueron miles los que salieron a las calles para reclamar por primera vez bajo la consigna "Ni una menos". "Lo de Mumi fue como el precalentamiento (de la primera marcha del Ni una menos), después con lo de Chiara (Páez, la adolescente de 14 años embarazada y asesinada a golpes en Rufino) se terminó de gestar todo". El 15 de julio Mangeri fue condenado por el Tribunal Oral en lo Criminal N°9 por el "femicidio en concurso ideal con abuso sexual y homicidio agravado por su comisión criminis causae". Los fiscales, Fernando Fiszer y Sandro Abraldes habían solicitado, al igual que los abogados de la querella, la misma pena.

"Después del juicio, me costó, pero empecé a salir en los medios por la Ley de Víctimas. De a poquito, como mi mensaje siempre fue consistente, empecé a sentir cierto pedido de disculpas. La sociedad cambió 180 grados. Los periodistas ahora están más atentos y no revictimizan; sobre todo a las mujeres. Hubo un gran cambio. Algunos medios, como Clarín, tuvieron actitudes reparadoras; otros nunca me pidieron disculpas. Soy creyente y tengo el poder de perdonar, pero todavía hay quienes eligen no hacerlo".

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