El miércoles pasado, 177 días después del asesinato de María José Coni (22) y Marina Menegazzo (21) en la ciudad balnearia de Montañita, la Justicia ecuatoriana condenó a Alberto Segundo Mina Ponce (34) y Aurelio “Rojo” Rodríguez (39) a 40 años de prisión por el doble homicidio de las turistas argentinas. Pero el fallo no significó el final de la lucha de los familiares y todavía hay en curso una segunda investigación que busca esclarecer los puntos más oscuros del brutal crimen.
Marina y María José fueron asesinadas en febrero durante su estadía en Montañita.
“Este no es el final. Todavía hay muchas incógnitas que responder, nadie explicó por qué las mataron días distintos”, advierte Gladys Steffani, la madre de la mayor de las mendocinas, quien regresó el fin de semana a Mendoza luego de presenciar los nueve días que duró el juicio contra el “Negro”, uno de los dos vigiladores comunales del “paraíso surfero” y su amigo, “Rojo”, recepcionista de uno de los hostel locales.
Gladys se puso al hombro la investigación desde el primer día. "Lo hago por ella".
Las sospechas de Steffani, quien viajó al país vecino sólo horas después de que las autoridades reportaran el domingo 28 el hallazgo de ambos cuerpos, comenzaron desde el momento en el que pisó suelo ecuatoriano. “Nadie me podía precisar ni siquiera la distancia en la que habían encontrado los cuerpos, mucho menos por qué habían tardado dos días en encontrar el de Marina, que estaba a sólo 40 metros del de mi hija”, recuerda.
#MajoYMarinaElJuicio: Así llegaron Ponce Mina y el Rojo Rodríguez pic.twitter.com/i4f8Cbw1G8
- Sebastián Salas (@sebasalas_)
La última comunicación de Marina y María José con sus familias tuvo lugar el lunes 22 de febrero, cuando anunciaron pasado el mediodía que abandonarían Montañita para emprender el regreso a la ciudad de Guayaquil, para luego seguir viaje a Lima y volver vía Chile a Mendoza. “Ya en el último audio que mi hija le manda a su padre yo me di cuenta por el tono de voz de que algo les estaba pasando”, destaca Steffani.
María José cumplió 23 años el 14 de agosto, durante el juicio. Su mamá y hermano, Juan, la recordaron en Montañita.
Aunque las autoridades locales reportaron recién el domingo el hallazgo de los cuerpos en un matorral ubicado a 2.5 kilómetros del centro de la ciudad y próximo a la costa, lo cierto es que para ese entonces el de María José ya había sido divisado el jueves por un turista que se había acercado a la zona para “hacer sus necesidades”. Pero la familia no lo sabía y todavía la buscaba con vida, cuando en Guayaquil ya le practicaban la primera autopsia.
La escena del crimen, ubicada a 2.5 kilómetros del centro del "paraíso surfero".
“Al cuerpo de mi hija lo encuentran el jueves (25) y nadie nos dijo nada”, denuncia Gladys, quien por ese entonces aceleraba la búsqueda por redes sociales y dos días más tarde lograría con su insistencia en la Argentina que Interpol elevara el alerta amarilla por la desaparición de las jóvenes. El cuerpo de Marina sería hallado en la noche del sábado, pero el anuncio lo harían recién el domingo por la mañana.
El "Negro" y el "Rojo", ambos condenados a 40 años por el doble homicidio.
¿Por qué tardaron tanto en encontrar a Marina?, fue una de las primeras preguntas que se hizo no sólo la familia, sino también la tercera y última fiscal de la causa, María Dolores Coloma Pazmiño. Aunque las autoridades policiales se excusaron en inclemencias climáticas, la autopsia arrojó otra verdad: María José fue asesinada en la madrugada del 23, mientras su amiga seguía con vida.
Según la autopsia, Marina fue asesinada dos días después que María José.
“Hay una diferencia de aproximadamente 48 horas entre ambas muertes”, reconoce Gladys, cuya afirmación se sostiene en el expediente y anticipó en exclusiva BigBang. “Eso quiere decir que Marina seguía con vida cuando mataron a mi hija”, refuerza y presenta así una de las principales respuestas que deberá dar la segunda investigación iniciada en julio por las autoridades ecuatorianas, después de que los familiares de las víctimas presentaran una medida cautelar ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos: ¿quién mantuvo cautiva a Marina por dos días? ¿En dónde? ¿Cuántas personas participaron del secuestro?
Aunque figura en el expediente, poco se habló de las fechas de muerte durante el primer juicio. “Quizás lo están dejando para esta investigación, porque de una forma que haya habido un secuestro confirma, de nuevo, que hubo más implicados en el crimen. Por eso la fiscal habló también de 'secuestro' en su alegato”, analiza Steffani, una de las primeras en darse cuenta otro llamativo dato: la ropa con la que Marina fue encontrada no era suya.
“A Marina le pusieron la ropa de Jose (como ella la llama) y nunca se encontró su pasaporte”, suma Gladys. Y así, una vez más, cientos de interrogantes se abren: ¿por qué cambiarle las prendas de vestir? ¿En dónde quedó la documentación de la estudiante de fonoaudiología? ¿Por qué murió dos días después que su amiga?
Gladys y Juan en la puerta del hostel JN en el que se hospedaron las chicas. Crédito: Sebastián Salas.
La evidencia forense confirma que María José se resistió y que Marina sufrió diversos cortes en su cuello, pero con días de diferencia. Además, los resultados toxicológicos advierten otro dato objetivo: las chicas fueron drogadas con escopolamina, comúnmente conocida como burundanga (para conocer sus efectos, hacé click acá). “Yo creo que fue un móvil sexual. La idea era drogarlas, secuestrarlas y a la mañana siguiente, te despertaste sin acordarte nada y te vas”, especula Steffani.
El bar "Sin Fronteras", la puerta en la que las chicas habrían conocido a los condenados.
En qué momento fueron drogadas: ese es otro de los interrogantes. Quién las drogó y cómo lo hizo es otro de los misterios que los 90 días que duró la primera investigación no pudieron resolver.
La fiscal sigue ahora con la segunda investigación del crimen.
Pero en algún momento de aquella fatídica madrugada las chicas se despertaron y enfrentaron a sus agresores quienes, según el juicio y pese a sus declaraciones, jamás abandonaron la escena del crimen. “Rojo dijo que las dejó a las chicas en la casa del 'Negro' y que se volvió a Montañita. Que fue a tomar una cerveza al bar (Sin Fronteras) de la 'Abogadita'. Pero la mujer lo hundió, porque declaró que nunca volvió”, reconstruye Gladys.
La ciudad de Montañita realizó un "ritual surfer" a un mes del doble homicidio.
Con esa declaración, Coloma Pazmiño convenció a los tres jueces de la causa de la culpabilidad del “Rojo”, quien a diferencia de Mina Ponce, que reconoció haber ayudado a esconder los cuerpos, insistió siempre en su inocencia. “Está probado que nunca dejó la casa”, señaló la fiscal en su alegato final y obtuvo lo que pidió: la pena máxima para ambos en calidad de autores del doble homicidio.
Aunque la participación está comprobada, los familiares insisten desde el comienzo en que hubo más actores implicados. Las pericias respaldan su teoría: el ADN encontrado en los cuerpos de las chicas no coincide con ninguno de los únicos dos imputados que tuvo la causa.
[EXCLUSIVO] Los resultados de ADN de los condenados dieron negativos.
Y, aunque en un principio se habló de cinco perfiles genéticos encontrados en la escena del crimen, las últimas pesquisas fueron más precisas. “Ahora hay un ADN puro en una toalla de Marina (encontrada en la escena del crimen)”.
Hubo al menos seis personas más que interactuaron con las chicas ese día o que pasaron por la escena del crimen. Pero, llamativamente, sus domicilios no fueron ni siquiera allanados. Sus declaraciones tampoco se analizaron en profundidad o contrastaron con los hechos, pese a que se investigó por completo a José Miguel “El Chamo”, un joven venezolano que había llegado hacía un año al “paraíso surfero” (para conocer su declaración, hacé click acá)
Aurelio Eduardo "Rojo" Rodríguez (39), uno de los condenados, en la reconstrucción.
“Yo al 'Chamo' lo descarto por completo. Es 'el Negro' quien lo incrimina en su declaración. Pero lo que él contó (para leerla completa, hacé click acá) es lo que él les hizo a las chicas implicando a otros. Relató cómo fueron las cosas, pero intentando complicar a otras personas”, sostiene Gladys, quien aclaró: “Nosotros no compramos la versión oficial, pero sabemos ahora que fueron ellos dos quienes las asesinaron”.
El primer juicio terminó el miércoles. Ahora sigue una nueva investigación.
Aunque todavía quedan muchos meses para elevar a juicio la segunda investigación, Steffani no pierde las fuerzas. “Esto se lo debo a mi hija: llegar a toda la verdad de lo que pasó. De todos modos, la herida de una madre no se cierra nunca más. A ellos les dieron 40 años, pero a mí me dieron cadena perpetua. Este calvario recién va a terminar el día que muera, pero tengo que seguir peleando: si yo me quedaba callada, hoy nadie se acordaba de las chicas, ni tampoco hubiésemos tenido juicio o condenas”.