La causa por el femicidio de la estudiante de Medicina de la localidad rionegrina de Cipolletti María Agustina Fernández de 19 años ocurrido en 2022, encontró una parte de la justicia que necesitaba, luego de que hallaran culpable a Pablo Parra, a quien se le cayó la coartada acerca de que a ella la habían matado en un hecho de inseguridad ocurrido mientras estaba en su hogar y él había salido a comprar. La Fiscalía determinó que tenía una obsesión con ella y que creía que era de su propiedad.
"Parra creía que tenía una relación con Agustina, que era de su propiedad. Esto detona la actitud femicida: si no sos mía, no sos de nadie", alegaron desde el Ministerio Público Fiscal. La culpabilidad fue determinada por unanimidad en un jurado popular, aunque ahora resta que se le otorgue una sentencia acorde al "delito de femicidio, por haber sido cometido por un hombre hacia una mujer y mediar la violencia de género".
La joven falleció en el hospital Pedro Moguillansky algunos días después de que haber recibido una mortal golpiza. Para los investigadores, el trabajador petrolero -que vivía en el mismo complejo de departamentos que Fernández- había desarrollado una conducta obsesiva que fue la que lo impulsó a quitarle la vida a partir de que él intentara estar con ella mientras la estudiante lo evadía constantemente.
El femicidio se dio en la víspera de una noche en la que ella tendría una cita con otro hombre en su departamento. Parra la llamó para que hablaran en su casa. Eran cerca de las 19:30 del 2 de julio y allí Parra la golpeó hasta asesinara.
La psicopatía del petrolero se hace evidente con la planificación que realizó de la coartada. Tras matarla salió a los gritos y pidió ayuda a sus vecinos para que llamen a una ambulancia.
La oscura coartada de Parra
Según el relato del femicida, había salido a comprar y cuando regresó la encontró llena de sangre: "Cuando ingreso a mi domicilio, noto la luz apagada del departamento y me encuentro con Agustina que estaba tirada en el piso. Estaba como temblando, convulsionando. Prendí la luz de la habitación, que estaba toda revuelta, y también noto que había un tendedero tirado en un patio interno", aseguró ante la prensa local.
"Me robaron efectivo y después un bolso deportivo y algo de ropa. Se llevaron mil dólares, un rosario de plata grande y después ropa y los celulares", aseguró el femicida, quien logró engañar a la Justicia durante seis meses, antes de que la investigación descubra que todo había sido organizado por él.
La Fiscalía sostuvo que planificó el crimen para que el engaño pueda funcionar. Primero salió a comprar por la puerta delantera de su hogar y reingresó por la trasera, para abordar a Fernández y matarla. Tras eso desordenó su casa y el cuarto donde tenía el dinero. Además fue a comprar cosas y pago con sus tarjetas de débito, para dejar constancia de su salida.
El tendedero tirado había sido también un efecto de su salida del predio, al igual que el trozo de tela que había en el alambrado, el cual las pericias determinaron que tenía ADN de Pablo Parra. Fue una de las pruebas que lo condenaron. Una entre las declaraciones de más de 100 testigos, que dieron versiones acerca de una obsesión que despertó a un femicida que terminó con la vida de una joven de 19 años.