El chico de siete años que estaba en coma farmacológico por haberse disparado accidentalmente un tiro en la cabeza con el revólver calibre .32 de su padre, falleció esta mañana en el el Hospital Materno Infantil de Mar del Plata, donde estaba internado desde el jueves.
El auto donde ocurrió la tragedia. Foto 0223.com.ar
Se llamaba David Navarro. Los médicos habían intentado sacarle la bala -que tenía alojada en el cuello. El chico había encontrado el arma en el auto de su padre y quiso jugar con ella. El arma se disparó accidentalmente. David llegó con un paro respiratorio a la Sala de salud de Vivoratá, a 40 kilómetros de Mar del Plata. Lo operaron de urgencia, pero no pudieron salvarlo. Llegó con "signos de hipertensión endocraneana", en un "gravísimo estado general".
El fiscal marplatense que intervino en la causa, Rodolfo Moure, informó a la Agencia Télam que "el padre del menor no tenía permiso para portar el arma" y por eso "fue imputado por lesiones culposas y tenencia ilegal de arma". Más allá de las consecuencias legales de sus actos -queda por investigarse para qué tenía el arma y por qué la llevaba en el auto- ya nadie le podrá devolver la vida a un chico de 7 años que perdió la vida por causa de la irresponsabilidad de su padre.