14 Abril de 2025 12:17

Lo que comenzó como una relación profesional en medio de una tormenta judicial, terminó en una pesadilla familiar, plagada de mentiras, engaños, documentos falsos y una fortuna evaporada. Gonzalo Montiel, campeón del mundo con la Selección Argentina y actual defensor de River Plate, denunció penalmente a su ex abogado, Nicolás Payarola, por una estafa millonaria que golpeó no solo su patrimonio, sino el corazón mismo de su círculo íntimo. El abogado -que hoy representa a figuras del espectáculo como Wanda Nara- está acusado de haberle provocado un perjuicio patrimonial de más de 700 mil dólares al futbolista y su familia, luego de ganarse su confianza en un momento vulnerable: la denuncia por abuso sexual que involucró a Montiel en 2023 y de la que fue finalmente sobreseído.
Fue precisamente en ese contexto que Payarola se infiltró en la familia, y poco a poco los convenció de entregarle dinero para supuestas inversiones que jamás se concretaron. La denuncia, presentada por el padre del jugador, Juan Marcelo "Tito" Montiel, y su hermana Jacqueline Aguirre, y dada a conocer por el portal Infobae, detalla nueve hechos de estafa y tres falsedades documentales, entre los que se incluye una presunta compra de terrenos en el conurbano para desarrollar un barrio cerrado. La operación nunca existió, pero el dinero sí: un adelanto de USD 200.000, entregado en mano al abogado, desapareció sin dejar rastro.
Pero el golpe económico no se detiene ahí. Payarola también se quedó con $116 millones, parte del premio que Montiel recibió por la AFA tras consagrarse campeón en Qatar, con la promesa de invertirlos. En la denuncia -de 36 páginas- se adjuntan chats de WhatsApp, transferencias bancarias, contratos falsificados y grabaciones que respaldan cada uno de los señalamientos. Fue Brahim López, cuñado de Gonzalo, quien descubrió el engaño desde adentro: comenzó a trabajar en el estudio de Payarola y rápidamente detectó inconsistencias.
La familia, alertada, inició una investigación que develó un entramado de estafas que incluyó sociedades creadas a medida, escrituras manipuladas, firmas adulteradas e incluso certificaciones de ingresos falsas. En julio de 2023, Payarola pidió USD 200.000 como "primera cuota" para adquirir un terreno en Ezeiza. Afirmó haber tenido una reunión clave con el vendedor, algo que, según testigos y pruebas aportadas, jamás sucedió. Incluso, cinco meses después, el supuesto dueño del lote seguía preguntando por la seña que nunca llegó.
Mientras los Montiel viajaban a Inglaterra para visitar a Cachete, el abogado falsificó la firma de Jacqueline -quien estaba fuera del país- para presentar documentación ante un banco. Se adjuntaron pasajes de avión y la mismísima certificación adulterada. Todo indica que mientras la familia confiaba, Payarola tejía su red de engaños en silencio. El drama familiar tuvo momentos de altísima tensión. A finales de 2023, con el abogado cada vez más evasivo y las respuestas llenas de excusas, Tito Montiel decidió enfrentarlo cara a cara. La reunión ocurrió el 11 de marzo de 2024, en una estación de servicio, y fue grabada por el propio padre del jugador.
El audio, ahora en manos de la justicia, registra su desesperación:"Es una tortura todo esto. Tortura es la que estoy viviendo (...) Decime la verdad, boludo. No quiero seguir viviendo así". A pesar de sus promesas, Payarola solo devolvió una fracción del dinero: unos 150 mil dólares. La cifra está lejos de los 700 mil que los Montiel aseguran haber entregado para supuestos emprendimientos inmobiliarios, inversiones en dólar MEP (que el abogado promovía sin sentido financiero alguno) y capitalizaciones fantasma.
La denuncia también incluye a Héctor Corgo, contador que habría colaborado con las certificaciones falsas, y Sergio Occhiuzzo, titular de una firma que, según Payarola, "caucionaba" el dinero, sin que existiera tal operación. Todo parte de un entramado que la defensa de Montiel -ahora en manos de los abogados Daniel Rubinovich y Rafael Sal Lari- busca desarmar pieza por pieza ante el juez. El caso tiene todos los condimentos de un thriller judicial: una figura pública, un abogado ambicioso, firmas falsificadas, documentación trucha, promesas de negocios brillantes que nunca existieron, y una familia deshecha por la traición.