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La Puccio buena: la maldición que persigue a la heredera del Clan

Adriana es la más chica de la familia. Se cambió el apellido y hoy lleva una vida normal alejada de los crímenes. Las imágenes y los datos de una mujer que vivió los últimos 30 años con un bajo perfil.

30 Agosto de 2015 10:59
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Adriana tenía sólo 11 años cuando su padre, Arquímedes Puccio, comenzó a secuestrar gente en el sótano de su casa. Tras el allanamiento de la Policía en su casa el 23 de agosto de 1985 su vida cambio por completo. Su familia estaba involucrada en una de las redes de secuestro y asesinato de personas más importante de la historia argentina y su apellido llegó en días a las tapas de los principales medios.

La revista Noticias encontró a Adriana.

La menor de la familia, de la cual nunca trascendió información sobre su paradero, fue hallada por la Revista Noticias. Es la primera imagen pública de la mujer luego de largos 30 años de ausencias y misterio. Se cambió el apellido y vive con absoluto bajo perfil. A lo largo de su vida trabajó como empleada en una editorial, en un banco y existen distintas versiones sobre su actual empleo. 

El último Puccio se jactaba de haber estado con “más de 300 mujeres”.

Cuando estalló el escándalo policial, Adriana quedó al margen de la acusación porque los jueces creyeron que ella no estaba al tanto de que su familia secuestraba y asesinaba personas en el sótano de su casa en San Isidro. En la actualidad tiene 44 años y vive en Buenos Aires. “Trabaja en una compañía de seguros”, dijo una amiga de ella. Su rechazo para con su pasado familiar fue tan grande que decidió cambiar su identidad. Ahora se llama Adriana Calvo, tras adoptar el apellido materno.

Y, a pesar de no querer tener vínculos con el apellido Puccio, Adriana es la única heredera de la casa en la que se cometieron los crímenes. En ella se guardan recuerdos de su niñez y su infancia, aunque hoy su vida transita por otros caminos, lejos de su oscuro pasado familiar. 

Tras la caída del clan, Epifanía nunca volvió a ver a su marido. Foto: Revista Gente.

Una vez que la Policía terminó de rescatar en 1985 a Nélida Bollini de Prado del sótano, la mujer asistida por un grupo de psicólogos. “(Adriana) Sabía todo, pero no podía comprender lo que pasaba”, reconstruyó la declaración BigBang. Tras pasar dos días en el Instituto de menores, la joven fue entregada a sus tíos, con quienes finalmente se crió y comenzó una vida normal.

Silvia con su padre y sus hermanos Daniel y Guillermo. Foto: Revista Gente.

Al día de hoy se desconoce si Adriana era consciente de los graves hechos que ocurrieron en su casa. El primer secuestrado, Manoukian, estuvo en la bañera del baño del primer piso de la casa. El segundo, Aulet, en una caja de madera en el despacho de Arquímedes, en el primer piso. Y Bollini de Prado, en el sótano. La habitación de la pequeña estaba en planta baja.