En los próximos días, la Cámara de Casación Penal de Concordia definirá si confirma o revoca la condena a prisión perpetua de Nahir Galarza por el homicidio de Fernando Pastorizzo. Como sucede cada vez que se aproxima una resolución judicial, desde el entorno de la condenada se difundieron los videos en los que se puede ver la declaración testimonial que la confesa asesina brindó el mismo día del crimen ante los fiscales Lisandro Beherán y Sergio Rondoni Caffa. Compungida, aunque por momentos esquiva, Nahir lloró y desplegó su primera coartada, sólo cuatro horas después del homicidio: intentó desviar la investigación, culpar al "entorno de Fernando" y desvincular a sus padres, quienes jamás se pusieron de acuerdo sobre qué fue lo que hicieron aquella madrugada del 29 de diciembre de 2017.
Mensajes, llamados y la bala perdida: las cuatro horas posteriores al crimen en las que Nahir intentó desvincularse del homicidio
Lo que sucedió dentro de la casa de los Galarza durante las cuatro horas posteriores al crimen lo saben sólo ellos. Pese a que prepararon sus declaraciones con abogados, las contradicciones entre lo declarado por Nahir y la versión de sus padres no tardaron en quedar expuestas durante el juicio. Mientras que Marcelo y Yamina Galarza aseguraron haber dormido durante toda la madrugada del crimen, lo cierto es que el peritaje tecnológico reveló que desde las 00.19 hasta la 01.32, la mamá de Nahir le envió 24 mensajes de texto e intentó llamarla en 26 oportunidades. “Estaba preocupada por ella”, se excusó en su declaración. Similar fue la respuesta que dio Galarza padre, quien había asegurado en su declaración que no había hablado con su hija aquella madrugada. Sin embargo, se detectó que a las 12.34 de su celular salió una llamada al de Nahir. "No lo recuerdo", esquivó durante el juicio.
A lo largo de sus cuatro declaraciones, la versión de Nahir también sufrió cambios. En un principio, aseguró haber visto a su padre antes de que partiera para su trabajo. Luego, dijo que llegó cerca de las seis de la mañana a su casa y que se fue a dormir, sin interactuar con nadie. Galarza, por su parte, jamás pudo justificar por qué esa mañana llegó media hora tarde a su trabajo en Gualeguay. Tampoco explicó por qué escondió en su pantalón una de las balas de su arma reglamentaria, la misma con la que su hija había asesinado a Fernando horas antes. A continuación, cómo preparó su coartada Nahir, las contradicciones familiares que quedaron expuestas en el juicio y el momento en el que se convirtió en la principal sospechosa.
El llamado de la mamá de Fernando que aceleró el plan de Nahir Galarza: "Le voy a pasar tu teléfono a la Policía"
Eran las ocho y media de la mañana cuando la Policía se presentó en el trabajo de Silvia Mantegazza, mamá de Fernando. Ella tomaba unos mates junto a sus compañeros de trabajo cuando recibió la noticia. No lo sabía, pero su hijo de 20 años llevaba más de tres horas muerto. Lo encontraron pasadas las seis, asesinado de dos disparos junto a su moto. Estaba a pocos metros de la casa de la abuela de su novia.
“'Lo encontramos con dos balazos, uno en la espalda y uno en el pecho', me dijeron. Y yo les dije: 'Fue una ejecución'”, recordó meses después en su primera y única entrevista concedida al diario El día de Gualeguaychú. El cuerpo fue encontrado sobre la vereda junto a la moto. Fernando tenía sus documentos, la credencial de la obra social e incluso su celular. Nada hacía apuntar a un robo.
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Mientras digería la brutal noticia, Silvia tenía que hacer a un lado sus emociones y ayudar a los investigadores. ¿Quién le podía haber hecho esto a Fernando? ¿Por qué? ¿Quiénes eran sus amigos? ¿Estaba de novio? La catarata de preguntas parecía no tener fin. Pero hubo una respuesta que ofició de puntapié inicial. “Me empezaron a preguntar si yo tenía algún enemigo, si conocía a alguna novia. Ahí les dije que hace mucho que tenía una relación con una chica y que anoche había ido a verla”, detalló.Esa chica era Nahir, la misma que por estos días enfrenta el juicio oral como única imputada por homicidio doblemente agravado por el vínculo y arma de fuego. Silvia no la quería. La había visto contadas veces: Fernando no la quería presentar. Sabía que era una relación conflictiva y el prontuario no ayudaba. En 2014, con 16 años, Nahir había fingido un secuestro. Nunca quedó en claro qué pasó, ni por qué mintió. Silvia dependía de Nahir para reconstruir lo más posible qué había ocurrido en las últimas horas con vida de su hijo. Agarró el teléfono y, delante de los efectivos, se comunicó con el celular de la joven a la que tenía agendada como “Novia Nando”.Nahir atendió. Eran las ocho y media de la mañana.
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“¿Fernando estuvo anoche con vos?” , le preguntó sin rodeos a Nahir. “Empezó a titubear y me respondió: 'Sí, estuvo anoche conmigo'”. La siguiente pregunta fue concreta: a qué hora Fernando había abandonado su casa. “Eh, no sé” , esquivó Galarza, quien todavía simulaba no saber qué había sucedido.¿Por qué me preguntás si estuve con Fernando?"
Ese fue el momento en el que la joven se pisó. “¿Por qué?” , preguntó. “Por nada” , respondió Silvia, quien recordó que Nahir comenzó a insistir y cambió su tono de voz: “Me empezó a preguntar: '¿Por qué? ¿Por qué me preguntás?'”. Nahir insistía: “Pero, ¿por qué me estás preguntando esto?” . Y ahí, Silvia se quebró: “Le dije que estaba con la Policía y que me acababan de decir que a Fernando lo encontraron muerto. Fue lo único que le dije. No le dije ni cómo, ni nada” .
“Le voy a pasar tu teléfono a la Policía y seguro te van a llamar porque fuiste una de las últimas que lo vio con vida”, le anticipó Silvia y cortó la comunicación. Del otro lado del teléfono, Nahir comprendió que su plan comenzaba a resquebrajarse y decidió tomar cartas en el asunto.
Llanto, una siniestra despedida en Instagram y las primeras mentiras de Nahir
Una hora y cincuenta minutos después de haber hablado con la mamá de Fernando, Nahir se presentó junto a su madre ante la fiscalía y declaró en calidad de testigo, motivo por el cual nada de lo que dijo pudo incorporarse a la causa. Eran las nueve de la mañana y Fernando llevaba ya cuatro horas sin vida. Fueron esos primeros minutos los que definieron el rumbo de la investigación y la posicionaron como principal sospechosa. “Lloraba mucho por la pérdida de su novio”, recuerda en diálogo con BigBang Sergio Rondoni Caffa, fiscal que llevó adelante la imputación a perpetua. Fue él quien pidió de inmediato al juez el secuestro del celular iPhone de la joven. Sabía, por la declaración de Silvia, que había estado junto a Fernando en las horas previas al homicidio. Minutos después, Nahir también lo reconoció en su declaración. Resultaba imperioso determinar horarios y, en caso de ser posible, detectar la geolocalización del dispositivo.
Mientras los amigos de Fernando colmaban el lugar y se tomaban decenas de declaraciones en simultáneo, un posteo de Nahir llamó la atención de todos. En una historia, la joven -que sólo horas después iba a confesar el crimen- se despidió del chico al que había asesinado y, en un giro siniestro, lo definió como su “ángel”. El texto, que hoy resulta cuanto menos morboso, decía: “Cinco años juntos, peleados; yendo y viniendo, pero siempre con el mismo amor. Te amo para siempre mi ángel”. Mientras se publicaba la despedida, los peritos realizaban a pocos metros la autopsia sobre el cuerpo de Fernando. La hora exacta no se pudo precisar, dado que se trata de un contenido que se borra a las 24 horas, sin embargo quedó constatado en el expediente que fue publicado en las primeras horas de la mañana.
“Esa imagen no la publiqué yo”, se apuró a aclarar Nahir cuando Mariana Fabbiani le recordó un año después el posteo durante su única entrevista televisiva. “A mí me secuestraron el celular a las ocho de la mañana, ni bien me llamaron para tomar la (declaración) testimonial. Ni bien llegué, el juez de garantías dio la orden para que me secuestren el celular y se lo di. Es imposible de que haya sido yo porque me secuestraron en seguida el teléfono”.
Con el correr de las horas, el crimen de Fernando Pastorizzo llegó a los medios nacionales. El morboso posteo no tardó mucho en copar las portadas de los principales diarios. ¿Era la coartada de la joven que habían detenido por el asesinato? Nahir ya había quedado detenida e imputada por el homicidio. Fue el primer “ataque” mediático que recuerda. “Me dio una impotencia impresionante porque todo el mundo decía: 'Cómo le dio la cara para publicar esa foto y escribir todo eso'. Me daba impotencia porque no había sido yo”.
Instagram fue la única red social a la que no pudo acceder la fiscalía"
Pero lo que sucedió fue otra cosa. “Ella se presentó aproximadamente a las nueve y media de la mañana a declarar. Declaró durante una hora y monedas. En ese momento, le pedí al juez de garantías la autorización para inspeccionar el teléfono. No es algo que se hace en dos minutos, en todo ese tiempo, hasta las once y media aproximadamente, lo tuvo con ella”, confirmó Rondoni Caffa, al tiempo que recordó: “Ahí detectamos que una buena parte de la información de la noche no estaba y el juez ordenó el secuestro cerca del mediodía. Eso quiere decir que tuvo el teléfono durante toda la mañana”.
El faltante de información no se pudo acreditar, pero encendió las sospechas de los investigadores. En concreto, la geolocalización estaba desactivada “desde la tarde del 28”, horas antes de que Nahir le enviara un mensaje a Fernando para encontrarse por la noche, pese a que el joven ya le había dejado en claro que no quería “saber más nada con ella”. ¿La excusa? Recuperar el cargador de su celular que había quedado en la casa del chico.
“Instagram fue la única red social a la que no pudo acceder la fiscalía. La medida fue pedida por la defensa. Pudimos acceder a Facebook y Twitter, pero la contraseña del Instagram no era válida. Nahir ya estaba detenida, pero por esos días la cuenta se volvió a activar y se detectó que se borraron dos fotos. Después se cerró la cuenta. Un tercero lo manipuló, porque ella estaba presa”, suma el ahora juez. Otra de las pruebas que dejan en jaque la hipótesis de la “historia plantada” que sostiene Nahir, es que sí se pudo verificar que el posteo fue publicado desde el celular de Nahir. “De hecho, la foto utilizada sólo estaba en su teléfono; Fernando no la tenía. Nadie más la tenía”, ratificó Rondoni Caffa.
Las 5 mentiras del primer operativo para incriminar a un amigo de Fernando
“Me enteré del fallecimiento de Fernando porque me llamó su mamá hace una hora, una hora y media. Desde hace cuatro años teníamos una relación sentimental, pero ahora estábamos peleados. Nos peleábamos todo el tiempo; pero nos veíamos algunos días”. Esas fueron las primeras palabras de Nahir en el marco de su declaración testimonial. Habían pasado cuatro horas del crimen y todavía no había sido imputada, ni siquiera era sospechosa.
En su primer relato, Nahir reconoció que se había encontrado con Fernando el jueves a las 23. A Nando le quedaban seis horas de vida. “Fui a su casa y, cerca de la una de la mañana, nos fuimos para la mía”, aportó.
Fernando agarró su casco negro, le dio uno plateado a Nahir y emprendieron el viaje rumbo a lo de los Galarza. Él se había vestido con unas bermudas y una campera gris. Ella, un short de jean “clarito”, una musculosa gris y un buzo bordó. “Llegamos como a la una y nos quedamos hasta la madrugada en mi casa”.
“Nos peleamos cuando él se estaba yendo para su casa. Arrancó la moto y se fue”, prosiguió la joven. “Me quedé despierta y le hablé con mensajes y llamadas de WhatsApp como a las cinco de la mañana (horario en el que Fernando había sido asesinado) y él no me contestaba. El último que le mandé fue a las 05.52 hs.”.
En efecto, el peritaje posterior realizado en el celular de Nahir confirma que la confesa asesina puso de inmediato en marcha su coartada y le siguió escribiendo mensajes, pese a que acababa de rematarlo de dos disparos. Esa noche, según su declaración, Nahir no durmió. “Me quedé despierta desde que se fue Fernando hasta las siete de la mañana. Mi papá (Marcelo, efectivo policial) trabaja en Gualeguay y se fue muy temprano, pero alcancé a verlo. Después de eso me dormí”. Una hora y media más tarde, su celular sonó. Era la mamá de Nando. Le acababan de confirmar que lo habían encontrado muerto. “Mi mamá se enteró por otro lado y justo cuando me venía a decir yo acababa de cortar con la mamá de Fernando. No tenía trato con ella”.Después de responder todas las preguntas de los fiscales, Nahir pisó por primera vez el palito y despertó la sospecha de los fiscales. Consultada sobre si quería agregar alguna otra información, la joven aprovechó la oportunidad para apartarse de la investigación e intentó incriminar a un amigo de su víctima.
“Me enteré de que el arma con la que lo mataron era de un Policía”
“Me enteré de que el arma con la que lo mataron era de un Policía”, aseguró para sorpresa de todos. Por ese entonces, sólo quienes habían tenido acceso al recién iniciado expediente -o el asesino- manejaban esa información. “Fernando tenía un compañero de la escuela que tenía al papá, un tío o un pariente que era policía”, sumó. Esa fue la primera vez que los fiscales consideraron que Nahir podía tener algo que ver con el crimen.
La bala “desaparecida” y los horarios que no cierran: lo que no pudo justificar el papá de Nahir
Marcelo Galarza prestó declaración en una de las últimas audiencias del juicio. Se mostró cómodo durante el interrogatorio que realizaron los abogados de su hija, pero todo cambió cuando quedó en manos de los fiscales y las querellas. Las contradicciones y qué es lo que no pudo explicar.
El primer tramo de su declaración tuvo como protagonistas a Jose Ostolaza y Horacio Dargains, abogados de la confesa asesina. Durante todo el interrogatorio, que duró 57 minutos, Galarza padre hizo hincapié en cómo utiliza su arma -lo hace con bala en recámara y sin seguro-. El detalle no es menor: fue esa Robinson 9 mm del que salieron los dos balazos que asesinaron a Fernando.
Pregunta a pregunta, el oficial policial se mostraba predispuesto a responder con lujo de detalles todo lo que la defensa requería. “No sé si ya le contesté todo o si quiere que siga”, indagaba de modo constante Galarza, en un interrogatorio que ostentó un llamativo halo coreográfico, casi como si el oficial supiera de ante mano cuál sería la próxima pregunta de los abogados. “Cuando conocí a Nahir me cambió la vida. Dejé de ser yo, me compró”, dijo y cerró así el primer tramo del interrogatorio.
Pero la buena predisposición cambió cuando el oficial quedó en manos del “otro bando”. A pocos metros se encontraban los fiscales Lisandro Beherán y Sergio Rondoni Caffa; y los representantes de las dos querellas que responden a los padres de Fernando: Rubén Virué y Juan Peragallo (por parte de Gustavo Pastorizzo) y Rubén Virué (por parte de Silvia Mantegazza). Y allí pasó del "No sé si ya le contesté todo" al "no entiendo hacia dónde va con esta pregunta".
“Cuando relató la secuencia del secuestro del arma (por parte de la Policía, tras la confesión de Nahir), usted dijo que buscó el arma en su dormitorio y que, antes de entregarla, sacó la bala de recámara y, ¿qué más hizo?”, indagó Virué. Galarza explicó que lo que primero se hace para descargarla es retirar el cargador y la bala que queda en la recámara.
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“¿Cómo sigue el procedimiento? ¿Qué hizo con la bala de recámara concretamente”, insistió el abogado querellante. “La dejé en el bolsillo de mi pantalón”, respondió ya con un timbre de voz más serio Galarza. “¿La sacó en presencia de los funcionarios policiales?”, resistió el abogado. “No, no. La saqué adentro de la habitación, mientras los oficiales estaban en la cocina”, respondió el padre de Nahir.El detalle no es menor si se tiene en cuenta que esa bala nunca fue peritada. El procedimiento de extracción de las balas del cargador, en tanto, se realizó en la cocina con los policías presentes. “Usted declaró que había nueve balas”, le recordó Virué, al tiempo que indagó: “Cuando verificó al extraer las balas del cargador que habían menos balas de las que habitualmente usted introduce en esa carga, ¿qué pensó?”.
Lo que digo es que faltaban balas en ese momento porque no son las que habitualmente usted carga"
Fue la primera vez que el padre de Nahir se tomó unos segundos para responder. “A ver, lo que buscaban era el arma. Cuando te dicen: 'Tenemos dudas con el arma', quieren el arma. Si me dice no coincide, el arma no era; no existen elementos para decir. No sé qué es lo que me quiere decir con esto, pero en definitiva le voy a contestar: si buscaban esa arma, la encontraron; ahí la tenían. No sé lo importante de si tiene nueve o diez proyectiles”, esquivó.
Virué lo escuchó atento. “Lo que digo es que faltaban balas en ese momento porque no son las que habitualmente usted carga”. “Le expliqué que durante la mañana me levanto y cambio el cargador”. “Entonces, no notó ninguna anomalía cuando vio nueve balas, ¿no le llamó la atención?”.
En ese momento, Ostolaza intervino en el diálogo y alegó que Galarza ya había contestado la pregunta. Pero el juez no estuvo de acuerdo y le volvió a dar la palabra a Virué. “¿No le llamó la atención que haya menos balas?”, volvió a insistir el querellante. “Pero, ¿por qué me va a llamar la atención? No me llama la atención porque ellos vinieron por el arma. Si ellos tenían una duda con respecto al arma, esa era el arma, acá está, no tengo nada que ocultar”, resistió Galarza.
Frente al interrogatorio, el padre de Nahir sumó: “Si usted me dice que yo cambié algo, estaríamos ante un hecho distinto. Pero no. La entregué con nueve balas”. “Está claro que lo razonable era también entregar la bala que estaba en recámara, pero se la guardó en el bolsillo”, le espetó Virué.
La llamada a Nahir en la madrugada del crimen que su padre intentó ocultar
Según Galarza, se fue a dormir “cerca de las dos de la mañana” aquella madrugada en la que Nahir asesinó a Fernando. “¿Se produjo algún intento de comunicación con Nahir aquella noche?”, le preguntó Virué. “¿Si yo hablé con ella? No lo hice, por ahí la madre es la que la llama y la que más mira ese tipo de cosas”, respondió Galarza.En efecto, la madre de Nahir, Yamina, había mantenido en la madrugada del crimen un intenso caudal de llamados y mensajes con su hija. Tal como consta en la causa, desde las 00.19 hasta la 01.32, la mamá de Nahir le envió 24 mensajes de texto e intentó llamarla en 26 oportunidades. “Estaba preocupada por ella”, se excusó en su declaración.
Cuando le volvieron a preguntar si había llamado a su hija durante la noche del crimen, Galarza volvió a ser contundente: “No, no. No estoy controlando si llama”. “Usted dice que esa noche no la llamó”, indagó el abogado. “No, que yo me acuerde no”, esquivó. “Le explico porque a las 12.34 hay una llamada desde su celular a Nahir”, le endilgó.
“Ah, pero usted me preguntó si era cerca de las dos de la mañana”, se defendió de inmediato el padre de la imputada. “No, yo le pregunté si la había llamado esa noche”, resistió el abogado. “Si usted me pregunta si es más temprano puede ser, pero no cercano a (silencio), cercano a la madrugada”, prosiguió el policía, al tiempo que terminó por reconocer: “Y, puede ser que haya sido”.
La llegada tarde que el padre de Nahir no pudo justificar
El viernes 29 de diciembre, el padre de Nahir declaró que se despertó y que, como todos los días que tiene que presentarse a trabajar -lo hace uno de cada tres-, se dirigió a la cocina y se preparó el desayuno. “Siempre dejo todo la noche anterior preparado ahí, porque me despierto temprano y no quiero molestar a mi mujer. Dejo mi uniforme y el arma”, precisó.
A pocos metros dormía su hija, quien había regresado pasadas las cinco y media de la mañana. Puso, según su testimonio, el arma reglamentaria de su padre -la misma con la que le disparó a Fernando- sobre la heladera y se dirigió a su dormitorio. Galarza padre, por su parte, indicó que se preparó el desayuno como cualquier día normal y que partió a su trabajo en Gualeguay, ciudad ubicada a 82 kilómetros de distancia. El viaje en auto, durante un día normal, dura una hora y cinco minutos.
“¿A qué hora llegó a su trabajo?”, indagaron desde la otra querella. “Y, debe haber sido a las ocho y treinta”, respondió. “¿Cuál es su hora normal de ingreso?”, insistió el abogado. Galarza
Incómodo y visiblemente ofuscado, Galarza respondió: “Mi horario normal es a las ocho de la mañana. Llegué ocho treinta, porque todo el mundo sabe que pueden haber cortes inesperados en la ruta. Hay días que hay cortes y hay que aguantarse cinco minutos en uno, diez en otro”.
La pregunto no era inocente. No es habitual que el policía llegue tarde y lo hizo en la mañana posterior al crimen de Fernando. “¿Por qué motivo usted llegó tarde ese día?”, reforzó el abogado. “Creo que lo contesté, ¿no lo contesté?”, le preguntó al juez. “No, usted respondió en términos generales que suele haber cortes”, le explicó Derudi.
“Si no me equivoco, había reparaciones en la ruta”, insistió Galarza. “¿Este es el motivo que lo demoró media hora?”, recargó una de las querellas. “Sí, sí, sí. Media hora o quizás veinte minutos. No sé. Capaz que cargué combustible. No sé por qué me lo pregunta. ¿Para que me sancionen?”, atacó el padre de la imputada. “El doctor acá está cumpliendo su trabajo”, intervino el juez.