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La siniestra pista de los espías detrás del robo de Servini de Cubría

La jueza tiene dudas con lo ocurrido el sábado y no descarta una vinculación con una sensible causa que estuvo en sus manos.  Qué dicen Lanatta y Pérez Corradi.

por Agusti­n Gulman

02 Noviembre de 2017 12:06
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Rodeada de periodistas cuando salía de su casa de Palermo, María Romilda Servini de Cubría sembró la duda respecto al extraño robo de pertenencias en el auto, del que fue víctima el último sábado de octubre. Hasta hace pocos días, la jueza federal tenía a su cargo la sensible causa por el triple crimen de la efedrina ocurrido en 2008. Hoy aseguró que el hurto de sus pertenencias le resultó “extraño” y ejecutado “de manera profesional”. Sin embargo, hay otras pistas que apuntarían a un robo “al voleo”. Aquí, la historia de la jueza a la que Tato Bores le dedicó una canción en 1992.

Todo ocurrió el sábado cerca de las 14 a media cuadra del shopping Alto Palermo, pero el hecho se conoció en las últimas horas. Dos días después de ser víctima del llamativo robo, Servini de Cubría se excusó de la causa que investiga el triple crimen de la efedrina ocurrido en 2008, en el que murieron Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina. Ese expediente quedó en manos del juez Sergio Torres, que rechazó la excusación.

La Cámara Federal finalmente le dio la razón a Servini, que justificó la decisión por la “hostilidad” de parte de un procesado, un dato que, a días del asalto, cobra mayor relevancia. Una de las líneas de investigación que seguía la jueza era la responsabilidad de los servicios de inteligencia en el triple crimen, a partir del testimonio del ex prófugo y condenado por el caso, Martín Lanatta. “La jueza investigó bien y nos había dicho que iba a ir por la pata policial y espías. Yo nombré a un espía que se hacía llamar Máximo y fue el que organizó el crimen de Forza, y que manejaba el tráfico”, le dijo a BigBang.

La jueza tenía en sus manos hasta el lunes la causa por el triple crimen de la efedrina.

Una de las piezas claves en ese causa era Ibar Esteban Pérez Corradi, otro ex prófugo, que es investigado como el presunto autor intelectual del triple crimen y  hoy pasa sus días detenido en penal de Marcos Paz. Sus allegados también elogiaron la tarea de la jueza, y que también mencionó que espías que estaban detrás de triple que le brindaban protección.

Diego Ferrón, hermano de una de las víctimas del triple crimen, descartó que el robo del que fue víctima la jueza esté vinculado a la causa. “Hay robos constantemente. Si fuera un mensaje, creo que lo harían de otra manera”, aseguró a BigBang. Aunque indicó que la pista del espía señalado como “Máximo” por Lanatta fue investigada en detalle, señaló que la Justicia no pudo saber de quién se trataba.

Ferrón sí cree que en la causa existen personajes vinculados a fuerzas de seguridad y a la ex SIDE, hoy reconvertida en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). “No son nexos directos con la muerte, pero tuvieron algún tipo de participación”, aseguró a BigBang. Allegados a la jueza creen que sí pudo haber existido una vinculación entre el robo que sufrió el sábado y este sensible y complejo expediente.

La jueza se apartó de la causa el lunes.

EL ROBO

“Me extraña mucho realmente. La custodia no estaba”, denunció esta mañana la jueza. Cuando le preguntaron si Palermo era una zona liberada, respondió: “Hablen con la comisaría 21”. De acuerdo al relato que hizo en sede policial, se llevaron obsequios que había recibido recientemente por el Día de la Madre. Enumeró zapatos, ropa, un GPS y elementos electrónicos por un valor superior a los 42 mil pesos.

BigBang supo que la jueza arribó a su hogar a las 14 en una camioneta que no era de su pertenencia, sino de un amigo. Servini de Cubría dijo que el vehículo tiene cierre centralizado y alarma y que no había sido forzado. La jueza dijo que no bajó los obsequios pensando que no la iban a robar en esa zona y a esa hora.

 

Fuentes de la investigación apuntan que no hubo un descuido de la custodia. Destacan además que al tratarse de un vehículo no oficial ni identificado con la jueza, sumado a que la cerradura no fue forzada, podrían haberse tratado de un robo al voleo, y que tal vez existió un “descuido” al cerrar el vehículo. Como sea, descartan que se trate de un “mensaje” hacia la funcionaria judicial.

Por el momento, esperaban realizar un análisis de las cámaras de seguridad de un edificio y un banco, ya que las cámaras del Ministerio de Seguridad porteño captan el momento en el que estaciona el vehículo, pero luego un puesto de diarios de la cuadra impide identificar cómo fue el hurto.

La jueza, en su despacho. 

Antes del episodio, la jueza no había solicitado un cambio de su custodia oficial, que está en manos de la Policía de la Ciudad. Según explicó la jueza esta mañana, los efectivos que deben cuidarla “brillaron por su ausencia”.

“LA JUEZA BARUBUDUBUDÍA” QUE ENCARCELÓ A LOS PUCCIO E INVESTIGA AL PODER

En agosto de 2014, Servini de Cubría citó en su despacho a la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. Había sido una semana agitada para el juzgado federal que preside, el N° 1. Ese mismo día, más temprano, había allanado el edificio de la AFA, en búsqueda de documentos sobre el programa Fútbol para Todos.

No era la primera vez que la tenía enfrente, pero ese día era muy particular. “Se recuperó otro nieto varón”, le dijo Servini a Estela. Tras una pausa, agregó lo que horas después se transformaría en una noticia que recorrió el mundo: “Es tu nieto”. Era Ignacio Guido Montoya Carlotto. “Me abrazó, lloraba, temblaba, estaba contentísima, y ella se lo merece”, relató la jueza horas después. Muy a menudo, Servini le insistía a la presidenta de Abuelas: “Estela, vamos a encontrar a Guido”. Tiempo después, sus declaraciones le valieron críticas de la familia, que dijeron que sus palabras no colaboraban con el reencuentro.

Servini de Cubría le contó a Estela de Carlotto que habían hallado a su nieto Guido.

Servini es la jueza que tuvo en sus manos una de las causas históricas de la Justicia argentina: el clan Puccio. En 1985, fue la encargada de detener a la siniestra familia que entre 1982 y 1985 secuestró a cuatro empresarios en su casa de San Isidro. Para eso, siguió una serie de llamados telefónicos que hacía el jefe del clan, Arquímides, con el fin de pedir rescate para liberar a Nélida Bollini de Prado.

En 2015, cuando se estrenó la película sobre el recordado caso del cineasta Pablo Trapero, BigBang reveló que la jueza estaba decepcionada con la versión. Servini prestó su despacho para el filme protagonizado por Guillermo Francella. Se quejó, en aquel entonces, porque pasó información y colaboró con el rodaje, pero fue ignorada en todas las escenas.

Servini tuvo a su cargo sensibles expedientes para el gobierno de Cristina Kirchner, como las supuestas irregularidades en el manejo del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSES, que apuntaba a Amado Boudou, o una denuncia contra la propia ex presidenta por abuso de autoridad y daño ambiental, por el acuerdo firmado en 2012 entre YPF y Chevrón por la explotación de Vaca Muerta. En 2014, viajó a España para interrogar a testigos y víctimas de la dictadura franquista.

Llegó al juzgado federal N°1 en noviembre de 1990, designada por el entonces presidente Carlos Menem. En los noventa, investigó a la cuñada del jefe de Estado, Amira Yoma, por lavado proveniente al narcotráfico. Y en 1992 presentó un amparo contra el cómico Tato Bores, que por aquel entonces hacía una parodia de la jueza en su recordado programa de TV. No fueron pocos los que la cuestionaron, desde el arte, dedicándole una canción: “La jueza Baru budu budía”.

Esa noche, en el estudio desde donde Tato emitía su programa, entonaron la pegadiza canción Luis Alberto Spinetta, Jorge Guinzburg, Roberto Carnaghi, Magdalena Ruiz Guiñazú, Alejandro Dolina, “China” Zorrilla y Julián Weich, entre muchos otros. En silencio y con una sonrisa, Tato Bores miraba. Y sonreía.

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