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"La última vez que vi a mis papás...": Matías Bagnato a 29 años de la Masacre de Flores

Los alarmantes reportes psicológicos del asesino y sus constantes pedidos de salir en libertad. 

17 Febrero de 2023 17:28
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Hoy se cumplen 29 años de aquel jueves en el que la vida de Matias Bagnato cambió para siempre. El 17 de febrero de 1994, a sus 16 años, encaró una noche de verano como cualquier otra. Cenó junto a sus padres, sus dos hermanos y un amigo del menor de 11 años, Nicolás Borda. Vieron un partido de la Copa de Oro en la que se enfrentaban San Lorenzo e Independiente. Una noche más, que se convirtió en el mismísimo infierno.

Tras ver el partido de fútbol, Matias, que en ese no tenía tanto sueño, se fue a escuchar un disco de Roxette y a fumarse un cigarrillo a escondidas en el baño. Su madre le preguntó qué era ese olor y, al recostarse junto a su padre, los vió reir y bromear sobre esto. Ese fue el último contacto que Bagnato tuvo con su familia.

Horas más tarde, alrededor de las 3.30 de la madrugada de ese jueves, Fructuoso Álvarez González, el vecino de la familia a quien los niños apodaban “el Monstruo” debido a las constantes amenazas que recibían, pasó a la acción. Hasta ese momento, sus intimidaciones eran telefónicas. "Uh, se quemaron todos. Están todos muertos", les anticipaba.

Lo que nunca imaginaron los Bagnato es que esa madrugada, el hombre ingresó al hogar, roció toda la casa con dos bidones de combustible y los prendió fuego.

Empapado de sudor y con dificultad para respirar, Bagnato se despertó, gritó reiteradas veces el nombre de cada uno de sus familiares, pero nunca recibió una respuesta. En ese momento logró sacar la mitad de su cuerpo por una ventana y fue allí cuando escuchó las palabras de un vecino del barrio: “Matías salí rápido, se quema todo!".

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Las horas posteriores fueron cada vez más dolorosas. La Justicia, quién a los tres días del hecho capturó al asesino, lo condenó a cadena perpetua, pero con la posibilidad de que pueda exigir cada seis meses algunos beneficios. Esto preocupa y alarma a Bagnato, quien no solo recibió una amenaza formal de muerte de su parte, sino que lucha día a día para que Álvarez González continúe cumpliendo su condena.

-¿Por qué consideras que hoy, a 29 años de lo sucedido y con una condena para el asesino de tu familia, tenes que seguir exigiendo justicia? ¿Tiene que ver con un miedo hacia que la justicia vuelva a dejar a Álvarez González en libertad?

-Desgraciadamente desde hace once años que vivo de esta forma. Cada seis meses el asesino de mi familia tiene la posibilidad de pedir diferentes tipos de beneficios que se les otorgan a las personas condenadas a prisión perpetua en Argentina; ya sea salidas transitorias, libertad condicional, pidió también la ley de extrañamiento, que es un beneficio que tienen las personas que están condenadas y son extranjeras.

Después pidió miles de instancias de apelaciones que tuvimos que pasar y el cumplimiento de la pena que pidió el año pasado. Él cada seis meses puede hacer un pedido. Eso es lo más difícil de esta historia. Es terrible tener que vivir 29 años continuamente pasando por estas situaciones revictimizantes que me van destruyendo año tras año psicológicamente y realmente yo siento que cada vez que tengo que pasar por esta instancia es como si me los volvieran a matar una y mil veces. No me entra en la cabeza que después de semejante crimen tenga estas posibilidades de pedir beneficios y que pueda terminar con su libertad. Porque además está el agravante de que me amenazó de muerte y que dijo que no tiene arrepentimiento de lo que hizo.

A raíz de todo esto que vivo empecé a acompañar a muchos familiares de víctimas, y ver cómo se maneja la Justicia de nuestro país, es lo que me genera ese miedo. He aprendido que además tiene que ver mucho con qué juez te toca y qué biblioteca lee para ver cómo interpreta las leyes de nuestro país. Eso hace que ese “miedo” de que pueda obtener la libertad siempre esté presente. Son tantas las instancias y por los tiempos que manejan en nuestro país, desgraciadamente cuando se termina todo este recorrido, pasaron seis meses que lo habilitan a pedir lo que dije anteriormente.

-Si es que lo hay, ¿cuál es tu motor o qué es lo que te ayuda a sobrellevar esta historia?

-Mi motor para seguir adelante siempre fue mi abuela. Yo siempre digo que ella me salvó en todos los aspectos en los que se puede salvar a un ser humano. Me ha contenido, me devolvió todo lo que la vida le permitía, ha tratado y luchado para que yo tenga una vida lo más normal posible. Que hoy yo no sea una persona carcomida por el odio es por ella. Por la edad que tenía, falleció a sus 92 años en la pandemia. Y desde ahí todo es mucho más difícil, porque ella era mi sostén. Pero lo que me mantiene fuerte muchas veces es ver mensajes de apoyo de la gente en las redes, que son muchas las veces que me llegan mensajes de fuerza. Y para una persona que tiene tantas sillas vacías en casa, es un montón.

Que hoy yo no sea una persona carcomida por el odio es por mi abuela"

-¿Tuviste o tenés hoy en día contacto con la familia de Nicolás Borda?

-Siempre tuve vínculo con la mamá Nico, que era un ser extraordinario. Lucy fue una de las víctimas de Covid. Con los hermanos de Nico también hablo a veces y siempre con buena relación. La muerte de Lucy fue en el mismo año que la de mi abuela, así que fue difícil, pero siempre la tengo presente en mi corazón.

-¿Recibiste en todos estos años amenazas por parte del asesino?

-En el 2010 fue cuando recibí la primera amenaza de él, cuando lo habían liberado por error. A partir de esa amenaza se destapa que estaba libre. Desde ese momento hasta hoy no tuve otra llamada de su parte, pero tengo la amenaza de ver continuamente los informes del penal de Ezeiza donde está detenido. El último informe que se hizo dice que él no tiene arrepentimiento, que es una persona con rasgos psicopáticos, que tiene odio hacia mi persona y todo eso es destructivo. Hay cinco personas muertas y lo creo capaz de cualquier cosa y no tengo duda de que si sale en libertad me va a querer matar.