24 Julio de 2017 16:38
Continúa el escándalo por las graves acusaciones por violencia de género contra Bruno Giacco, alias Max Chinaski, conocido por ser el fotógrafo de Candelaria Tinelli. Ya son tres las personas que lo acusan. Luego de la denuncia pública de Azul Amancay Wagata, una ex novia del fotógrafo, otras dos ex parejas lo denunciaron por el mismo motivo. BigBang reflejó el tema en dos artículos. Ahora se saben aún más detalles.
La salvaje violencia del personaje queda revelada en los testimonios obtenidos por El Destape, que habló con la propia Azul y con dos víctimas anteriores de Giacco. Las espeluznantes declaraciones de las jóvenes se reproducen aquí.
Azul Amancay Wagata
Lo primero que me dijo es que era un alcohólico en rehabilitación. Desayunaba tomando, cuando salíamos lo tenía que traer arrastrando. Luego de viajar unos meses afuera por cuestiones familiares, volví y la historia se puso peor. Me insultaba cada vez más, se drogaba cada vez más.
En una sesión de fotos con otros dos modelos, Bruno se deprimió y se tiró al piso, de la nada. Ante la pregunta de qué le pasaba, me respondió que él estaba dispuesto a matar por mi, y que yo debería matar a su ex novia, que él cree le roba fotos.
En cuanto a la fotografía, no me dejaba que me sacara fotos con otros colegas y yo accedía, pero en una oportunidad que acorde una sesión con un fotógrafo que respeto mucho, Bruno me llamó en medio de la sesión al son de que era 'una puta', que me regalaba.
Yo seguí con mi vida, pero él seguía llamándome para amenazarme. Que iba a aplastarle la cabeza a mi hermanito de un año, golpear a mi familia, o atentar contra mi. Después subí las amenazas que me hizo a las redes y se calmó
Otra víctima: "Me fui a Río Negro para no verle la cara"
Lo conocí hace cuatro años aproximadamente. Siempre fue muy manipulador y juega con tu lado mas débil. Una tarde estábamos en su casa y ya la relación no daba para más. Yo me quería ir y no me dejaba salir de su casa y no era la primera vez que pasaba. No paraba de agredirme verbalmente diciéndome que era una puta, que iba a matar a mi familia. Ante esto, yo lloraba. Intenté agarrar las llaves que él tenía en su mano y me pegó un cabezazo que me dejo tirada en el piso. No supe que hacer, llamaba a mi mamá, en un acto reflejo de la niñez. Ante eso, agarró un cuchillo que tenía cerca y me dijo: "Decile a tu mamá que te venga a buscar en la calle, que te voy a dejar en dos bolsas de consorcio". Yo seguí llorando, sin saber que hacer.
Después de un rato se cansó y me dejó salir. Me fui corriendo y atiné a llevarme su gata, que la maltrataba. Después apareció en mi casa con la hermana y otra chica, las cuales me agredieron físicamente. Llegó la Policía y mi ex novio, que se enteró de la situación. Terminaron detenidos .Después de esa vez, fui a pedir una orden de restricción y me ahí me enteré que me había él denunciado a mi. Decidí, como una boluda, dejar todo ahí, rehacer mi vida, dejar a mi familia y amigos. Me fui al sur, a Río Negro. Él y la familia son de mi barrio, no quería salir a hacer las compras y verle la cara. Son cómplices, un celular y una guitarra que él me rompió, ellos lo ayudaron a desaparecerlas.
Otra víctima: "Me cagó a palos en su casa"
Empecé a salir con Bruno en 2011, yo tenía 20 años. Con solo dos meses de relación, él empezó a ser violento. Aún así, se la dejé pasar, era una nena y no entendía. Para mi la vida empezaba y terminaba en él. Era muy engatusador, me mandaba mails escribiendo que lo perdone.
La realidad es que me cagó a palos, básicamente y encima en su casa, donde su familia estaba presente. Ellos escuchaban los gritos, la hermana nos separaba, la familia estaba ajena a toda la situación. La violencia era continua. Comenzó por partirme el teléfono. Me pegó en la cabeza una vez, me ahorcaba, me zamarreaba, él estaba mal y yo estaba mal. Pasó el tiempo y seguíamos juntos, nos separábamos, volvíamos, él estaba en paralelo con otras mujeres.
"Era muy engatusador, se comportaba mal conmigo pero yo decía 'lo voy a curar, ésta va a ser la ultima vez'.
El punto de crisis fue en una discusión en plena calle. Me agarró y la gente nos separó. Debí hacer la denuncia ese día pero estaba asustada. El límite fue un día que, mientras yo estaba en un asado, vino a buscarme a mi casa. Se había tomado como veinte pastillas de Rivotril y con una botella en la mano.Tocó el timbre, mi papa bajó, lo corrió y se escapó.
Como no estaba golpeada cuando fui a la comisaría, sólo me tomaron la denuncia como "Amenazas". Inmediatamente después, temeroso, empezó a mandarme mensajes. No lo vi nunca más. La fiscal que comenzó a tomar el caso. Le hice la denuncia en la Fiscalía de la mujer. Tomó tiempo, le tomaron declaraciones y las huellas digitales. Está todo en la Justicia.
Pasado un año, nos tuvimos que mudar de casa, cambiamos los números de teléfono. Recibía amenazas de él de que iba a salir con un cuchillo a darme. Decidí irme a vivir a los Estados Unidos. Pese a que mi abogada me dijo que no me preocupara, pero la defensoría alegó que, como no estaba en el país, no podía dar declaración vía Skype. Todo quedó ahí, pero al año me contactó otra chica: "Bruno decía que eras una enferma, pero ahora te entiendo, acabo de venir de la comisaría", me dijo.