Faltaba un puñado de minutos para que el reloj marcase la 1 de la mañana. En ese momento, el timbre sonó. Pablo había concretado un encuentro íntimo con otra persona en su casa a través de la app de Grindr, la cual usualmente está destinada a hombres gays y bisexuales. Pero al bajar a abrirle se percató que su contacto no estaba solo, sino que había llegado con un amigo. A pesar de la sorpresa, no lo dudó y le abrió la puerta a ambos. “Me dijo que venía con otra persona. Vinieron con barbijos y me pareció raro, pero me dijeron que les quedó la costumbre por la pandemia”, contó sobre aquel encuentro que terminó convirtiéndose en una pesadilla debido a se trataba de dos delincuentes dispuestos a todo.
Los saludó a ambos con un beso y los invitó a subir sin saber lo que estaba por ocurrir. Pablo hizo pasar a los dos jóvenes a su departamento ubicado en la calle Maipú al 300 en pleno microcentro porteño. Según contó el dramaturgo, les ofreció algo para beber pero fueron sus visitas quienes le propusieron que tomara algo de una botella que ellos habían llevado para la velada. Si bien al principio se negó, los acusados insistieron.
Pero como no lograron persuadirlo, uno de los hombre lo distrajo y el otro se colocó unos guantes negros y comenzó a atacarlo. “En un momento uno de ellos me distrajo y el otro se había puesto unos guantes negros y me empezó a ahorcar”, relató Pablo en diálogo con C5N. Las imágenes de las cámaras de seguridad del edificio muestran parte de la secuencia, ya que lógicamente no se sabe qué fue lo que sucedió en el interior del departamento.
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De acuerdo con la víctima, intentaron estrangularlo para asfixiarlo y lo tiraron en la cama. Fue ahí donde, en medio de la desesperación, Pablo logró golpear a sus atacantes y huir. “Le pegué un codazo a uno mientras me estaba ahorcando, después una patada al otro y corrí hacia la puerta”, contó y detalló que al intentar salir, se dio cuenta de que la puerta estaba cerrada con llave. “Yo abrí la puerta, pero me volvieron a agarrar", explicó.
Y agregó: "Ahí le mordí un brazo a uno y agarraron un pingüino de vino y trataron de dármelo en la cabeza, pero puse el brazo y pude escapar al palier. Me dijeron 'tranquilo, solo es un momento y ya está, ya se termina'”. Finalmente logró salir, bajó por las escaleras hacia la puerta de calle y dejó a los delincuentes encerrados mientras buscaba por ayuda. Sin embargo, sus llaves habían quedado arriba y no pudo salir del edificio.
Fueron minutos de mucha tensión, ya que -según admitió- no podía abandonar el lugar, tenía a sus atacantes a diez pisos de distancia y decidió pedir ayuda a los gritos. “Un chico que estaba haciendo repartos llamó a la Policía. Me decía que me quedara tranquilo porque yo gritaba que me querían matar. Mi miedo era estar adentro del edificio con esa gente”, confesó, y agregó que cuando llegaron los oficiales tuvieron que esperar a que un vecino les abriera.
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Cuando los efectivos lograron acceder al edificio (gracias a la ayuda de un vecino), encontraron la botella que habían llevado los delincuentes y dos dosis de Clonazepam de 2,5 ml. Los hombres quedaron detenidos en el acto y a pesar de que Pablo ya había hecho la denuncia en el Juzgado Correccional y Criminal N°53, fueron liberados el lunes. “Yo les pedía por favor a los policías que rompan la puerta para poder salir”, contó.
Los delincuentes recuperaron la libertad en menos de 24 horas y para la víctima, todo el hecho se trató de “un crimen de odio”. “Ellos descartaron la botella y se encontraron botellitas de clonazepam en el tacho de basura del palier del edificio. Hicieron toda una movida mientras yo intentaba salir. Yo hice una movida por las redes con las imágenes de las cámaras y ahí descubrí que hay cuatro personas que ingirieron la bebida, tres que estuvieron internadas varios días y que hay denuncias en distintas comisarías, pero que no tenían la identidad de estas personas”, explicó y aclaró que si bien se amplió la denuncia con estos testimonios, la Justicia no unió las causas.
Además, Pablo reveló que las otras víctimas de estos atacantes fueron golpeadas y llegaron a ser desvalijadas por ellos. “Les quitaron pertenencias, ahorros y los dejaron dos o tres días durmiendo. Por mas precauciones que tomes, creo que le puede pasar a cualquiera.. No hay que tener miedo de ejecutar el deseo, pero sí creo que hay que saber que existe gente mala, cuidarse y hacer redes”, sentenció.