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“Los policías nos gritaban: '¡Negros de mierda! A ustedes hay que darles un tiro”: la declaración del amigo de Lucas

Julián Salas eran quien manejaba el auto tiroteado por la Policía de la Ciudad.

por Noa Liberman

28 Marzo de 2023 16:19
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En la mañana del 17 de noviembre de 2021, en el barrio porteño de Barracas, tres agentes de la comisaría 4C de la Policía de la Ciudad, que iban en un auto sin identificación, interceptaron y dispararon al vehículo en el que viajaban Lucas González y otros tres amigos, todos futbolistas del club Barracas Central.

 

El joven de 17 años fue herido en la cabeza y murió horas después. En tanto, sus amigos fueron detenidos y trasladados a un instituto de menores en donde pasaron la noche. En la tarde del martes, los tres chicos, Julián Salas, Joaquín Zuñiga y Niven Huanca declararon en la segunda audiencia del juicio contra los policías que atacaron a los chicos y contra 11 más que encubrieron y torturaron.

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Tras la declaración de Mario González y de Cintia López, fue el momento en el que Julián Salas, el amigo de Lucas que manejaba en el momento del ataque policial, declarara frente a la Justicia: "A Lucas lo conozco de chico, íbamos juntos a la primaria". Y siguió: "Todo comenzó cuando salimos de entrenar del predio. Nos subimos al auto y Lucas me dijo que parara en una esquina para comprar un jugo. Estacioné, puse las balizas y el freno de mano".

 

Entonces agregó: "Lucas bajó a comprar el jugo, se subió al auto y arrancamos para nuestras casas contentos porque íbamos a compartir plantel. Yo venía manejando, veníamos hablando de los próximos entrenamientos". Sobre el momento en el que los policías comenzaron el brutal fusilamiento, relató. "Ahí veo que un vehículo me empieza a encerrar. Lo primero que hago es tocarle bocina, porque pensé que estaba con el celu. Ni bien me encierran, se bajan con un arma y yo pensé que nos iban a robar".

Entonces, contó lo que sucedió: “Ahí cuando se baja el conductor y empieza a disparar, lo que hago es volantear y subirme a un cordón. En ese momento me nublé y no sé exactamente cuántos tiros fueron, ni qué pasó ahí". Y agregó: "Me nublé. En un momento, empezaron a gritar que habían matado a Lucas a los tiros. Ahí me dejo de nublar y sigo manejando. Al reducir la velocidad, se bajan mis compañeros de atrás. Ahí Lucas se me cae en las piernas y yo como podía manejaba".

 

Con Lucas desvanecido y ensangrentado, Julián optó por pedirle ayuda a dos policías mujeres que se encontraban apostadas a pocas cuadras. Les esperaba un escenario peligroso. “Ahí buscamos ayuda y encontramos a dos policías mujeres. Ahí les digo que le dieron un tiro a mi amigo y que necesitábamos ayuda. Las mujeres me dicen que me baje del vehículo. Me bajo, llamo a mi mamá y le cuento todo".

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También contó: "Lo mismo hice con mi papá. En ese momento, tenían a mi amigo Joaquín contra una reja. Viene una policía y me maltrata. Me rompió toda la remera que tenía puesta", recordó, al tiempo que mostró la prenda. Ahí nos pusieron en el piso. Nos decían que éramos unos negros de mierda, unos villeros y que a personas como nosotros había que darnos un tiro, como se lo habían dado a mi amigo.

 

En ese punto, el joven contó lo que les dijeron los policías encubridores: "Nos decían que no tenían llave para sacarnos las esposas. En ese momento, no recuerdo bien quién, nos dice: '¿Dónde tienen el arma con la que mataron a su amigo?'. Ahí llega el papá de Joaquín y empezó a pedir que nos soltaran. Les decía que éramos menores. Ahí nos sacaron las esposas y nos mandaron a un móvil policial, en donde estuvimos toda la tarde. Al principio nos pusieron en un lugar y después nos trasladaron a la vuelta. Ahí llegaron mis padres".

En tanto, sobre la noche de detención, Julián dijo: "De ahí nos trasladaron a un instituto de menores y nos hicieron pasar toda la noche solos, sin nuestra familia. Hacía mucho frío. Ahí nos trasladaron a un instituto de menores y nos hicieron pasar toda la noche ahí solos, sin nuestra familia. Hacía mucho frío. A la medianoche nos buscaron para hacernos las huellas”.

Y finalizó: "Luego de eso, nos despertaron a la mañana y nos dijeron que fuéramos a desayunar, que más tarde nos íbamos. Fuimos, bajamos y uno por uno nos empezamos a ir del instituto. Nosotros no éramos delincuentes, éramos futbolistas. Queríamos cumplir nuestro sueño. Atiné a escapar, porque pensé que nos iban a robar".

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