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Los rugbiers y el "otro bloque": la estrategia de los padres y el detrás del "operativo victimización"

Los mensajes ocultos en las declaraciones y la indignación de Silvino y Graciela.

17 Enero de 2023 21:13
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No fue una semana más en el juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa. Fue la primera semana en la que por primera vez se pudo escuchar a los testigos aportados por Hugo Tomei, el cuestionado abogado que lleva adelante la defensa de los ocho imputados. Los acusados que podrían quebrarse en cuestión de horas y el secreto detrás del "otro bloque", el de los familiares de los jóvenes de Zárate que copó la última audiencia.

"Quiero declarar, quiero aclarar algo", dijo Ciro Pertossi, minutos antes de que el reloj marcara las diez de la mañana. Su aporte fue similar al de su hermano, Luciano; quien sólo se "quebró" la semana pasada para asegurarle al tribunal que no era él a quien los miembros de la PFA especializados en análisis facial forense ubicaban en uno de los videos clave de la noche del ataque.

"¡Caradura! ¡Cagón!": el armado "quiebre" de Thomsen y la reacción de la familia de Fernando

Más relajado después de la declaración de Máximo Thomsen, aunque con un tono altanero similar al de su hermano, Ciro hizo lo propio al inicio de la audiencia. Sucedió también cuando se transmitían en la sala las imágenes tomadas por el celular de uno de los testigos casuales del asesinato, en las que se lo identificó pateando y golpeando a Fernando cuando el joven de 18 años ya estaba inconsciente.

"El chico que se ve...", arrancó, pero no pudo continuar con su declaración. La presidenta del Tribunal le pidió que se pusiera de pie y que señalara de pie lo que intentaba identificar en la pantalla utilizando el mismo puntero de madera utilizado dos días atrás por Juan Pedro Guarino, uno de los dos sobreseídos en la etapa de instrucción.

"Ese chico soy yo. Pero quisiera aclarar que esa patada... cuando me doy cuenta de que el chico estaba en el piso, (esa patada) no la hago; me freno antes. Fíjense que freno la patada", aclaró, en un intento por matizar la brutalidad de las imágenes que se exponían y desarticular una de las acusaciones que durante el juicio intentó probar el equipo de Fernando Burlando: que fue uno de los que le dio las "patadas finales" a la víctima.

El siguiente tramo de su declaración estuvo alineado con las declaraciones que se sucederían horas más tarde en la misma sala: lavar su imagen y presentarse ante el Tribunal y la sociedad como un chico que sólo "tomó de más" y que no buscó asesinar, ni cubrir el crimen. Se trata del mensaje que envió al grupo de WhatsApp que compartía con los otros imputados -el "LosDelBoca3"- una hora y minutos después de que Lucas Pertossi les reportara que Fernando había "caducado" y mientras muchos de ellos se encontraban comiendo hamburguesas.

Ciro Pertossi (06.06 horas): "Chicos, no se cuenta nada de esto a nadie"."Cuando escribí el mensaje del 'no se entera nadie', quiero aclarar que cuando yo estaba viendo el teléfono, lo que hablaban los chicos, decían que ya había gente en Zárate que se había enterado de que nos habíamos peleado. Lo que digo es que no quiero que se entere nadie (Sic), porque no quería que mis padres se enteren de que nos habíamos peleado", aclaró, al tiempo que le advirtió al Tribunal: "Después, no hay nada más que quiera declarar o aclarar".

La aclaración del mensaje llegó minutos antes de que declarara el perito informático de parte convocado por Tomei, que intentó sin suerte invalidar todo el material de los teléfonos celulares de los imputados incorporado como prueba en la causa. Tras la breve declaración del otro testigo citado por el abogado defensor -un perito psicológico-, comenzaron a declarar algunos de los padres de los imputados; en línea con los testimonios de la jornada del lunes de la madre de Blas Cinalli y la de Máximo Thomsen.

Las contradicciones de Thomsen y la contundente refutación de la querella

Si hay algo que expuso el juicio fue la unidad que también comparten los padres del imputado, por fuera de los ya esclarecidos (y múltiples) cruces familiares. A lo largo de todas las audiencias, se sentaron siempre en bloque y se expresaron muestras de contención y apoyo. Tal vez uno de los menos integrados a la "mesa chica" liderada por Marcial Thomsen es el padre de Ayrton Viollaz, que asistió a todas las audiencias, pero fue el que menos interactuó con el resto. 

Pese a los distintos vínculos que comparten, lo cierto es que nunca se mostraron divididos; todo lo contrario. Y eso quedó claro en la audiencia de hoy, con el raid de declaraciones que solicitó Tomei. "Ninguno vino a decir que su hijo era inocente, ¿te diste cuenta?", resaltó a BigBang Fabián Améndola, del equipo de Burlando, minutos después de finalizada la audiencia. Y es que, en efecto, todos siguieron el mismo hilo propuesto por el abogado defensor: cómo era la vida de sus hijos antes del asesinato y qué impacto sufrieron ellos después de que el caso tomara trascendencia nacional.

Cabe aclarar que, pese a lo difundido el día de la audiencia, Graciela y Silvino sólo abandonaron la sala de audiencias por unos minutos. Luego, desde la declaración del padre de Matías Benicelli, se quedaron hasta el final; no sin transmitir con sus gestos el rechazo que les generaba cada uno de los testimonios. 

Mauro Pertossi: "Mis hijos no son asesinos, son como se les dice en el bario... vagos"

El primero en declarar fue Mauro Pertossi, padre de Ciro y Luciano; además de tío de Lucas Pertossi y de Blas Cinalli, de quien además es padrino. Su mujer, María Elena, es la hermana de la mamá de Blas, María Paula

"Luciano acababa de terminar el secundario y tenía planificado empezar a estudiar la carrera de ingeniería. Ciro ya había empezado el CBC de arquitectura", destacó al inicio de su declaración, que duró poco más de siete minutos. Luego, cuando Tomei le preguntó cómo habían viajado a Villa Gesell los imputados, el "padre de los Pertossi" expuso el estrecho vínculo que mantiene con Máximo, a quien mencionó como "Machu".

"Ellos viajaron en dos autos: en el del papá de Machu; perdón, de Máximo; y en el del papá de Matías Benicelli. Ellos estuvieron juntando dinero para poder irse de vacaciones. Nosotros en ese momento no podíamos ayudarlos", sostuvo, al tiempo que se quebró y fue asistido de inmediato con un vaso de agua por su hija, Emilia Pertossi; quien acompaña a Tomei en cada audiencia y trabaja desde los 18 años en su estudio, además de ser su ahijada.

Luego de recuperarse, el hombre aseguró que tras el asesinato de Fernando fue forzado a renunciar a la multinacional para la que trabajaba desde hacía 25 años. "Fue tremendo. En el 2020 perdí el trabajo por esto. Después de 25 años me desligaron de la empresa en la que había empezado a trabajar desde chico, que ahora es una automotriz multinacional. Es Toyota. Ahí crecí y trabajé para darle a mi familia un mejor pasar y poder educar a los chicos. Hemos pasado necesidades, para estar como estamos ahora", se quejó.

"Ahora tengo otros problemas, además del de mis hijos. No consigo trabajo. El sostén de familia es mi mujer. Recibí amenazas, están hechas las denuncias; pero eso no me importa, mientras sean por teléfono no pasa nada", denunció, aunque Tomei lo interrumpió de cuajo y le preguntó qué pensaba de "esto", en alusión al asesinato. "Es una desgracia. Uno piensa que tiene las cosas encaminadas en la vida y esto... Mis hijos no son asesinos. Son chicos, son adolescentes. Vagos, como les decimos en el barrio, pero no puedo creer lo que está pasando".

Tomei dio por concluido el testimonio. La Fiscalía y la querella se abstuvieron de hacerle preguntas. El hombre pidió quedarse en la sala y se sentó al lado del padre de Máximo. Mientras se acomodaba, sus dos hijos y Thomsen se quebraban en llanto y Emilia, una vez más, se acercó para acercarles pañuelos descartables.

Eduardo Benicelli: "No puedo seguir viviendo así, con tantos insultos y tanto odio"

El padre de Matías Benicelli ingresó por primera vez a la sala desde el inicio del juicio y recibió las mismas instrucciones de Tomei. "Él trabajaba en la empresa familiar. Su vida era normal, jugaba al fútbol; fue al mismo colegio toda la vida", ponderó. Consultado por Tomei sobre cómo se había organizado el viaje a Gesell, Benicelli recordó: "Lo organizaron entre los chicos. Les salía más económico ir en coche, así que viajaron en dos autos. En uno iban mi hijo, Blas, Enzo... y en el otro Thomsen. No sé bien cómo se dividieron, creo que viajó con Ciro, Luciano y Lucas

"¿Cómo afectó esto a su economía", le preguntó Tomei; sentado frente a los padres de Fernando. En ese momento, Silvino no ocultó su malestar. Se cruzó de brazos y su mujer miró fijo al abogado de los rugbiers. Benicelli padre no dio acuso de recibo al tenso clima y respondió: "Nunca me imaginé que iba a pasar algo así. Sé que no salieron con esa intención. Trabajó para juntar el dinero para poder ir (de viaje). A mi señora ahora le dicen puta en la calle. Piden que a mi hijo lo castiguen en la cárcel. Realmente no le encuentro explicación".

Thomsen se volvió a quebrar. Benicelli, sentado frente a él, se mantuvo tenso; aunque en ningún momento lloró. "No sé cómo definir lo que fueron estos tres años. Mucho dolor y sigue siendo así. Hay mucho dolor de la sociedad acumulado contra nosotros. Pero el dolor no se cura con dolor. Están queriendo curar un dolor terrible, con otro dolor tremendo y no lo entiendo. Lo que pasó (por el asesinato de Fernando) fue terrible, pero si lo curamos con más dolor... no hay un día que me levante sin insultos. He tenido que cerrar mis redes sociales. Es terrible lo que pasó y lo que sigue pasando. No puedo seguir viviendo así, con guardias periodísticas".

Tomei dio por terminadas sus preguntas y, tras la negativa de la Fiscalía y de la querella, el hombre solicitó quedarse en la sala. Caminó unos metros y se sentó en la segunda fila, justo detrás del padre de Máximo. "Fuerza, gordo", le dijo al recibirlo en "la banca de los padres de los imputados". Pertossi, por su parte, le acercó su mano en señal de ánimo. El hombre seguía llorando mientras todos aguardaban el ingreso de María Alejandra Guillén, madre de Comelli.

María Alejandra Guillén: "Vivo una agonía constante"

La mujer tardó unos segundos en entrar a la sala, lo que obligó a la hermana de los Pertossi a acercarse a la puerta. Mientras esto sucedía, Silvino y Graciela hablaban entre ellos. No ocultaron en ningún momento el rechazo que les generaba escuchar a los padres de los rugbiers, pero se mantuvieron estoicos durante cada una de las declaraciones.

En el momento en el que María Alejandra se sentó, su hijo se puso a llorar. Una vez más, "la Pertossi abogada" lo asistió con pañuelos descartables. "Enzo hacía deportes y trabajaba en un boliche, en la parte de la caja. Con eso se pagó las vacaciones, porque ese año me había quedado sin trabajo", aclaró la mujer. "¿Cómo impactó este evento en tu vida?", preguntó Tomei, a quien ya le quedaban pocos pseudónimos para evitar mencionar las palabras homicidio u asesinato.

"Es tremendo. Nos cambio la vida a todos", respondió y se puso a llorar. "Desde ese día pienso... es una agonía constante. No poder salir a la calle. Mi marido trabaja en una ferretería y perdió el trabajo. Ese año yo iba a poner un negocio, pero fue imposible. Las llamadas (que recibieron). Bueno, así estamos".

La tensión en la sala ya era máxima. Uno de los mejores amigos de Fernando, que asistió a todas las audiencias, ya no podía ocultar su malestar. Por momentos, incluso, se paraba y miraba fijo a los rugbiers en señal desafiante. Silvino y Graciela, de brazos cruzados, miraban a cada uno de los testigos convocados por Tomei con indignación.

Tomei: "¿Vos los ayudaste con el alquiler?" Guillén: "Sí, me acuerdo que miramos la casa. Lo hablé con otra mamá". Tomei: "No tengo más preguntas". Guillén: "Si me permiten, quiero decir algo más. Yo trabajaba y no soy ninguna puta. Necesitaba decirlo. Fue tremenda esa palabra".La madre de Comelli retomó la acusación que el día anterior habían hecho también la madre de Thomsen y de Cinalli, quienes acusaron a Burlando de haberlas tratado de "putas" por haber calificado en los medios de comunicación a sus hijos como "hijos de puta" por el asesinato de Fernando

La mamá de Fernando y su reacción minutos después de las declaraciones de los padres de los rugbiers: "Pienso en él"

Ni los videos de golpiza letal, ni los de la autopsia: lo único que hizo que Silvino Báez y Graciela Sosa abandonen de forma intempestiva la sala de audiencias del juicio por el asesinato de su hijo fue la declaración de la madre de Blas Cinalli. Hoy, pese a que ya se sabía que Tomei citaría a más padres de los ocho imputados, los padres de Fernando volvieron al Tribunal y se hicieron presentes contra lo que se suponía. "Es durísimo escucharlos y ya estoy cansada, pero tengo que estar acá por él", reconoció segundos después de finalizada la audiencia en diálogo con BigBang.

Desde que inició el juicio, Graciela y su marido se refugian en cada cuarto intermedio en un pasillito ubicado a la derecha de la sala de audiencias. No se esconden, se refugian. Es el lugar que eligen para no cruzarse con ninguno de los testigos y en el que encuentran cierta tranquilidad. Cuando la presidenta del Tribunal dio por terminada la jornada en horas del mediodía, ella hizo lo mismo de siempre: se escapó a su rincón.

 

"¿Cómo está?". La pregunta no necesitaba mayor desarrollo. Y es que, además de la intempestiva y fugaz declaración de Ciro Pertossi, la mamá de Fernando soportó durante casi tres horas los testimonios de Mauro Pertossi (papá de Ciro y Luciano; tío de Lucas Pertossi y tío y ahijado de Blas Cinalli), la de Eduardo Benicelli (papá de Matías) y la de María Alejandra Guillén (mamá de Enzo Comelli). "Ya estoy muy cansada, pero Fer me necesita acá", reconoció, al tiempo que acarició el pin con la cara de su hijo.

A diferencia de la jornada del día de ayer, en la que Silvino no toleró la victimización de la madre de Blas Cinalli y abandonó, sin siquiera mirar a su mujer, la sala; los papás de Fernando sólo se retiraron por unos minutos y se mantuvieron luego estoicos durante toda la audiencia. Por momentos demostraban su enojo, cruzaban los brazos y miraban con desconcierto a los padres de los imputados. Por otros, encontraban consuelo en sus rosarios y en algún que otro comentario que les hacía Fernando Burlando, sentado a centímetros de ellos.

"¿Viste la cantidad de comida y útiles que están donando?", destacó de inmediato, aferrada al pin con la cara de su único hijo. "Los compañeros del colegio de Fer también están organizando y consiguieron un montón de cosas. Como en la otra colecta, que conseguimos mil kilos de azúcar", recordó con orgullo. "Sé que es lo que hubiera hecho él, porque era ante todo solidario. Me quedo con eso".

Al abandonar los Tribunales, los padres de Fernando recibieron como cada día el cariño de la gente de Dolores que se acerca para acompañarlos. Los medios, apostados cerca del corralito azul de la Policía, transmitían las declaraciones de Burlando casi en cadena nacional. "¿Vas a querer hablar?", le preguntó Silvino, mientras saludaban a la gente. Ella dudó. "Podés recordar la convocatoria de mañana", le recordó. "Tenés razón, vamos", le dijo.

"Le digo a la sociedad que Fernando es la víctima, que le rompieron la cabeza. Se anotó para donar sus órganos antes de terminar la secundaria, pero por la patada y los golpes que le dieron a Fernando no pudo ni donar sus órganos", advirtió Graciela, exponiendo así la estrategia que desplegó Tomei y con la que busca posicionar a los padres de los imputados como víctimas económicas y sociales del asesinato.

Se cumple el tercer aniversario del crimen y, a diferencia de los años anteriores, este 2023 los encuentra en la ciudad de Dolores; a la espera de los alegatos finales y con el veredicto a la vuelta de la esquina. "El encuentro será en el anfiteatro de la ciudad de Dolores a las 19. Los invitamos a colaborar ese mismo día con una colecta solidaria acercando un alimento no perecedero o útiles escolares que serán destinadas a distintas entidades", anunció la propia Graciela hace sólo una semana.

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