En todo el mundo, el nombre “Maguila” es asociado a la risa, la inocencia y la diversión gracias al gorila que los estudios de animación Hanna-Barbera dieron vida en la década del '60. En todo el mundo, menos en Argentina: acá el nombre está asociado a la familia más nefasta y maléfica del crimen nacional, los Puccio, de la cual Daniel “Maguila” formó parte.
El clan Puccio, dirigido por el patriarca Arquímedes Rafael, se dedicó a principio de los '80 a secuestrar y asesinar empresarios, muchos de ellos amigos de la familia.
Epifanpía Calvo junto a sus hijos Adriana y "Maguila" Puccio, ayer y hoy
La Justicia pudo probar que Daniel “Maguila” participó en el secuestro de la empresaria Nélida Bollini de Prado, que fue rescatada sana y salva en agosto de 1985; la única que corrió con esa suerte. Ese caso marcó el final del siniestro grupo criminal.
“Maguila” fue el miembro del clan que más misterio generó luego de los crímenes: tras estar preso dos años, aprovechó una salida y se fugó, desapareciendo literalmente del mapa y de los radares de la Justicia y el público en general.
Daniel Arquímedes "Maguila" Puccio cuando fue arrestado en 1985. Sólo estuvo preso dos años. Foto: Clarín.
Incluso logró la impunidad que muchos criminales sueñan con conseguir: una vez que prescribió la causa, hace dos años, se presentó en los Tribunales, donde fue notificado: luego de ese trámite, logró poder circular por el mundo y la vida en libertad.
Sin embargo, volvió a su status de fantasma viviente, oculto entre las sombras, huyendo de sus culpas y escondiéndose de la sociedad que asocia el apellido Puccio al mismísimo mal.
Epifanía Angeles Calvo, su hija Adriana y su hijo "Maguila" Puccio, fotografiados en San Telmo
Por lo menos hasta esta semana, luego de que la revista Gente lo fotografiara en el barrio de San Telmo, la primera foto en más de 30 años: aparece junto a su madre Epifanía Angeles Calvo, otra que prefirió esconderse éstas tres últimas décadas, y su hermana Adriana, que despreció su linaje Puccio y cambió su apellido para poder tener una vida lejos del estigma.
¿Cómo logró “Maguila” eludir a la Justicia todos estos años?
El tercero de los cinco hijos de Arquímedes Puccio, el que volvió de Australia para unirse a la “industria sin chimeneas y mano de obra barata” familiar (eufemismo que el patriarca utilizaba para llamar al secuestro y asesinato), fue un enigma para todo el mundo y hoy, a los 55 años, aún lo es.
Cuando en 1998 la Justicia dictó sentencia y lo condenó a 13 años de prisión, “Maguila” esperó en la clandestinidad que se cumpliera la sentencia y prescribiera su condena.
Las víctimas del Clan Puccio
Se cree que se fugó al exterior. Algunos hablan de Brasil, otros de Nueva Zelanda. Lo que todos coinciden es que el Puccio prófugo siguió con su pasión en su vida oculta: el rugby. “Está en Porto Alegre, donde juega en un equipo veterano de rugby”, dijo en 2015 decir una fuente de la investigación.
Otros hablaban de “Maguila” en la provincia de San Luis, donde se habría dedicado a los caballos. Según una nota de infomerlo.com, fue ubicado entre 2005 y 2007 en el norte de San Luis, más precisamente en un paraje rural denominado Loma Verde, emplazado en inmediaciones de la ruta 1, entre la localidad de Cortaderas y el paraje San Miguel, a unos 22 kilómetros de la ciudad de Villa de Merlo.
Loma Verde es un paraje al que se accede por un angosto camino arenoso, de tupida vegetación nativa, con pocas viviendas. Hace ocho o diez años, el lugar era aún más despoblado y de difícil tránsito, lo que lo transformaba en un sitio apropiado para pasar desapercibido.
Sin embargo ahora todas las especulaciones sobre la reclusión solitaria de “Maguila” quedaron en la nada: lo descubrieron en el hiperpoblado y conocido barrio porteño de San Telmo, lugar que comenzó a ser asociado a su vida cuando BigBang descubrió en las últimas elecciones presidenciales que “Maguila” figuraba en el padrón de una escuela de ese barrio.
Así figura “Maguila” en el padrón. ¿Habrá votado?
El Puccio que pidió perdón
La única certeza sobre “Maguila” en sus años de clandestinidad fue un pedido de perdón que acercó a Nélida Bollini de Prado, la mujer ayudó a secuestrar y que fue rescatada por la policía antes de que la mataran.
“Hubiese preferido transmitirle esto personalmente, pero es posible que usted no quiera verme. Sé que además de pedirle perdón tengo una deuda con usted y su familia. Me encuentro a su entera disposición para servirle en todo aquello que esté dentro de mis posibilidades y aunque exceda a éstas, realizaré mis máximos esfuerzos para cumplir lo que usted necesite”, escribió el tercer hijo de Arquímedes, ahora salido del anonimato luego de haber sido retratado en el barrio de San Telmo.