Religiosamente meses atrás, a las 21 horas cientos de miles de argentinos salían a los balcones -o desde sus patios y ventanas- y comenzaban con los aplausos a los profesionales de la salud que día a día arriesgan todo para combatir el avance del coronavirus en el país.
Pero esa práctica lentamente se fue olvidando y se vio opacada por los vecinos que -por temor- optaron por insultar y hostigar a médicos, enfermeros o farmacéuticos con el objetivo de que no ingresen más al edificio que comparten con ellos y así, según su lógica, reducir las posibilidades con contagio.
Pero en las últimas horas el caso de Daniela, una enfermera de 41 años que vive en barrio Guadalupe de Santa Fe, conmocionó a todos a sus amigos. Y es que los los vecinos, además de intimidarla por su rol de profesional de la salud, mataron a sus mascotas para amedrentarla y exigirle que se mude.
Daniela es enfermera paliativista, vive junto a su hijo de 23 años y trabaja en un sanatorio privado de Santa Fe con enfermos de COVID-19. Pocos días después de que el presidente Alberto Fernández decretara el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), sus vecinos le dejaron un cartel con un mensaje intimidatorio.
"Soy enfermera paliativista y trabajo con pacientes de coronavirus. Toda la vida ayudé a mis vecinos cuando necesitaban algo. Sin embargo, cuando empezó la cuarentena y toda esta locura, me encontré con un cartel en la puerta de mi casa que decía que me tenía que ir porque iba a infectar a todo el barrio", contó la mujer.
Según explicó la enfermera en una entrevista radial, sus vecinos le pidieron que se fuera por que "iba a infectar a todo el barrio".
"No les llevé el apunte, pensé que era una broma", contó. Pero lo que era un simple cartel intimidatorio, escaló a un repudiable y siniestro caso de maltrato animal: su perra Gabyta y su gato fueron envenenados.
La noticia del salvaje ataque a sus mascotas y, claro está, miembros de su familia, se la dio su hijo, entre lágrimas. "La perra tenía 16 años y murió al instante. Al gato logré llevarlo [al veterinario], intentaron recomponerlo, pero no pudieron salvarlo", relató, visiblemente conmovida. El veneno fue mezclado con carne y vidrio molido, causando que el gato agonizara durante horas.
Además del dolor que siente por haber perdido a sus mascotas, Daniela expresó su preocupación y temor por los valores de las personas que viven a su alrededor: "Una estudia para hacer un bien y ahora no te da la gana. Sacaron lo peor de mí. Nosotros siempre fuimos dos y los animales eran nuestra vida. Esto fue por ignorancia y maldad. Uno no busca enfermarse, tarde o temprano a esto lo vamos a tener todos".
En ese sentido, describió que sus mascotas no salían de su casa y dejó en claro que eran muy tranquilas, por lo que estima que le arrojaron el alimento contaminado por sobre el tapial. La enfermera y su hijo actualmente viven junto a Junio, su perro, y la única mascota que no ingirió el alimento contaminado.