25 Noviembre de 2019 16:27
Todo transcurría con total normalidad el domingo, en una vivienda situada en Arzeno al 7300, a pocos metros de su intersección con calle Padre Genesio, en el barrio Scarafía, Santa Fe. Allí se realizó un asado al mediodía entre "amigos" y en medio de una larga sobremesa, tras una discusión, uno de los presentes, de tan solo 20 años, sacó un revólver y asesinó a tres personas.
El triple crimen ocurrió cerca de las 19 horas. Según los investigadores, la sobremesa fue interrumpida por una discusión. En ese momento, Mauro Díaz sacó una pistola calibre 9 milímetros y disparó a quemarropa contra el resto de los comensales, asesinado a Omar Amarilla (33); María Soledad Ingui (35) y Antonio Matías Fernández (16).
A su vez, dejó herido de gravedad a Celeste Villarisa y a Miguel Ravelli (35). El padre del prófugo, Jorge Alberto Díaz, dijo que, según le contaron vecinos, su hijo huyó "herido y a pie" y le pidió a través de entrevistas con radios de la ciudad que se entregue. El hombre vinculó la masacre al tráfico de drogas, le pidió a su hijo que se entregue porque su familia está amenazada.
Díaz padre, quien trabaja como panadero, contó que cuando se levantó de la siesta y antes de irse a trabajar vio que su hijo Mauro estaba reunido con quienes luego serían sus víctimas, tomando cerveza. "Yo no sé si él (por su hijo) vendía drogas, pero Amarilla sí andaba vendiendo drogas, ellos sí andaban vendiendo”, detalló Díaz en diálogo radio Aire de Santa Fe.
Y sumó: “Mi hijo se había empezado a juntar con ellos. Yo quiero que se entregue porque está mal lo que hizo. Yo soy padre y si a mi hijo le pasa algo, salgo a pedir justicia por él. Mi esposa se fue al parque con mi hija y mis nietas, y en ese momento mi hijo llegó con estas seis personas. Se ve que discutieron y todo terminó así".
El hombre dijo que tras los asesinatos su familia recibió amenazas de muerte, por lo que espera que su hijo se entregue. "Nosotros estamos amenazados con que nos van a matar y nos van a quemar todo. Yo trabajo de panadero y no me puedo ir a las seis de la tarde y dejar sola a la familia", explicó, visiblemente nervioso y preocupado.
Díaz aseguró que después de los crímenes no volvió a ver a su hijo y aclaró que tampoco sabe dónde está. "No vino, no sabemos qué pasó, no sabemos nada, sabemos que tal vez está herido y se fue caminando", dijo.
El sospechoso, que utilizó para disparar contra sus acompañantes una pistola calibre 9 milímetros, mató a Ingui y Fernández, cuyos cadáveres fueron hallados en el patio de la casa, en tanto Amarilla sobrevivió unas horas y falleció cerca de la medianoche en un centro asistencial.
Según su padre, Mauro Díaz trabajó hasta diciembre de 2018 en Buenos Aires, donde realizaba actividades relacionadas al turf, aunque regresó a Santa Fe para las últimas fiestas y se quedó. "Se empezó a juntar con esa gente. En mi casa no tenía armas", señaló.
Díaz recordó que en el último tiempo junto a la madre le llamaron la atención a Mauro, ya que desde que se había juntado con esas personas "estaba como descarrilado". Además, remarcó que sabe que su hijo "andaba a los tiros cuando estaba con ellos", ya que "andaban armados".
La madre del acusado, Zunilda, dijo por su parte que tiene miedo por sus hijas de 14 y 16 años, por lo que espera que Mauro "vuelva y diga qué paso y cómo está". La investigación quedó en manos de la Fiscal de Homicidios del Ministerio Público de la Acusación (MPA), María Laura Gioria.
Sobre los heridos, Villarisa fue trasladada al hospital Iturraspe con lesiones de bala, mientras que Ravelli permanecía internado en el hospital José María Cullen, donde fue sometido a una cirugía debido a dos balazos en el pecho y uno en la espalda, por lo que su estado es reservado.