Los ojos llenos de lágrimas. La voz quebrada. El dolor en vida. Las ganas de que haya justicia lo más pronto posible. Los recuerdos latentes y la espera de un último mensaje que nunca va a llegar, es lo que define a Andrea, la esposa de Daniel Barrientos, el chófer asesinado en La Matanza, horas después del crimen.
A Daniel le faltaba un mes para jubilarse. Tenía 65 años, un hijo que quedó húerfano (ya que la ex esposa de Barrientos murió el año pasado), los trámites en marcha y todo planificado para dejar de levantarse con el miedo de subirse a un colectivo y no volver más. Tenía proyectos con Andrea, con los hijos de ella, con los suyos, quería comenzar un nuevo emprendimiento familiar, mudarse de Buenos Aires, entre otros tantos planes que, lastimosamente un asesino le arrebató en la madrugada del lunes mientras él realizaba su trabajo. Trabajo del cual tenía los días contados para no volver más.
En diálogo desde Virrey del Pino, en el domicilio que compartía con su pareja, Andrea habló con Argenzuela, el programa de Jorge Rial, en C5N, sobre cómo era Daniel y todo el dolor que le dejó esta pérdida.
“Estoy muy dolida. Me sacaron todo. Teníamos un proyecto de vida, teníamos muchos planes, la verdad es que una excelente persona, nadie se lo merece y él era todo. Era un amor de persona. Muy compañero, con mis hijos era como su papá sin serlo. Me arrancaron mitad de vida. Me sacaron las ganas de vivir, de seguir. Sé que tengo que seguir por mis hijos pero la verdad es que me sacaron todo”, indicó.
Sobre su futuro y los planes de vida que abarcaban, afirmó: "Él ya tenía el trámite de jubilación, estaba haciendo todo para salir de ahí. Solo esperábamos la confirmación y después teníamos planes de viajar, de comprar nuestra casa, de vivir lo que nos quedaba, poner un negocio de comida, ya que le gustaba cocinar. Queríamos tener algo nuestro y en una de las partes era el proyecto de irnos de Buenos Aires, ya que está muy complicado todo, pero no pudimos."
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Una de las protestas que más se hizo presentes en el paro de colectiveros fue la falta de seguridad en La Matanza. El miedo que corren los trabajadores por el hecho de levantarse de madrugada para ir a realizar su labor y no volver nunca más y el estar expuestos todo el tiempo a que les pase lo peor."Nunca se hizo nada como medidas de seguridad, hoy y siempre salían expuestos. Su colectivo no tenía ni tuvo nunca cámara de seguridad. Él me decía que todos los recorridos eran muy peligrosos, había uno que él no hacía por los años que tiene en la empresa, pero todos son peligrosos. Hay muchos lugares que los tenían que hacer y el quizás tenía la posibilidad de elegir no ir por el hecho de que tenía muchos años en la empresa y porque lo querían mucho. Él tuvo muchos problemas de salud y ya quedaba de rondín, es decir, que hacía el recorrido más corto, por la zona", sostuvo.
En la desolación por lo sucedido, la inseguridad era tal que Daniel le iba marcando el camino de lo que hacía o lo que le tocaba hacer a través de mensajes para que Andrea sepa en dónde estaba o iba a estar. Pero el último mensaje nunca más llegó.
"Él me mandaba siempre un mensaje cuando llegaba, me mandaba las planillas por donde hacía el recorrido, hoy justamente fue lo mismo e inclusive como llovía, hablamos de los frenos, de que los iba a regular, me manda fotos de todo. Me dijo que iba para Vernazza y de ahí para kilómetro 29 e íbamos hablando por mensaje, después me dijo que ya iba a cargar y yo le dije que me mande mensaje cuando llegue al km 29 y no me contestó nunca más. Yo después le mandé unos mensajes y nunca más me respondió. Yo ya había levantado a mis hijos y todo para irlo a buscar porque yo sabía qué recorrido le tocaba. Pensaba irlo a buscar a Catán, e ir a hablar con alguno de los inspectores para ver si sabían algo porque me parecía raro que no se comunicara ni aunque haya perdido el celular por otro medio", enunció.