08 Abril de 2025 09:47

Durante 17 días, la esperanza sostuvo a una familia que se negó a rendirse. Cada rastrillaje, cada vuelo, cada paso en medio del monte era un intento desesperado por encontrar con vida a Matías Ezequiel Vergara, el joven neuquino de 28 años que había sido reportado como desaparecido el 21 de marzo. Sin embargo, el domingo la noticia que nadie quería escuchar golpeó con fuerza: un cuerpo fue hallado sin vida en una zona de muy difícil acceso del cerro Belvedere, dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi. Y con el correr de las horas, llegado el lunes, se terminó confirmando que los restos pertenecían a Matías.
El hallazgo se produjo en una pendiente abrupta, alejada de los senderos turísticos y con una vegetación tan espesa como implacable. Fue un bombero de Villa La Angostura quien, desafiando el terreno y guiado por su intuición, se apartó del camino habitual y dio con una mochila y una campera. Las prendas pertenecían a Matías. Siguió las huellas que descendían por la ladera hasta el fondo de un barranco. Allí, entre rocas y sombras, encontró lo que temían: un cuerpo. La escena fue desoladora. "En principio está en una zona sumamente compleja, es un barranco y abajo hay un cuerpo", confirmó el fiscal Adrián de Lillo, quien coordinó la investigación.
El lugar, de acceso casi imposible por tierra, requirió múltiples sobrevuelos para confirmar la ubicación exacta. Fueron necesarias siete pasadas aéreas antes de divisarlo con claridad. El viento impidió estabilizar el helicóptero en varias ocasiones. Cada intento fallido fue una puñalada más para quienes aguardaban una señal, una mínima esperanza. La madre de Matías, Patricia Ribera, fue quien puso palabras al silencio ensordecedor que siguió a la noticia. "¡Mi niño se fue! No voy a volver a verlo, ni abrazarlo, ni besarlo. Dios tenelo en tu gloria y amor. Te amo, Matías Ezequiel", escribió en sus redes.
Nadia, su hermana, también se expresó con dolor: "No lo vamos a velar. El dolor ahoga y tritura cada parte de nuestro ser". La última huella de Matías había quedado escrita a mano, en una nota hallada por su tío en la vivienda familiar. Un mensaje íntimo, de despedida: "Estoy cansado de lastimar gente. No es lo que quiero. No se justifica. Siento que estoy enfermo. Mando luz y amor para quienes amo". Según su madre, el estilo y las palabras coinciden con la forma habitual en que se expresaba su hijo. Ahora, los peritos deberán responder las preguntas que, por el momento, solo generan conjeturas. ¿Fue un accidente? ¿O fue una decisión trágicamente premeditada?
La autopsia y el análisis del terreno intentarán reconstruir sus últimos pasos. "Va a ser complejo determinar si fue un accidente o fue una decisión autodeterminada", reconoció De Lillo. Para extraer el cuerpo fue necesaria la intervención de una empresa especializada en rescates de alta montaña. La compañía IVEX, con base en Bariloche, fue contratada por el Concejo Deliberante de Villa La Angostura ante la imposibilidad de las fuerzas locales de actuar con seguridad en esa geografía hostil.
Matías Vergara tenía 28 años. Era un joven sensible, introspectivo, de esos que abrazan con palabras y escriben con el corazón. Sus mensajes, según sus seres queridos, siempre hablaban de "luz y amor". Esa luz hoy se apagó en el fondo de un barranco, en uno de los rincones más inaccesibles de la Patagonia. Pero sigue brillando, quebrada pero viva, en el recuerdo de quienes lo amaron. Y en el eco de su madre, que lo busca en el cielo: "Siempre en mí, hijo amado. Te amaré hasta mi último suspiro".