La postal es inquietante. Una embarcación vacía, anclada en medio del río, con la llave puesta, los salvavidas intactos... y un silencio abrumador. Así comenzó una historia que mantiene en vilo a toda la región norte de Santa Fe, especialmente a la ciudad de Reconquista. Desde el martes por la tarde, nada se sabe del paradero de Pablo Ovando, un reconocido guía de pesca de 44 años, y su pequeño hijo Agustín, de apenas 3. Salieron juntos a navegar por la zona de El Palmar, como tantas otras veces, pero esta vez no regresaron. Y desde entonces, la angustia no deja de crecer y las autoridades desplegaron un extenso operativo de búsqueda.

Pablo no era un desconocido. Dueño de Pirayú Excursiones, figura habitual en las competencias de motonáutica, y ferviente promotor del sitio Jaaukanigás como destino turístico, conocía el río como la palma de su mano. Por eso, para quienes lo quieren y lo respetan, lo que está ocurriendo resulta tan desconcertante como doloroso. "Él no era un improvisado. Conoce cada rincón del río. Esto no tiene sentido", dijo un amigo entre lágrimas, mientras participa activamente de los rastrillajes.
El martes 15 de abril, alrededor de las 14:30, fue el último contacto que la familia tuvo con él. La excursión parecía rutinaria: salir con su hijo a disfrutar del río, como tantas otras veces. Pero cuando no regresaron al caer la tarde y no respondió los llamados, un empleado de su empresa se acercó al muelle. Allí, lo impensado: la lancha "Wally" estaba anclada en medio del río San Jerónimo, con la llave aún colocada, sin signos de daño, sin rastros de lucha, sin explicaciones. Solo el río. Y el silencio.
De inmediato se dio aviso a su esposa y se radicó la denuncia. Prefectura Naval, personal policial, buzos tácticos, familiares, amigos y pescadores se sumaron al operativo de búsqueda, que se interrumpió anoche por la oscuridad pero se reanudó al amanecer de este jueves. "No hay un solo indicio firme de qué pudo haber pasado. No se sabe si cayeron al agua por accidente, si alguien los obligó a abandonar la embarcación o si se refugiaron en algún islote", admiten con desesperación desde el operativo.
Y agregaron: "Todo es incertidumbre". Mientras las tareas de rastrillaje avanzan con desesperación, y se espera la llegada de refuerzos y tecnología especializada desde Corrientes, la comunidad entera de Reconquista se mantiene en vilo. Las redes sociales se inundaron de cadenas de oración, fotos de Pablo y Agustín, y mensajes que imploran por un milagro. María Luisa, madre de Pablo y abuela del pequeño, apenas puede contener el llanto al recordar que fue ella quien recibió el último mensaje a las 14:30 del martes. "No puede ser que nadie sepa nada... que solo esté la lancha, como si el río se los hubiera tragado", dijo a ReconquistaHOY.