La medianoche en el barrio porteño de Boedo se tiñó de fuego y misterio. Un incendio arrasó con un galpón en el que funcionaba una imprenta, y lo que parecía ser una tragedia accidental pronto se transformó en un caso digno de un thriller policial. Entre los escombros y las cenizas, los bomberos encontraron el cadáver de un hombre. Pero lo más estremecedor aún estaba por descubrirse: la víctima tenía un disparo en la cabeza. El siniestro se desató alrededor de las 00:30 en un inmueble de Quintino Bocayuva 1471, donde además había textiles y maquinaria pesada. Los vecinos, alertados por las llamas y el humo denso, dieron aviso a los servicios de emergencia.
Al llegar, los bomberos combatieron el fuego y, al extinguirlo, hallaron el cuerpo completamente calcinado. Sin embargo, lo que inicialmente se interpretó como una muerte producto del incendio tomó un giro siniestro cuando los peritos confirmaron la presencia de un impacto de bala en el cráneo del fallecido. La reconstrucción de los hechos reveló que una mujer había llamado al 911 minutos antes del incendio. Entre sollozos, alertó que su pareja le enviaba mensajes de despedida a sus hijas y que temía lo peor, ya que él tenía acceso a un arma de fuego. Poco después, se desató el fuego en el galpón.
Cuando la policía llegó, las llamas ya consumían la estructura, lo que obligó a una evacuación inmediata de los inmuebles linderos. Tras la inspección del lugar, los investigadores encontraron junto al cadáver un arma de fuego. Las primeras hipótesis apuntan a que el hombre, de 54 años, identificado como Eduardo Moguilevsky, habría tomado la drástica decisión de quitarse la vida antes de que el fuego consumiera el lugar. Pero el caso no terminó ahí. Según trascendió, la víctima estaba bajo investigación en una causa por presunto abuso sexual.
De hecho, el día anterior, la Policía de la Ciudad había allanado su domicilio y secuestrado una pistola Bersa Thunder 9mm, lo que arroja más interrogantes sobre las circunstancias de su muerte. Ahora, la Fiscalía Nacional en lo Criminal y Correccional N°52, a cargo de Romina Monteleone, busca esclarecer si se trató de un suicidio, un homicidio o un intento de borrar evidencia. Para ello, peritos de la Unidad Criminalística Móvil y la División Siniestros del Cuerpo de Bomberos trabajan en la recolección de pruebas y en la reconstrucción de las últimas horas de la víctima.
Hasta el momento, los investigadores sostienen que el empleado se habría quitado la vida a raíz del hallazgo de algunos mensajes escritos en las paredes en los que se quejaba del trato recibido por sus compañeros de trabajo. Al mismo tiempo, confirmaron que sobre el hombre recaía una denuncia por abuso sexual. Fuentes del caso confirmaron que el hombre ayer "se encontraba afectado a actuaciones caratulas abuso sexual, las cuales derivaron en una orden de allanamiento, donde se le secuestró un arma (una pistola Bersa Thunder 9 mm)".