Una discusión que se va de las manos. Una pelea callejera que termina en desgracia. Una vida que termina en mano de varios agresores que hoy brillan por su ausencia. La historia se repitió otra vez. Cuando asesinaron a Fernando Báez Sosa todo un país se unió al grito de Justicia para que nunca más ese hecho lamentable vuelva a suceder y tres años después, la misma imagen vuelve aparecer en escena: murió Lautaro Alvaredo.
El joven de 19 años llevaba 12 días peleando por su vida tras ser diagnosticado con muerte cerebral. Fue hace dos semanas cuando decidió asistir a un boliche ubicado en Gregorio Laferrere junto a sus amigos y sin saberlo, aquella misma noche se marcaría su final.
El salvaje episodio ocurrió en la madrugada del 6 de noviembre. Todo empezó a través de una discusión en el interior del boliche "Cyrux", ubicado en Luro al 5700, en el cruce con Pedro Obligado. Según trascendió, uno de los amigos de Lautaro se cruzó con otro joven y ese intercambio de palabras se transformó rápidamente en agresiones, lo que motivó al personal de seguridad del lugar a intervenir y a echar a todos los protagonistas del local bailable.
Una vez afuera, ambos grupos se enfrentaron en una pelea que terminó con la salvaje paliza que al menos tres personas le propinaron a Lautaro en el piso, dejándolo gravemente herido. Según pudieron reconstruir las autoridades hasta el momento gracias a las imágenes tomadas por las cámaras de seguridad del lugar, dos jóvenes se enfrentan a Lautaro y, luego de algunas trompadas y patadas, logran tirarlo al piso. En ese momento, uno de ellos le pegó una violenta patada en la nuca que culminó con su vida.
Después de ser trasladado al Hospital Germani, fue derivado a la Clínica Mariano Moreno en donde quedó internado durante los 12 días en que luchó por su vida. Los médicos que lo atendieron afirmaron su muerte cerebral y manifestaron que las expectativas de recuperación del joven eran "nulas" hasta que en las últimas horas Lautaro había mostró alentadoras señales de mejora aunque sólo podían ser acompañadas por un "milagro".
El profesional de la salud que estaba a cargo de él había considerado que existía una posibilidad entre cien que Lautaro se recupere y en esa misma línea, expresó cuál era la única esperanza que podían tener los progenitores del adolescente. "Ellos (por los padres de Lautaro) esperan que Dios los ayude y el chico salga adelante. Cuando llegó al establecimiento tuvo un paro y se lo reanimó e intubó. Ahora la decisión los tienen los padres".
Por eso mismo, los padres de la víctima decidieron confiar a la espera de "un milagro para que salga adelante" y, por esa razón, no autorizaron al Incucai (Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante) para que realice la ablación de órganos.
¿Qué pasó con los agresores? En principio, Ian Noguera, quien le dio la patada criminal, tras enterarse de que Lautaro se encontraba internado peleando por su vida decidió huir junto a su padre y quedar en condición de "prófugo" sabiendo que probablemente tendría una condena que cumplir en caso de que la víctima perdiera la vida.
Sin embargo, eso duró solamente unos días porque tras hacerse viral el caso, tanto él como Fabricio Román Stella, otro de los agresores, se entregaron a la Policía junto a sus respectivos padres y abogados poniéndose a disposición de la Justicia. Ambos quedaron detenidos y acusados como coautores de homicidio, bajo la caratula de "homicidio agravado por alevosía y por el concurso premeditado de tres o más personas". Se espera que en las próximas horas la misma cambie debido al fallecimiento de la víctima.