Nada es casual. Mientras la opinión pública se sorprendió por la "repentina" entrevista televisiva que Nahir Galarza le dio a Mariana Fabbiani desde el Penal de Mujeres de Paraná, los abogados de la joven de 21 años condenada a perpetua por el homicidio de Fernando Pastorizzo se preparan contrarreloj para la audiencia que tendrá lugar en las próximas semanas. ¿El objetivo? Apelar en Casación el contundente fallo del Tribunal de Gualeguaychú. El plan "mediático" para construir una "nueva Nahir" y la nueva estrategia judicial.
Nahir Galarza en su primera entrevista televisiva.
En efecto, la confesa asesina supo guardar el silencio durante el juicio y otorgó contadas entrevistas luego de la lectura del fallo. En estos nueve meses, Nahir dio una entrevista telefónica al diario local El Once: fue su primera nota y puso como condición no hablar de Fernando. Meses más tarde, recibió al portal Infobae desde su celda en el penal de Paraná. En ambas, Galarza hizo hincapié en el "linchamiento público y mediático" que asegura haber sufrido e insistió en que nadie la conoce "de verdad".
Me molesta la fomentación del odio hacia mí"
"Estos meses, no he hablado nunca con nadie y todos me describían. Todo el día 'Nahir es esto, Nahir es lo otro'. Describían mi personalidad, cómo era, ¿y qué saben, si yo nunca hablé? Eso me molesta, la fomentación del odio hacia mí. Me pintaron como una loca", se quejó. En sintonía, tanto Galarza como sus padres consideran que el Tribunal falló en su contra por la "presión social" y buscan revertir esa "influencia" en la nueva instancia judicial: la cámara de casación.
La condena de Nahir todavía no está firme. Primero, sus abogados deberán presentar la apelación en Casación. En caso de que se confirme el fallo del Tribunal Oral de Gualeguaychú, los abogados de Galarza pedirán la impugnación ante el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos. La última instancia es el denominado "recurso extraordinario federal". Es decir, apelar a la Corte Suprema de la Nación.
Fernando tenía 20 años. Fue asesinado por Nahir días antes de cumplir los 21.
El recorrido por todas las instancias podría durar hasta dos años más, el tiempo necesario como para "lavar" la imagen de la confesa asesina y mejorar así sus chances de apelación. "Todavía no hemos sido notificados, pero esperamos una citación en las próximas semanas", precisó a BigBang uno de los abogados de Galarza, José Ostolaza.
Tal como anticipó este medio, la estrategia judicial de ahora en adelante tendrá como objetivo principal instalar la versión de la violencia de género, atenuante que fue desestimado por el Tribunal de Gualeguaychú. "Consideramos que el Tribunal no tuvo perspectiva de género, que no contempló la violencia de género que sufría nuestra clienta y eso es lo que vamos a presentar para que se revea. Además, claro, de la nulidad del juicio".
Nahir Galarza y sus inconsistentes declaraciones en el mano a mano con Mariana Fabbiani
Mientras aguarda la citación para poder apelar su condena, Nahir comenzó con su estrategia paralela: la mediática. El objetivo es "limpiar" su imagen pública. Resulta imperioso para la joven de 21 años que los medios muestren su "costado humano". Poder dejar atrás el perfil frío y manipulador que construyó durante el juicio y reforzar uno de los ejes de su defensa jurídica: que era víctima de violencia de género. En síntisis: imponer la victimización y volver a culpar a su víctima, Fernando.
En efecto, Nahir desplegó todas esas facetas en su diálogo con Fabbiani. En el anticipo de la entrevista, Galarza insistió en que sufría violencia de género por parte de Fernando, pero el mano a mano le jugó una nueva mala pasada y la sumergió en otro océano de contradicciones. "Se pudo haber evitado el día. Ese día nosotros no nos tendríamos que haber visto", aseguró la condenada, pese a que ella misma reconoció haber sido quien organizó el encuentro con su víctima.
Fernando pudo haber evitado esto"
Fue Nahir, según consta en el expediente y es respaldado por las pericias en su teléfono, quien contactó a Pastorizzo esa madrugada, pese a que el joven ya le había dicho que no quería "saber más nada con ella". ¿La excusa? Recuperar el cargador de su teléfono que, según ella, había quedado en la casa de Fernando.
Ante la respuesta de Nahir, Fabbiani le preguntó: "Si hubiera sucedido lo que sucedió defendiéndote de Fernando (léase: 'Si hubieras matado a Fernando defendiéndote de él'), ¿la historia hubiera sido otra?". Galarza no entendió o no quiso entender la pregunta. Respondió como si le hubieran preguntado "qué hubiera pasado si vos no te defendías de Fernando": "Sí, hubiera sido lo contrario".
Fabbiani la interpeló, pese a que Nahir no había entendido la primera pregunta. "Quizás no, quizás vos disparabas para defenderte y Fernando encontraba la muerte también, pero no hubiera sido por la espalda". La reflexión desencajó por completo a Galarza. El punto señalado por la conductora fue una de las principales bases del fiscal y de las querellas: si el asesinato se produjo en el marco de una defensa, ¿cómo es posible que el primer disparo haya sido por la espalda?
Nahir no tuvo respuestas y se llamó a un incómodo silencio. Clavó sus ojos en Fabbiani y le regaló una suerte de irónica sonrisa, el mismo accionar con el que buscó intimidar a los periodistas que cubrieron su juicio. Audiencia tras audiencia, Galarza elegía a un corresponsal -por lo general ubicado a sus espaldas- y le clavaba su fulminante mirada. La sostenía hasta que notaba cierta sumisión o indiferencia del otro lado. Y ahí, cuando creía controlar la situación, remataba su reto visual con su media sonrisa.
Otro de los agujeros negros que quedaron expuestos durante su entrevista televisiva fue el de la precisión de las pericias balísticas, que descartaron por completo la posibilidad de los dos "disparos accidentales", tal y como sostenía Nahir durante el juicio. Ninguno de los tres peritos dio lugar a la posibilidad. "Resulta imposible que haya sido accidental", sentenciaron.
"Es lo que dicen las pericias, no lo que pasó", esquivó sin argumentación alguna la condenada. Este será otro de los ejes que batallarán sus abogados en la instancia de apelación, pese a que, entre otros resultados que la complican, los peritos determinaron que el joven ya se encontraba sin vida al momento de recibir el segundo. Nahir le disparó a quemarropa primero por la espalda. Luego, con su víctima ya en el suelo, volvió a apretar el gatillo. Esta vez apuntó directo al corazón. Estas pesquisas son las que sustentaron el pedido de la querella, que apuntaba a sumar un tercer agravante: el de la alevosía.
De vuelta a la grabación de la entrevista con Fabbiani, Nahir cuida al máximo sus expresiones. Siente que esta vez sí podrá "llegarle a la gente". Nunca esperó que su declaración durante el juicio llegara a los medios y sabe que le jugó en contra. Esta es, de nuevo, su oportunidad. Siguió sin hablar de disparos (en el juicio llegó a decir que fueron 'explosiones') y se cuidó en todo momento de hablar del asesinato de Fernando. De su boca, sólo se la escucha decir "fallecimiento"; una suerte de desviación semántica para no asumir la responsabilidad del homicidio.
Otra de las contradicciones que quedaron expuestas durante la entrevista televisiva tiene que ver con lo que sucedió después del crimen. Según se constató durante el juicio, Nahir abandonó a Fernando después de dispararle primero por la espalda y luego en el pecho. Caminó las casi 30 cuadras que la separaban de su casa. Llegó pasadas las cinco de la mañana. Lo que sucedió puertas adentro de la casa de los Galarza sigue siendo un misterio, pese a que la asesina dio cuatro versiones distintas.
En la ampliación de su declaración, Nahir recordó los minutos posteriores al homicidio: "Alcancé a pararme y, como no entendía nada, empecé a temblar. Quedé como sorda, boba. Me agaché para mirarlo y ahí es en donde sale la segunda explosión que me sorprendió. Tiré el arma al piso, no sabía qué hacer; estaba muy nerviosa”.
Su novio yacía frente a ella. Fernando ya había muerto. Pero Nahir no pensó en su víctima. “Lo primero que se me cruzó por la mente era que el arma era de mi papá y que le iban a echar la culpa a él. Entonces la agarré y me fui a mi casa caminando. Cuando llegué estaban todos durmiendo, dejé el arma en donde estaba y me fui a acostar”.
Ahora, después de la condena, el relato de Nahir es otro. Ante la pregunta de Fabbiani, Nahir aseguró: "No pensaba en nada. No tenía nada en la mente. Nunca me había pasado. Es más, si me preguntás cómo hice para llegar a mi casa la verdad es que no me acuerdo". Fabbiani le preguntó por el momento en el que Nahir dejó el arma reglamentaria de su padre sobre la heladera. "No me acuerdo de nada", resistió.
"¿Es verdad que te fuiste a dormir?", insistió la conductora. Este es uno de los ejes centrales de la "estrategia mediática" de Nahir. Su nuevo perfil "humano" resulta incompatible con el que expuso durante el juicio cuando, sin titubeos, aseguró que tras el homicidio se recostó como si nada hubiera pasado. "¡No! ¿Cómo me voy a ir a dormir si era una bola de nervios? No sé si no me dio un ataque de nervios también, imposible que me acueste a dormir".
Pese a que minutos antes había asegurado "no recordar" nada de las horas posteriores al homicidio, en cuestión de segundos Galarza parece haber recuperado todos los recuerdos perdidos cuando Fabbiani le preguntó si buscó ayuda de sus padres. "No. Entré a mi habitación y me quedé quieta", cerró Nahir.
El morboso posteo de despedida de Nahir a Fernando después de asesinarlo.
En efecto, el peritaje sobre su teléfono confirma una realidad un tanto más perversa. Nahir no se quedó quieta, ni en shock. Según consta en el expediente, Galarza puso minutos en marcha su coartada sólo minutos después de haber regresado a su casa. En principio, le mandó al menos cuatro mensajes por WhatsApp. Incluso llegó a llamarlo por teléfono, pese a que sabía que había muerto. Lo había visto con sus propios ojos.
"No quiero pensar en eso", esquivó la condenada cuando Fabbiani le preguntó sobre la última imagen que tiene de Fernando. La última imagen, según los peritos, fue la de un joven sorprendido que acababa de recibir un disparo por la espalda. Debajo suyo: un charco de sangre. Sobre sus piernas: la moto en la que viajaban y que segundos antes del primer disparo intentaba estacionar. Frente a él: Nahir Galarza, con el arma en sus manos, a sólo 50 centímetros. El segundo disparo fue directo al corazón. Fernando perdió el conocimiento. Su última imagen con vida fue la de Nahir apuntándole con la pistola.
La única vez que Galarza reconoció haberle enviado los mensajes post-mortem fue durante su primera declaración, cuando fue citada como testigo horas después de que encontraron el cuerpo de Fernando. Todavía no era sospechosa e intentó inculpar a un amigo de su víctima. En su primer testimonio, Nahir reconoció haberlo visto la noche anterior. “Llegamos como a la una y nos quedamos hasta la madrugada en mi casa”.
“Nos peleamos cuando él se estaba yendo para su casa. Arrancó la moto y se fue”, prosiguió la joven. “Me quedé despierta y le hablé con mensajes y llamadas de WhatsApp como a las cinco de la mañana (horario en el que Fernando había sido asesinado) y él no me contestaba. El último que le mandé fue a las 05.52 hs.”.
Esa noche, según su declaración, Nahir no durmió después del homicidio. “Me quedé despierta desde que se fue Fernando hasta las siete de la mañana. Mi papá (Marcelo, efectivo policial) trabaja en Gualeguay y se fue muy temprano, pero alcancé a verlo. Después de eso me dormí”, aseguró.
En la línea de tiempo que pudo reconstruir la Justicia se encuentra el desesperado llamado que le hizo Silvia Mantegazza, mamá de Fernando. "Me llamó su mamá. No tenía noción del tiempo, ni de lo que me estaban diciendo. Tomé conciencia de lo que había pasado tres meses después de que Fernando había fallecido", reconstruyó en el mano a mano con Fabbiani.
El recuerdo de Mantegazza es otro y muestra a una Nahir mucho más preocupada en cuidar su coartada. Acababa de recibir la peor de las noticias: habían asesinado a su hijo menor. “Me empezaron a preguntar si yo tenía algún enemigo, si conocía a alguna novia. Ahí les dije que hace mucho que tenía una relación con una chica y que anoche había ido a verla”, detalló.
Silvia dependía de Nahir , la novia de Fernando que le resultaba problemática, para reconstruir lo más posible qué había ocurrido en las últimas horas con vida de su hijo. Agarró el teléfono y, delante de los efectivos, se comunicó con el celular de la joven a la que tenía agendada como “Novia Nando”. Nahir atendió. Eran las ocho y media de la mañana.
“¿Fernando estuvo anoche con vos?” , le preguntó sin rodeos a Nahir. “Empezó a titubear y me respondió: 'Sí, estuvo anoche conmigo'”. La siguiente pregunta fue concreta: a qué hora Fernando había abandonado su casa. “Eh, no sé” , esquivó Galarza, quien todavía simulaba no saber qué había sucedido.
Ese fue el momento en el que la joven se pisó. “¿Por qué?” , preguntó. “Por nada” , respondió Silvia, quien recordó que Nahir comenzó a insistir y cambió su tono de voz: “Me empezó a preguntar: '¿Por qué? ¿Por qué me preguntás?'”. Nahir insistía: “Pero, ¿por qué me estás preguntando esto?” . Y ahí, Silvia se quebró: “Le dije que estaba con la Policía y que me acababan de decir que a Fernando lo encontraron muerto. Fue lo único que le dije. No le dije ni cómo, ni nada”.
“Le voy a pasar tu teléfono a la Policía y seguro te van a llamar porque fuiste una de las últimas que lo vio con vida”, le anticipó Silvia y cortó la comunicación. Del otro lado del teléfono, Nahir comprendió que su plan comenzaba a resquebrajarse y decidió tomar cartas en el asunto.
La primera declaración como testigo y su intención de culpar a un amigo de Fernando
Una hora y cincuenta minutos después de haber hablado con la mamá de Fernando, la joven estudiante de abogacía se presentó a declarar. Lo hizo ante el Fiscal General de la Coordinación, Lisandro Béheran; y en presencia de Sergio Rondoni Caffa, quien hoy sigue el juicio.
Antes, había compartido una siniestra historia en Instagram en la que se lo podía ver a Nando besándole el hombro. “Cinco años juntos, peleando, yendo y viniendo; pero siempre con el mismo amor. Te amo para siempre, mi ángel”, fueron las palabras que le dedicó.
“Me enteré del fallecimiento de Fernando porque me llamó su mamá hace una hora, una hora y media. Desde hace cuatro años teníamos una relación sentimental, pero ahora estábamos peleados. Nos peleábamos todo el tiempo; pero nos veíamos algunos días”.
En su primer relato, Nahir reconoció que se había encontrado con Fernando el jueves a las 23. A Nando le quedaban seis horas de vida. “Fui a su casa y, cerca de la una de la mañana, nos fuimos para la mía”, aportó.
Fernando agarró su casco negro, le dio uno plateado a Nahir y emprendieron el viaje rumbo a lo de los Galarza. Él se había vestido con unas bermudas y una campera gris. Ella, un short de jean “clarito”, una musculosa gris y un buzo bordó. “Llegamos como a la una y nos quedamos hasta la madrugada en mi casa”.
“Nos peleamos cuando él se estaba yendo para su casa. Arrancó la moto y se fue”, prosiguió la joven. “Me quedé despierta y le hablé con mensajes y llamadas de WhatsApp como a las cinco de la mañana (horario en el que Fernando había sido asesinado) y él no me contestaba. El último que le mandé fue a las 05.52 hs.”.
En efecto, el peritaje posterior realizado en el celular de Nahir confirma que la confesa asesina puso de inmediato en marcha su coartada y le siguió escribiendo mensajes, pese a que acababa de rematarlo de dos disparos.
Esa noche, según su declaración, Nahir no durmió. “Me quedé despierta desde que se fue Fernando hasta las siete de la mañana. Mi papá (Marcelo, efectivo policial) trabaja en Gualeguay y se fue muy temprano, pero alcancé a verlo. Después de eso me dormí”.
Una hora y media más tarde, su celular sonó. Era la mamá de Nando. Le acababan de confirmar que lo habían encontrado muerto. “Mi mamá se enteró por otro lado y justo cuando me venía a decir yo acababa de cortar con la mamá de Fernando. No tenía trato con ella”.
Después de responder todas las preguntas de los fiscales, Nahir pisó por primera vez el palito y despertó la sospecha de los fiscales. Consultada sobre si quería agregar alguna otra información, la joven aprovechó la oportunidad para apartarse de la investigación e intentó incriminar a un amigo de su víctima.
“Me enteré de que el arma con la que lo mataron era de un Policía”, aseguró para sorpresa de todos. Por ese entonces, sólo quienes habían tenido acceso al recién iniciado expediente -o el asesino- manejaban esa información. “Fernando tenía un compañero de la escuela que tenía al papá, un tío o un pariente que era policía”, sumó.
La segunda declaración: el arma homicida y la bestial confesión
Después de declarar, Nahir regresó a su casa. Nadie sabe qué fue lo que sucedió, ni lo que se dijo en la cumbre familiar que mantuvieron los Galarza. Lo único cierto es que, sólo doce horas después de haber declarado por primera vez, Nahir abandonó su hogar -en compañía de su primer abogado, Víctor Rebossio, y de su padre- y llevó el arma homicida. No lo sabía, pero esa era la última vez que iba a atravesar esa puerta.
Eran las 22.42 de la noche. Hacía muchísimo calor. “Basta, fui yo. Yo lo maté”, se quebró. Habían pasado casi 18 horas desde el homicidio. Entregó el arma reglamentaria de su padre con la que había asesinado a Fernando, explicó incluso cómo se utilizaba y quedó detenida.
La imputación: homicidio doblemente agravado por el vínculo y el uso de arma de fuego. Luego de una breve reunión con su abogado, Nahir aceptó dar una nueva declaración; tal vez la más genuina de todas. Reconoció haber sido ella quien agarró el arma reglamentaria.
“No tengo una relación de pareja con Fernando. Estuvimos un par de años juntos, pero nos peleábamos; nos dejábamos unos días, y así”, fue la primera aclaración que realizó. Importante, si se tiene en cuenta que su estrategia legal ahora era negar el noviazgo para evitar el agravante.
“Hace tiempo que habíamos quedado en que no nos íbamos a ver, ni a hablar más”, sumó, aunque no precisó ni el mes, ni el año de la ruptura. En ese momento, Nahir entregó un sobre de color rojo con tiras plateadas a los costados. “Adentro hay una carta y una foto que Fernando me entregó”.
La frialdad comenzaba a apoderarse de su relato con velocidad. Como si los dos gatillazos la hubieran trasladado a otro plano. Fernando ya no era su “ángel”, era un “masculino” al que le había “disparado con un arma de fuego”. El lenguaje policial, tal vez mamado desde su infancia, marcó a fuego esa transformación.
Nahir ya no era la “novia que lloraba a su ángel”, era una confesa asesina.