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“No dio su consentimiento, le hicieron lo que quisieron”: el dolor del padre de Lucía Pérez

Guillermo recordó ese sábado 8 de octubre de 2016, el último día que vio con vida a su hija.

11 Febrero de 2023 08:00
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El martes comenzó el segundo juicio por el femicidio de Lucía Pérez, la joven de 16 años asesinada en octubre del 2016 en la ciudad de Mar del Plata. Al banquillo llegan Matías Farías, de 29, y Juan Pablo Offidani, de 47 años, imputados por el delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado por el suministro de estupefacientes seguido de muerte en concurso ideal con femicidio”. 

Los dos acusados ya habían enfrentado un debate oral en 2018 en el que el Tribunal de Casación Penal provincial anuló la responsabilidad de violencia de género y sólo los condenó por los delitos vinculados a la tenencia y comercialización de estupefacientes. La Suprema Corte de Justicia bonaerense decidió entonces, bajo resolución, juzgar lo que estuvo a cargo de los jueces Facundo Gómez Urso, Aldo Carnevale y Pablo Viñas, y tener nuevamente un juicio que sí tenga una sentencia que pueda esclarecer la muerte de la menor, en ese entonces, de 16 años. 

“Lo que queremos probar es que ella era menor, que no había consentimiento y la vulnerabilidad de la víctima. Vos fijate que se cansaron de decir que mi hija era una adicta y ahora no se dijo eso. ¿Ahora no? Entonces, en este juicio, queda demostrado que ella no fue adicta, sino que mi hija fue una víctima. Nosotros siempre lo sostuvimos”, contó en exclusiva a BigBang el padre de Lucía Pérez, Guillermo.

Resulta por lo menos insólito que, a casi siete años de su muerte, con pruebas claras de que hubo complicidad entre estos adultos para violentar la vida de una menor, y con el movimiento “Ni una menos” y leyes que intentan acelerar estos casos de violencia de género, no se haya podido en ese entonces determinar una sentencia acorde a la gravedad del femicidio. El padre caratuló el nuevo juicio: “Ahora el caso, por suerte, tiene la siguiente búsqueda: hay una persona menor de edad, a la que la violaron mediante suministro de estupefacientes y le hicieron lo que quisieron. Eso es lo que realmente pasó y lo sostenemos desde 2016”.

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-¿Cómo fue ese sábado 8 de octubre de 2016?

-Ese día yo me levanté, 5:15 de la mañana. La llevé a Marta (Montero, mamá de Lucía) a trabajar, ella es enfermera y empezaba a trabajar a las 6. Volví para casa. Me acosté una hora, una hora y algo; hasta que me despertó ella (Lucía). Nos quedamos un rato charlando. Pusimos la mesa, ella con su mate y yo me tomé unas pastillas que tomo todos los días. Conversamos un rato y después me fui. Me fui a un lugarcito mío donde tengo un auto que lo estaba arreglando. Nunca más la vi. Nunca más la vi con vida. Si yo hubiera imaginado algo, ni me iba. Porque las cosas en la mesa quedaron exactamente igual de cuando yo me fui. Es decir, aprovecharon que yo me fui para hacer lo que hicieron con Lucía

-¿Creés que entraron a tu casa?

-Para mí tocaron el timbre o mandaron un WhatsApp o una llamada. El teléfono de mi hija se apagó después de eso. No se prendió nunca más. ¿Qué pasó con ese teléfono? No sé. Cuando la familia llamaba, ella siempre respondía y llamaba. Estaba permanentemente con el teléfono como cualquier adolescente. Conociendo a mi hija, conociéndola desde el día que nació, jamás una de estas personas la hubiera tocado. Ella no avisó nada que se iba, no tuvo que avisar. Siempre estaba en casa. Una persona que estaba con vos, tomándose unos mates con la pava arriba de la mesa, que deja la computadora prendida con el Facebook abierto... quiere decir que no salió. Salió hasta ahí. Después de ahí, pasó lo que pasó.

-¿Considerás entonces que la agresión comenzó desde el momento en que se la llevaron?

-Mi hija nunca hubiera hecho nada, sin dudas que la agresión nació desde el momento en el que ellos se acercaron para vender estupefacientes. Este es nuestro punto de ver las cosas. A veces, los peritos no pueden afirmar si hay agresión sexual o no. Pero cuando ya no hay consentimiento porque es una menor y cuando estamos hablando de una situación violenta, es otra cosa. Que lo quieran maquillar, está bien. Pero la realidad es que los que tienen que declarar es si fue violento o no, y esto lo deben hacer los jueces. Los fiscales sólo van a decir que lo ven. La defensa también lo ve de una manera que no es la misma que tenemos nosotros con nuestra abogada. Espero que este tribunal si se ilumine y vea la posición de vulnerabilidad y la violencia de género. 

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-¿Por qué crees que en el juicio anterior, en 2018, los absolvieron de los delitos de abuso sexual y femicidio?

-En su momento, generaron la audiencia como la hacen los narcos. Cuando hay una defensa que hace lo que quiere y tiene un tribunal que se lo permite, se puede inventar una historia que no es cierta... Hoy están también en jury los jueces. No cumplieron como funcionarios públicos. Estaban todas las pruebas. Vimos una connivencia que no podemos denunciar porque no la sabemos, lo desconocemos nosotros, pero las malas cosas de funcionarios públicos están claras. Por eso el 14 de marzo es la presentación de pruebas contra Juan Facundo Gómez Urso y Pablo Viñas, en La Plata. 

-¿Qué esperás para tu hija? 

- En el colegio le decían “rastita”, yo le decía “rasta”. Los 16 años de mi rasta fueron años bien vividos. Fueron años de creaciones, de hacer cosas. Ella lo hacía con su arte, con su música; y nosotros siempre la apoyamos. Por eso, cada intervención que hacemos, la hacemos con arte. No queremos la violencia, lo único que queremos es justicia porque no la tenemos y encima fue una atrocidad. En el primer día del juicio estuvo Estela Díaz, Ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, y Horacio Pietragalla, Ministro de Secretario de Derechos Humanos de la Nación. Siento que es un combo que muestra que el Estado también quiere buscar justicia. El poder está interpelado en este caso para que la sociedad cambie en cuestiones de violencia de género. Esto que le pasó a Lucía fue porque era mujer.