“Me levanté sin decir nada, agarré el martillo, entré a la pieza sin mediar palabras y le di 10 martillazos en la cabeza y luego fui al futón y le di otros 10 martillazos al pendejo (sic)". Estas fueron las palabras que Marcelo Fabián Ene, de 40 años, utilizó para graficar lo que había hecho horas antes de ser hallado ahorcado en la casa que compartía con María Sandra Aguer, de 53 años, y el hijo de ella, Thiago Contreras, de solo 13.
Madre e hijo fueron encontrados sin vida en la casa ubicada en la calle Lisandro de la Torre al 5000, en el barrio Pellegrini de la ciudad bonaerense de Olavarría. Sus cuerpos estaban dentro de un freezer, tal y como lo detallaba la escalofriante nota encontrada a pocos metros del cuerpo sin vida del homicida. La carta de dos carillas, repleta de errores ortográficos, señala: “Yo sé que no se justifica lo que hice. Fue una reacción de la cual me arrepiento”.
En la misiva, Ene destacó que había matado a su pareja y al hijo de ella porque lo tenían "cansado". Además, remarcó que “el nene era muy contestador” y que “todo era un problema", ya que el menor "se quejaba de todo”. De hecho, al adolescente lo acusó de ser "maleducado, prepotente, caprichoso y altanero", y manifestó estar "cansado" de llegar del trabajo y tener que hacer los quehaceres de la casa, como "cocinar", "lavar los platos" o hacer "los mandados".
En simples palabras, el agresor se definió en la nota que dejó antes de quitarse la vida como "una mucama” en la casa que compartía con las víctimas. "Eso me llenó los huevos”, resaltó. “Era algo insoportable y estresante llegar todos los días de trabajar y problemas tras problemas y yo no hacía más nada que trabajar, cocinar y dormir”, escribió y expresó que Aguer "no lo dejaba hablar con sus amigos o tomarse una cerveza".
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Incluso, en la carta destacó que salía de su casa con la excusa de hacer "un mandado" porque ella desconfiaba de la relación que podía tener con la almacenera. “Fui un hijo de mil puta. Solo me queda pedir perdón, pero el perdón no arregla lo que hice. No le digan a mi vieja, tírenme al arroyo y listo. Los metí al freezer para que puedan velarlos como corresponde", cerró.La noticia impactó luego de que efectivos de la comisaría 2da., del Comando de Patrullas y la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Olavarría constataran que Aguer y su hijo habían sudo brutalmente asesinados. Todo salió a la luz luego de que a los compañeros y familiares de Thiago les llamara la atención que el joven llevaba varios días sin ir al colegio. Por este motivo, realizaron la denuncia y dieron aviso al 911.
Al llegar, los efectivos policiales notaron que las puertas y ventanas de la casa no estaban violentadas, y al ingresar se encontraron con el espeluznante hecho: los efectivos encontraron en el interior de un freezer los cuerpos de Aguer y de su hijo Thiago. Mientras que al seguir por un pasillo de las habitaciones, los agentes hallaron ahorcado a Ene, quien era la actual pareja de la mujer, pero no el padre del adolescente.
Según trascendió, Thiago no asistía a la escuela desde el martes 22 de agosto. Fueron las hijas mayores de la mujer, fruto de una relación anterior, que comenzaron a sospechar que algo estaba ocurriendo cuando su mamá comenzó a responderle los mensajes a través de WhatsApp de manera escrita. “Aguer estaba operada de la vista, por eso solía mandar audios”, resaltó el fiscal.