La muerte de Isabella Marino no solo conmocionó a la ciudad de La Plata, sino también a toda la provincia de Chubut. La joven de 18 años era oriunda de Gaiman y se había mudado recientemente a Buenos Aires para estudiar la carrera de veterinaria en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Sin embargo, en un confuso episodio, cayó del colectivo de la línea 214 en movimiento y producto del golpe, fue diagnosticada con muerte cerebral.
Por esa razón, sus padres decidieron desconectada y que se donaran sus órganos. Mientras el fiscal titular de la UFI 10 de La Plata, Carlos Vercellone, investiga lo que ocurrió, ya imputó por “lesiones culposas” al chofer de la unidad. Por otro lado, una testigo del hecho contó detalles del trágico desenlace. "Fue un saltito, no midió las consecuencias", le dijo Viviana al portal local 0221.com.ar.
Todo ocurrió el último lunes, cerca de las 13.30. Marino se había subido a uno de los coches de la Línea 214, pero se bajó a los pocos segundos con el colectivo en movimiento en las inmediaciones de 60 y 123, en la localidad de Berisso. Las primeras versiones señalan que la joven se confundió de colectivo y, al darse cuenta de que viajaba en la dirección contraria, intentó bajarse, pero terminó arrojándose con la unidad en movimiento.
Según trascendió, el colectivero, de 34 años, alcanzó a tomarla de la mano para evitar que se bajara antes de tiempo, pero no logró detenerla. Viviana iba a bordo del colectivo y presenció el trágico desenlace: "La chica subió en la parada que está sobre 122, a la altura de la rotonda de 60. Algo habló con el chofer. Aparentemente se equivocó en el sentido en el que tenía que tomarlo, así que se acercó a la puerta y ésta se abrió mal, se cerró y se volvió a abrir".
De acuerdo con el testimonio de la mujer, las puertas del vehículo no funcionaban bien, lo que provocó que Marino, en su afán por bajarse del colectivo, saltara. "En eso ella salta del micro en movimiento. Fue un saltito, no midió las consecuencias. Yo iba sentada, del lado del pasillo en los asientos que están delante de la puerta central, así que no vi la manera en que cayó", aclaró.
Sin embargo, explicó que el resto de los pasajeros le contaron que la joven estudiante, al tropezare y caer, "golpeó con la cabeza contra el cordón". Desesperados, el colectivero detuvo su marcha y, junto al resto de los pasajeros intentaron socorrerla. De hecho, Viviana fue una de los muchas personas que se encontraban en el lugar que dieron aviso al 911 y comenzaron a pedir por ayuda.
Una ambulancia del SAME no tardó en llegar, pero se encontraba inconsciente. "(El chofer) Estaba bastante angustiado. Lo primero que se dijo fue 'se cayó' así que es inmediato pensar que fue culpa de él, pero no fue así. Lamentablemente en este caso fue una inconsciencia que terminó mal", remarcó, quitándole toda responsabilidad al colectivero que por estas horas está siendo investigado por "homicidio culposo".
Por su parte, la familia de Marino sostiene que el responsable de la muerte de la estudiante fue el chofer, a quien acusan de no detener su marcha y dejarla bajar. "Tenemos el alma en pedacitos, nos mató un poco a todos ese colectivero hijo de puta que le abrió la puerta en movimiento y a velocidad a mi pequeña Isita provocando que caiga golpeando su cabecita”, escribió a través de Facebook Carolina Jones, la madre de Isabella
En su dolor, la mujer confirmó que los órganos de su hija fueron donados a una mujer de 37 años y a dos hombres de 39 y 40 años, los cuales lograron salvar sus vidas, y cerró: “Nada en el universo puede devolvernos a la personita más especial, distinta, honesta, fresca, alegre, apasionada, compañera, curiosa, buena buena buena con todas las letras y tantas pero tantas cosas más. Es imposible describirla, los que la quieren saben de qué hablo”.
Isabella Marino tenía 18 años y apenas finalizó sus estudios secundarios en la Escuela Agrotécnica N.º 733 “Benito Owen” de su ciudad, se mudó a La Plata para cursar esa carrera en la UNLP. "Isabella era una persona que siempre tenía una sonrisa en la cara, que tenía un corazón inmenso, que siempre era amable, siempre reía con los amigos, que siempre ayudaba a los compañeros, que siempre que necesitabas alguien con quien hablar siempre se ponía como voluntaria, que siempre estaba dispuesta a trabajar y aprender nuevas cosas, con una gran predisposición y una excelente estudiante, con un gran futuro y que lamentablemente terminó de esta manera”, contó un amigo de la joven.