03 Mayo de 2020 12:24
El caso por la desaparición de Madeleine McCann sigue abierto. Trece años después de que la nena inglesa de por entonces cuatro años desapareciera en un complejo turístico de Portugal, investigadores británicos siguen de cerca los avances de la investigación y piden que se vuelvan a tener en cuenta peritajes que fueron descartados en 2007. ¿El detalle? Ambas pistas tienen a los padres de la nena, Kate y Gerry, como principales sospechosos.
Colin Sutton, ex detective de la Scotland Yard, advirtió que la investigación podría dar un giro radical. El hombre, que resolvió más de 30 asesinatos en el Reino Unido, dio hace doce meses una entrevista al portal Nine News y pidió que se vuelvan a analizar las muestras de ADN que en mayo del 2007 se tomaron del auto que los padres de Maddie alquilaron 25 días después de su desaparición.
“No hay forma, según la información que tenemos, de que ella haya estado en ese auto. La gran pregunta entonces es cómo puede su ADN entrar en ese auto tres semanas después de haber desaparecido”, advirtió el investigador. En efecto, el matrimonio McCann alquiló el Renault Scenic casi un mes después de reportar la desaparición de Maddie.
En el mismo, los perros que participaron de la investigación detectaron “olor cadavérico”. El mismo que, días atrás, habían sentido en la habitación en la que dormía la pequeña junto a sus hermanos menores, los mellizos Sean y Amelie. En concreto, ambos rastreadores apuntaron al sector ubicado debajo de la ventana del dormitorio.
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Aunque la pericia no fue tomada en cuenta, un grupo de los detectives que participaron del caso abonan la teoría de que Maddie intentó salir de la habitación en busca de sus padres, quienes comían en un restó de tapas ubicado a una cuadra del departamento, pero que se cayó y golpeó la cabeza en el intento. La desaparición, para ellos, no fue más que una historia inventada por los padres para cubrir la muerte de la nena.
Sutton no es el único que desconfía de los Mccann. Gonçalo Amaral, ex inspector de la Policía Judiciaria Portuguesa y coordinador de la investigación durante los primeros cinco meses, publicó un libro en el que asegura que Maddie murió aquella noche dentro del departamento que compartía con sus hermanos y que sus padres se deshicieron del cuerpo y desviaron a la Policía con la falsa pista del secuestro.
Las otras pistas que incriminan a los McCann
Los papás de Maddie tardaron al menos cuarenta minutos en comunicarse con la Policíaluego de descubrir que su hija no se encontraba en su dormitorio. Al momento de la desaparición, Kate y Jerry se encontraban cenando con tres matrimonios amigos en un restaurante de tapas próximo al departamento que habían alquilado. Según su relato, chequeaban el dormitorio cada media hora, aunque testigos del lugar aseguran que nunca se fueron del lugar y que esa noche tomaron 14 botellas de vino.Kate aseguró que la ventana del dormitorio se encontraba abierta y que a su hija la sacaron por allí, pero al llegar la Policía ya estaba cerrada. Nunca se encontraron huellas dactilares: creen que jamás se abrió. Los perros entrenados detectaron “olor cadavérico” detrás del sillón del dormitorio y manchas de sangre que correspondían a la pequeña. Los McCann contrataron de inmediato los servicios del cuestionado abogado Michael Caplan, el mismo que defendió al dictador chileno Augusto Pinochet. El perfil del letrado es polémico: lo definen como el “defensor de las causas perdidas”.Leé también | Los hermanitos de Maddie: “Mamá, ¿por qué escondiste el cuerpo?”
Los detectives también encontraron sangre y olor cadavérico en el auto que los McCannhabían alquilado para trasladarse en Portugal. Según los padres de Maddie, se trataba de los restos de una heladera en la que habían trasladado carne de vaca.Según Amaral, la muerte de la pequeña fue accidental, aunque acusa a los padres de haber intentado tapar el crimen. "Madeleine murió en el apartamento la misma noche de la desaparición. Es complicado asegurar cómo, porque hay muchos indicios. Lo cierto es que la niña se despertó, que la niña ha desaparecido y que detrás del sofá había olor a cadáver y sangre humana".
En su último libro, La verdad de la mentira, el investigador portugués insiste en la teoría de que los McCann habían drogado con somníferos a sus hijos para poder comer tranquilos con sus amigos. “Ellos aseguraron que nunca le habían dado pastillas a ninguno de sus hijos, pero se negaron a que los pequeños fueran sometidos a análisis de sangre”.
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Los McCann inciaron acciones legales contra Amaral por la publicación de su libro, pero perdieron la batalla. El investigador fue absuelto por la Justicia inglesa y los padres de Maddie volvieron a quedar expuestos a las críticas.