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Palabra por palabra: cómo fue el día en el que asesinaron a Sheila, según la tía imputada

BigBang accedió a la ampliación de la declaración de la mujer, acusada de haber participado del homicidio de su sobrina de 10 años.

20 Noviembre de 2018 09:45
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Aquel 14 de octubre era un domingo más para los vecinos del predio Campo Tupasy del barrio Trujui, de San Miguel. La mañana había llegado sin sobresaltos y, por primera vez en muchos días, con una temperatura cálida. Ninguno imaginó que, pocas horas después, la desaparición de una de las nenas que vivía en el lugar conmocionaría al país entero y los tendría bajo la lupa de la Justicia por más de cuatro días.

Sheila Ayala murió estrangulada. Tenía diez años. Sus dos tíos fueron imputados por el crimen.

Ese día, de acuerdo a la imputación formalizada por el fiscal Gustavo Carracedo, Fabián Esequiel González Rojas y su mujer, Leonela Abigail Ayala, “idearon un plan común para causar la muerte de Sheila, estrangulándola a lazo con una sábana, produciéndole una asfixia mecánica por compresión cervical externa, lo que la llevó a la muerte”. Según la línea de investigación, la nena fue estrangulada después de resistirse a un ataque sexual.

Según el relato de los vecinos, los tíos de Sheila mantenían una compleja relación cargada de excesos, violencia y golpes. En efecto, uno de ellos declaró ante la Justicia que sólo siete meses antes del homicidio, la mujer acusó a su propio marido de haber intentado abusar de una de sus dos hijas mayores. Pero ninguna denuncia se formalizó y, después de pasar unos meses en su Paraguay natal, González Rojas regresó al departamento que compartía con la madre de sus tres hijos, ubicado en la segunda planta de una de las precarias edificaciones del predio tomado.

Fabián González Rojas y Leonela Ayala: los dos imputados por el homicidio.

Leonela estaba embarazada de ocho meses y el nacimiento del cuarto hijo de la pareja, que tendría lugar un día después de la detención de sus padres, era inminente. Sin embargo, las peleas se mantenían a la orden del día en el hogar. En efecto, el sábado por la noche, horas antes de la desaparición de Sheila, discutieron puertas adentro y González Rojas se fue a las “canchitas” de fútbol, ubicadas a pocas cuadras del lugar. ¿El motivo? La mujer le había dicho que había vendido la PlayStation. “En realidad la escondí, pero le dije eso porque él me vendía todo; yo creo que lo hacía para drogarse”, advirtió Leonela.

Cerca de las tres de la mañana, González Rojas volvió al departamento. Entró al dormitorio y agarró su campera. Esa fue la última vez que, de acuerdo a su declaración, Leonela vio a su marido antes del crimen. “Me acuerdo del horario porque pensé que se venía a acostar y miré el celular”, señaló la imputada, al tiempo que remarcó que llevaba meses sin mantener relaciones íntimas con su pareja por su avanzado embarazo. “Teníamos peleas verbales y físicas. Últimamente lo dejaba hablando solo. Le tenía miedo”, reforzó.

La puerta de ingreso al predio en el que fue encontrado el cuerpo de Sheila.

La mañana del crimen, Leonela agarró cerca de las diez de la mañana a sus tres hijos y se fue a la casa de su hermano, Martín Ayala, ubicada en el barrio bonaerense de Santa Brigida. De acuerdo a su declaración, primero pasó por un supermercado chino ubicado a pocas cuadras y después se fue a la parada del colectivo. “Estuve todo el día ahí. Comimos y tomamos unos mates”, detalló. Los movimientos de su tarjeta Sube le dan la derecha, aunque nadie puede verificar que los viajes hayan sido realizados por ella. 

La tranquilidad se interrumpió cerca de la una del mediodía. Sheila llevaba una hora desaparecida. La última vez que la vieron, pasadas las doce, jugaba con una amiguita en la puerta de la casa de su padre, ubicada a pocos metros de la de sus tíos. “Me mandó un mensaje mi cuñada y me avisó que Sheila no aparecía. Me preguntó si la había visto”, recordó la imputada.

El colchón que se encontró cerca del cuerpo de Sheila era de sus tíos.

Cerca de las seis y media de la tarde, Leonela regresó con sus hijos al predio. “Dejé mi mochila en casa, volví a bajar y les pregunté a todos los vecinos si habían visto a mi sobrina. Pero nadie la había visto. Después, al rato, subió un policía con la abuela (materna) de Sheila y revisaron (el departamento)”.

Consultada sobre si le había preguntado a su marido si la había visto a Sheila, la imputada reconoció que sí: “Le pregunté y él me dijo que no”. Esta es la primera contradicción en las declaraciones de los imputados. En efecto, González Rojas reconoció haberla visto a Sheila jugar en el patio mientras “tomaba tereré” en su balcón.

La primera foto de Leonela Ayala tras quedar en libertad condicional.

“No lo noté alcoholizado, ni raro. Estaba normal”, recordó. Ese día, el barrio se movilizó por completo. “La empezamos a buscar con los vecinos y me fui a dormir como a las dos de la madrugada”, detalló Leonela. Pero, ¿notó algo raro al regresar a su casa, hoy sindicada como la escena del crimen? “La bolsa que cubría el colchón de una de mis hijas estaba rota. Cuando me fui no estaba así, estaba un poquito rota nada más”.

“Le pregunté (a González Rojas) y me dijo: 'Seguro lo rompió Kiara, si sabés que rompe todo'. Pero me pareció raro porque cuando me fui con las nenas y mi bebé el colchón no estaba así”, explicó. El dato no es menor si se tiene en cuenta que ese fue el colchón que llamó la atención de los investigadores por dos motivos: la cantidad de moscas que lo sobrevolaban y el hecho de que estuviera envuelto en bolsas idénticas a las que se usaron para descartar el cuerpo de la nena.

Días después, las pericias confirmarían la presencia de restos orgánicos en el mismo, lo que dio pie a la teoría de que el cuerpo de Sheila estuvo escondido los primeros días dentro del departamento. Durante los cuatro días que duró la búsqueda, Leonela aseguró que nunca más pudo regresar a su casa sin la vigilancia de su marido. “Cada vez que subía (al departamento), él subía conmigo: no me dejaba subir sola. Me decía que era para que no me golpeara”, sumó.

El momento en el que los efectivos encontraron el cuerpo de Sheila Ayala.

“Al otro día (por el lunes), me levanté y me fui a lo de mi hermano y así estuve toda la semana”, relató. Ese día, de acuerdo al testimonio de la imputada, su marido se deshizo por la noche de otro colchón, el mismo debajo del cual se encontraría el jueves el cuerpo embolsado, desnudo y estrangulado de Sheila.

Ya habían rastrillado la medianera en la que apareció la nena cuando González Rojas, según Leonela, decidió descartar el viejo colchón que tenían desde hacía “dos meses” en el balcón de su casa. “Lo había cambiado porque una de mis hijas se mea y estaba muy perjudicado. Lo dejé al costado de casa. Estuvo mucho tiempo ahí. Le pedí que lo tirara (a su marido), pero no lo hizo. El lunes por la noche me dijo: 'Lo tiro porque queda mal'. Yo lo usaba como portón para que el nene no se me vaya a la escalera”.

Sería incapaz de hacerle daño a mi ahijada, la quería como a una hija"

En su primera declaración, Leonela no mencionó la anécdota incriminatoria. “Ahora que estoy más tranquila estoy recordando más cosas. Yo no le pedí que tirara el colchón, lo hizo solo. No me asomé a ver qué había tampoco, pero sí me acuerdo que tenía mucho olor”, se justificó ante el fiscal. Las preguntas, después de la revelación, se multiplicaron. ¿Pudo González Rojas haber descartado el cuerpo junto al colchón? ¿Alguien lo ayudó? ¿Qué vio su mujer? “Vi que lo tiró solo, no lo ayudó nadie. Solíamos tirar la basura ahí”.

El miércoles, toda la familia se instaló en la casa del papá de Leonela y abuelo de Sheila. Fue ahí que, según González Rojas, se lastimó los brazos al golpearse con la puerta del baño. Al menos, esa fue la respuesta que le dio al fiscal cuando le preguntó por las lesiones que, según las pericias, son compatibles con las acciones de defensa que habría realizado la nena para evitar una violación.

 

“No se las vi (las lesiones), porque esa semana no se sacó ni la remera”, esquivó la imputada. "Esa noche él cocinó, mi hermana lavó los platos; después él se bañó y se fue a dormir". ¿Qué dijo sobre sus lesiones? “Son de una alergia que me dio a mí. Me dijeron que podían ser por un bichito que había en un acolchado. Hace un tiempo, también le salió en la espalda a mi bebé”.

Durante los cuatro días de búsqueda, Leonela se convirtió en la cara más visible de la familia. Dio muchas entrevistas y siempre mantuvo una posición crítica con respecto a la familia materna de Sheila. En todo momento, la mujer se encontró acompañada por su marido quien, incluso, llegó a cortar en vivo un móvil televisivo. “No lo noté raro esos días. Estaba normal; vivía en su mundo. Se enojaba porque yo no me quedaba quieta y daba entrevistas”, advirtió Leonela.

La casa de los tíos de Sheila se encuentra al lado de la medianera en la que apareció el cuerpo.

Pero el raid televisivo de Leonela y la búsqueda llegaron a su abrupto fin el jueves por la noche cuando los investigadores encontraron el cuerpo de la nena en la medianera ubicada a pocos metros del departamento de sus tíos. Estaba desnuda y embolsada; oculta debajo del colchón que, según Leonela, su marido había descartado el lunes “a las nueve de la noche”.

Ambos quedaron detenidos de inmediato y les quitaron la tutela de sus hijos. Menos de 24 horas después, dio a luz por parto normal a su cuarto hijo en la Maternidad Eva Perón de Malvinas Argentinas. Le puso Efraín y pudo estar con él sólo tres días. El bebé y sus hermanos quedaron a cargo de la Coordinación de Primera Infancia, Niñez y Familia; mientras que ella fue trasladada a la Alcaidía Departamental III de La Plata.

Nunca encubriría una cosa así, estoy pagando por algo que no hice: tendría que estar en mi casa con mis hijos"

Tras su primera declaración, en la que aseguró no saber qué había pasado con su sobrina, Leonela solicitó ampliar su testimonio. Lo hizo el 15 de noviembre, casi un mes después de su detención. Su marido también volvió a declarar y corrió a su mujer de la escena del crimen: aseguró que estuvo todo el domingo solo en su casa, aunque negó haber asesinado a Sheila.

Aunque todavía sigue imputada bajo la carátula de "homicidio agravado por alevosía",  el domingo se venció el plazo máximo de detención y el fiscal de la causa no renovó el pedido de prisión preventiva de Leonela. Distinta fue la situación de su marido, quien sigue detenido. La mujer salió en libertad condicional, pero con custodia policial por las amenazas de muerte que recibió durante su estadía de 31 días en la Alcaidía Departamental III de La Plata.