La Justicia investiga una serie de pruebas y testimonios sobre el caso del asesinato del ingeniero Roberto Wolfenson en Pilar y todas las miradas apuntan a la trabajadora del hogar, Rosalía Paniagua, como principal sospechosa del crimen. Dado este contexto, el fiscal del caso pidió su prisión preventiva por el delito de homicidio criminis causa, lo que implica que se haya cometido el asesinato para procurar la impunidad en otro delito, como fue el caso de objetos de valor.
El caso se hizo cada vez más sospechoso luego de la versión que dio la acusada durante su declaración indagatoria,en la que le atribuyó la autoría del crimen -que sucedió el pasado 22 de febrero- al supuesto amante del ingeniero, aunque las pruebas recolectadas por la fiscalía apuntan hacia ella como la responsable del hecho.
Rosalía señaló que el ingeniero estaba en casa junto a otro hombre manteniendo una relación sexo afectiva y que ella fue golpeada, maniatada , obligada a llevarse el celular de la víctima y otros objetos de valor, que luego fueron encontrados en su domicilio.
Según la acusación, el fiscal Germán Camafreitas considera que "con el claro fin de procurar su impunidad, aprovechando su calidad de empleada, dentro de la habitación de huésped ubicada en la planta alta de la finca mencionada, mediante la utilización de un elemento en forma de lazo, y mediante golpes, la aquí imputada Paniagua lo colocó alrededor del cuello del señor Roberto Eduardo Wolfenson Band y provocó su asfixia hasta su muerte, para luego darse a la fuga con los objetos de valor sustraídos".
Además, el funcionario se refirió a las sospechosas declaraciones de Rosalía al decir que: "Una cosa es mentir para ejercer su derecho de defensa legalmente amparado; y otra cosa es mentir para desviar el curso de la investigación, circunstancias puesta de relevo en todos los dichos de la aquí imputada, ya que fueron desvirtuados con prueba científica y testimonial a lo largo de la investigación".
En este mismo sentido, el fiscal argumentó que quedará detenida mientras se corroboran algunos "peligros procesales", fundamentando la solicitud de prisión preventiva. El hecho que los investigadores hayan encontrado los objetos de la víctima en posesión de la trabajadora y que su comportamiento haya cambiado drásticamente ante las cámaras de seguridad, refuerzan las acusaciones en su contra.
¿Qué pasó la tarde del 22 de febrero?
Roberto Wolfenson era ingeniero eléctrico y estaba jubilado; residía en un country de Pilar. Además, era experto en baterías de litio y fue visto por última vez con vida cerca de las 14 horas del jueves 22 de febrero.
Según la cronología del crimen, su ausencia en su clase de gimnasia esa misma tarde levantó sospechas ante sus conocidos, ya que no era un comportamiento habitual en él. Así, intentaron contactarlo pero el ingeniero no contestaba y tampoco lo hizo al día siguiente, el viernes.
Finalmente, el hombre fue encontrado con la ropa que vestía el jueves por la mañana, lo que llevó a los fiscales Germán Camafreitas y Alejandro Musso a sospechar que el crimen del ingeniero había sido cometido en la mañana del jueves 22 de febrero, mientras que la autopsia revelaba que la hora de muerte podría haberse ubicado entre las 13 y las 16 del viernes. Sin embargo, los investigadores desestimaron ese dato, porque el "horario de muerte no siempre es preciso".
Hasta el momento, un vecino y un amigo del ingeniero declararon ante la Justicia y sembraron dudas sobre la fecha de defunción de Wolfenson y sugirieron que lo asesinaron durante la mañana de ese jueves, ya que él solía salir a caminar y que, esa misma tarde, los mensajes enviados a su teléfono nunca llegaron.
Sin embargo, los fiscales, en coordinación con el fiscal general John Broyad, han centrado su atención en una sospechosa clave: Rosalía Paniagua, que trabajaba en la propiedad de Wolfenson; es que al momento del hecho, ella debía estar en su casa trabajando. Los movimientos de la sospechosa comenzaron a monitorearse y gracias a las pruebas obtenidas y las grabaciones de las cámaras de seguridad, se la puede observar con una actitud sospechosa y sosteniendo el celular de la víctima poco después de la hora estimada del crimen.
De hecho, según la reconstrucción judicial, la empleada doméstica estaba en el lugar del hecho el jueves 22 de febrero. Además, se había retirado del barrio privado a las 13.53 sin que nadie le revisara la mochila y se tomó el colectivo 228F hasta la estación Derqui. En su interior, llevaba un parlante, un candelabro típico de la comunidad judía valuado en 600 mil pesos. Luego de seguir sus pasos, Rosalía finalmente quedó detenida en prisión preventiva.