Katerina Azor tenía 19 años cuando se estaba por casar con su novio de la niñez. Había terminado el secundario, se graduó de técnica química, y hacía un puñado de semanas que había comenzado a estudiar criminalística en Gendarmería. "Kati era muy estudiosa. No le gustaba el ejercicio, pero amaba los libros. Ella es el amor de mi vida, a todos lados íbamos las dos juntos", la recuerda Roxana Dangelo, su mamá.
El 26 de enero de 2021, la joven ingresó en la Clínica Nuestra Señora de Fátima por un fuerte dolor abdominal. Cuatro días después, falleció. Durante aquella breve estadía, los médicos que la atendieron "jamás" le dieron a su familia un diagnóstico certero. Incluso, atribuyeron su malestar a un "problema hormonal" causado por el problema de tiroides que afectada desde hace años a Katerina. Pero de acuerdo con la autopsia, murió por una "peritonitis”.
O al menos, así lo pudo leer su mamá más de un año después en el expediente que lleva adelante la fiscalía 3 de Pilar, la cual ordenó el secuestro de la historia clínica de la víctima y que se lleve adelante una autopsia. "Ella no tomaba alcohol, no fumaba, no comía comidas con grasa, era todo verdura, todo muy natural, digamos. Le dijeron que su malestar era algo hormonal, que saqué turno con el endocrinólogo. Es el único diagnóstico que nos dieron", explicó Roxana.
Para entender este caso hay que ir por partes. A mediados de diciembre de 2020, según le explicó su mamá a este portal, a Katerina se le empezaron a hinchar sus piernas y comenzó a tener reiterados episodios de fiebre alta. "Ella estaba controlada por el tema de la tiroides y hacía un año que venía tomando la T4. Ella había empezado en diciembre del 2020 con los pies hinchados, se le inflamaban las piernas y los pies", sostuvo.
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Y relató: "Empezamos a ir al hospital y le dijeron que era algo hormonal, que saque turno con el endocrinólogo. Le habían dado turno para una ecografía para febrero del 2021, pero nunca llegó". De acuerdo con la denuncia, en la Clínica Nuestra Señora de Fátima siempre le daban las mimas respuestas: como ella tenía problemas en la tiroides y tomaba medicación, le adjudicaban los síntomas a un tema hormonal.Pero ese no fue el único diagnóstico que recibió Katerina: "En la guardia le dijeron que lo que ella tenía era anginas y le mandaron a tomar unas pastillas. También la mandaron a hacer el hisopado por las dudas, pero le salió COVID negativo. La llevé varias veces a la Clínica de Fátima, donde le decían que era algo hormonal, que vaya a sacar turno con la obra social".
Aquel martes 26 de enero del 2021, la joven estudiante de criminalística tenía turno por la obra social VíaSano para sacarse sangre a las 9 de la mañana. Justamente, el edificio de esa entidad se encontraba frente a la Clínica Nuestra Señora de Fátima. "La llevo ahí, le sacan sangre y pido que la atienda una doctora, porque Kati ya lo que comía lo vomitaba, tomaba agua y la vomitaba. Insistían con que era hormonal", explicó Roxana, quien desde hace más de dos años reclama justicia.
Según le explicó a este sitio,, la obra social se negó a atenderla porque solo atendían a pacientes por teléfono. "En VíaSano se negaron a atenderla porque atienden solamente por teléfono. Ellos hacen teleconsulta, Yo en ese momento ya estaba como loca, la agarré a Kati, me crucé enfrente, ella ya no podía ni caminar, y la llevé a la Clínica de Fátima. Les pedí por favor un médico de guardia de urgencias porque se me estaba descomponiendo. Recién ahí la atendió un médico, le hicieron chequeos, estuvo todo el día hasta que la orden de internación salió como a las cinco de la tarde, estuvimos todo el día dentro de la clínica", detalló.
Ese mismo martes, el médico la agarró a Roxana y, textuales palabras, le dijo: "Mamá, la nena está bien, vamos a dejarla internada porque no encontramos qué es lo que tiene". Para que no esté yendo y viniendo de su casa al nosocomio, decidieron internarla para hacerle todos los análisis de rigor. "El 27 la fui a ver, ella estaba un poquito mejor, le habían hecho unas ecografías donde el médico me dijo que los riñones estaban todos perfectos, le habían hecho radiografía, le habían hecho una tomografía, no sabían qué tenía porque todavía no lo sabían. El 28 a la mañana, Kati me mandó un mensaje temprano diciéndome que no se sentía ni veía bien", remarcó Roxana.
Siempre según su relato, su hija le contó por WhatsApp que se había pasado aquella noche "llorando del dolor" y que ningún médico o enfermera se habían acercado para ver cómo estaba. "Me pidió por favor que la saque de ahí. Me decía: ´Mami, sacame de acá, sacame de acá´. Cuando yo llego, me agarró la enfermera que estaba justo frente a la habitación de Kati, estaba en la habitación 105, y me dijo: ´A ver mamá, ponga vos de mando porque así no se puede, la chica se pasó todo el día diciendo que le duele, que le duele y así no se puede´. Entonces yo le respondí que si ella le estaba diciendo que le dolía era porque realmente le dolía", manifestó.
Fue entonces que Roxana se detuvo un momento para secarse las inevitables lágrimas que le caían al recordar la situación y señaló que el médico de su hija la iba a ver de vez en cuando y que la enfermera era una "asquerosa". "Ella me decía que el médico iba de vez en cuando, que él no había ido a verla en casi toda la noche. Yo confié 100% en los médicos, porque para mí lo que el médico dice, por algo lo dice. Yo puse la vida de mi hija en las manos de ellos. Y bueno, así salió. Recién alrededor de las 10 y pico de la mañana, viene el médico a verla, el doctor Lafourcade, la revisa y me presenta al señor Rodolfi como el cirujano", recordó.
Roxana señaló que su hija pasó de no tener un diagnóstico certero a tener que pasar por el quirófano para ponerle una "camarita al costado del ombligo" porque querían averiguar un poco más sobre eso que “no podían encontrar”. "Me dijeron que habían encontrado un líquido atrás del apéndice, que no correspondía a ese lugar, y que el apéndice estaba un poco inflamado, pero sin importancia. Eso es lo que Rodolfi a mí me dice. Que la iban a llevar arriba, iba a estar unas horas en terapia, y después le iban a mandar a la sala común", le contó la muy angustiada mujer a BigBang. Pero si bien el diagnóstico era alentador, la pesadilla de Katerina acababa de comenzar.
Tan sólo 24 horas después, el profesional de la salud la llamó a Roxana para comunicarle que su hija era una candidata a trasplante, pero no le especificaron de qué o cuál órgano. "Para el 29 de enero, el médico me dijo que el hígado estaba dejando de funcionar, que los riñones estaban dejando de funcionar, que no orinaba, que no sabían qué era lo que tenía", destacó.
La mamá de la víctima describió que el médico le dio como diagnóstico una posible "mononucleosis" y le preguntó si Katerina alguna vez había tenido hepatitis: "Me dijeron que no sabían qué era lo que tenía, que era un virus que no sabían qué era y que querían derivarla a un centro de alta complejidad porque posiblemente podía ser candidata para un trasplante. Nunca me supieron decir de qué..."
A todo esto, obra social no les daba respuestas. De un momento para el otro, cuando el tiempo ya parecía acabarse, desde VíaSano avisaron que estaban enviando una ambulancia para trasladarla hasta el hospital de Clínicas. La misma, según Roxana, tardo más de dos horas y cuando llegó, le dijeron que no era viable el traslado porque ella ya estaba "intubada: "Si la llevaban no llegaba, que me quede tranquila porque ellos iban a guardar el lugar hasta que ella esté en condiciones”.
Finalmente el 31 de enero, a las 00:30, el cuerpo de Katerina no soportó más maltrato de parte de los médicos que debían "cuidarla" y falleció. "Cuando mi hijo le preguntó al terapista si había hecho todo lo posible por la hermana, éste le dijo: ´no sé, yo ahorita llegué, la chica falleció´. Eso es todo lo que tengo de la Clínica. Esa es toda la contestación, toda la explicación, todo lo que nos dijeron. Si es por la Clínica, yo hasta el día de hoy no sabría qué pasó con mi hija. Yo me entero de la peritonitis leyendo el expediente porque ni siquiera el fiscal me lo dijo. En ese momento lo único que pedía es que me maten porque yo no quería vivir y no quiero vivir sin mi hija", dijo al romper en llanto.
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Roxana le explicó a este portal que lo único que la mantiene en pie es su deseo de conseguir "justicia por su hija". La denuncia la hizo el papá de Katerina por averiguación de ilícito y la Justicia ordenó la autopsia que terminó dando como resultado que la víctima murió por una "peritonitis”. “En el informe médico pusieron que murió de un shock séptico y de una infección intraabdominal”, dijo.Y sumó: "Desde hace dos años que están en silencio. En silencio totalmente. Es más, hice una movilización pidiendo explicaciones, que salgan el doctor Lafourcade y el doctor Rodolfi , y que me den una explicación de qué tenía mi hija. Nadie salió. Nos cerraron la puerta y desde el segundo piso se nos reían. s. La clínica de la muerte. Así la llaman en Pilar. El de mi hija no es el único caso".
Hasta ahora la causa sigue con la misma caratula: averiguación de causales de muerte. La familia de Katerina denuncia que se encuentra "frenada" y apuntó contra el dueño de la clínica, Antonio La Greca, quien es el presidente de la Unión Cívica Radical de Pilar. Además, piden que los médicos que atendieron a su hija paguen al menos con el retiro de su actividad en la medicina para así evitar nuevas víctimas. "Ya pasaron dos años insistiendo, luchando por justicia. Mi hijo quedó destrozado y el papá tuvo dos intentos de suicidio después de lo de Kati. Él está por psicólogo todavía, está medicado y no está trabajando. Así que la vamos llevando como podemos", concluyó.