02 Octubre de 2017 17:47
Condenado en 2016 a 37 años de prisión por abuso sexual agravado y violencia de género en perjuicio de sus dos hijas y su ex novia, Vanessa Rial, Jorge Martínez Poch recibió el revés judicial definitivo: su pena fue sellada por el Tribunal de Casación de la provincia de Buens Aires.
La condena a Martínez Poch fue confirmada por Casación.
Martín Cerolini, abogado del DJ y sonidista, había presentado un recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley intentando reducir la condena, pero el camino no prosperó.
"El tribunal resuelve declarar inadmisible el recurso extraordinario de aplicabilidad de la ley intentado", puede leerse en el fallo de Casación firmado por Andrea Echenique, Ricardo Borinsky y Víctor Violini.
Una mente perversa
En agosto del año pasado, al recibir su condena a 37 años de prisión por la violación y el secuestro de su ex pareja y el abuso sexual de sus dos hijas, Jorge Martínez Poch se mostró sonriente y desafiante, llegando incluso a ofrecerle un gesto obsceno a los que celebraban el fallo.
Martínez Poch, momentos antes de oír su sentencia.
La actitud se condice de manera perfecta con el perfil que pintan sus víctimas y las pericias psicológicas que se le practicaron durante el proceso. Según establecieron los profesionales, Martínez Poch es un psicópata manipulador que no siente culpa y está contento con su forma de vida.
Los testimonios de Vanessa Rial, la abogada que fue pareja de Martínez Poch y se constituyó como la principal acusadora del juicio, fueron contundentes y estremecedores. Según el expediente, tanto sus dichos "como los de las hijas del imputado y otras ex parejas confirman el estilo de vida del hombre: un patrón de conducta común hacia las mujeres de violencia física, psicológica, cosificación, abuso de drogas y narcóticos, que configuran un caso típico de violencia de género".
El imputado, quien se movía en el mundo nocturno de La Plata como DJ y sonidista, se mostraba ante las mujeres -según el testimonio judicial de otra de sus ex parejas- como "un caballero", para luego someterlas a "golpizas y manipulación", además de obligarlas a consumir drogas, abusarlas sexualmente y maltratarlas psicológicamente.
Inocencia rota
Las hijas del acusado, quienes hoy tienen 19 y 20 años, no escaparon a su depravación y también fueron víctimas de conductas sexuales vejatorias durante gran parte de su niñez y adolescencia, luego del fallecimiento de su madre.
"Él la fue envenenando por dentro a mi hija", relató la abuela de las jóvenes y ex suegra de Martínez Poch, quien recordó a su hija como alguien "alegre" que tras conocer al hombre "perdió su brillo, estaba rara".
La mujer, además, declaró que al recuperar a sus nietas y ponerlas bajo su cuidado comprobó que "no estaban acostumbradas al cariño, a que alguien se preocupara por su comida, por cómo iban en el colegio".
"Crecimos al lado de él, una persona muy sádica. Nos hizo vivir situaciones bizarras y violentas", contó por su parte una de las hijas de Martínez Poch en C5N. "El calvario era básicamente vivir con él. No era una situación para nenas de nuestra edad".
"Nos hacía ver cosas que no debíamos. Sabía que nosotras teníamos parientes maternos que iban a reaccionar si nos veían golpeadas, entonces no nos golpeaba. Pero nos dañaba mucho psicológicamente", agregó otra de las jóvenes.
Testimonios adicionales previos al juicio, ofrecidos por vecinos del edificio en el cual vivía Martínez Poch, apuntan también hacia sospechas de otra desviación sexual aberrante que habría presentado el acusado: la zoofilia.
En sus propias palabras
En su declaración frente al tribunal platense que lo condenó, Martínez Poch se mostró excesivamente histriónico, impostando su voz como un locutor radial y llegando incluso a romper en llanto.
"Soy inmaduro, tengo cincuenta y cuatro años, pero soy insoportablemente inmaduro", se definió en un tramo de su testimonio, admitiendo también ser "consumidor social" de cocaína.