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Reabren el caso Montañita, ¿quién secuestró dos días a Marina?

Aunque la Justicia ecuatoriana condenó a los autores materiales del hecho, los agujeros de la investigación dieron lugar a un segundo juicio. María José fue asesinada dos días antes que su amiga.

por Manuela Fernandez Mendy

01 Enero de 2017 08:51
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El lunes ocho de agosto, cerquita del mediodía y en una pequeña sala judicial del municipio de Manglar Alto, ubicado a escasos kilómetros del paraíso surfero en el que fueron asesinadas en febrero María José Coni (22) y Marina Menegazzo (21), la Justicia ecuatoriana condenó a 40 años de prisión a dos lugareños por el femicidio que estremeció al país. Pese a los 90 días de investigación, un enigma no logró resolverse. ¿Por qué el homicidio de Marina tuvo lugar dos días después que el de su amiga? ¿Quién la mantuvo cautiva y en dónde?

Marina (21) y María José (22) fueron asesinadas en febrero, durante su viaje a Ecuador.

Tal como anticipó en su momento en exclusiva BigBang, aquella tarde lluviosa del 25 de febrero en que encontraron muerta a María José, su compañera de viaje seguía con vida. Esa misma madrugada en la que su cuerpo era trasladado a la morgue de Guayaquil, su amiga de la infancia permanecía cautiva en la ciudad balnearia a la que habían llegado sólo diez días antes y que pensaban abandonar el martes, para regresar a Mendoza tras 44 días de un viaje al que calificaron como “mágico” en sus diarios de ruta.

[EXPEDIENTE EXCLUSIVO] El lugar en el que encontraron el cuerpo de María José.

La línea de investigación oficial llevada adelante por la tercera fiscal del caso, María Coloma Pazmiño, se sustentaba en la hipótesis de que tanto María José como Marina fueron asesinadas en la madrugada del 23 de febrero, sólo doce horas después de haber mantenido el último contacto por WhatsApp con sus familias en la Argentina.

Las chicas, dos noches antes del homicidio, junto a un grupo de amigos chileno.

"Jose (como la llama su familia) se comunicó conmigo, como todos los días, para avisarme que ya iban a arrancar con el viaje de vuelta. Me dijo: 'Mami, no te asustes si no respondo, es probable que no tenga mucha señal. Te aviso cuando llego'", recordó Gladys Steffani, mamá de Coni.

El camino de regreso que las chicas nunca emprendieron

El plan era emprender el regreso a la ciudad de Guayaquil, para luego continuar rumbo a Lima, quedarse dos días en Santiago de Chile para "hacer algunas compras", como le comentaron días antes del asesinato a Antonio, a un amigo chileno al que conocieron vendiendo ensaladas de fruta en la playa. Luego, regresarían en micro a su provincia. Pero las chicas nunca arribaron a la terminal de Mendoza. Jamás abandonaron Montañita.

Los cuerpos fueron encontrados en Nueva Montañita, a diez kilómetros del paraíso surfero.

Preocupados por la situación, los familiares de las viajeras comenzaron ese mismo martes una activa búsqueda en redes sociales. Lo que no sabían era que María José ya había sido brutalmente asesinada y que Marina permanecería dos días más cautiva en algún lugar del paraíso surfero.

Dos días más tarde, el 25 de febrero, después de que cerca de las seis de la tarde un bañista se dirigió hacia los frondosos matorrales próximos a la costa para realizar sus necesidades, el pueblo se paralizó. Los curiosos no tardaron en llegar y miraban asolados el hallazgo del cuerpo, que se encontraba embalado en bolsas de plástico y arpillera. Entre ellos, Alberto Segundo Mina Ponce, quien sólo tres días después sería detenido y acusado por el doble homicidio tras autoincriminarse en una primera declaración y luego confesar que había ayudado a esconder los cuerpos.

Coloma Pazmiño, fiscal de la primera investigación, demoró su jubilación por el segundo juicio.

“Se acercó como un curioso más”, advirtió Roberto Quezada, uno de los efectivos que custodió desde las 22 la zona. “Preguntó qué habíamos encontrado, pero lo noté normal”, sumó el policía en su declaración testimonial. Esa noche, el destino le jugó una contradictoria pasada a Mina Ponce: fue un amigo suyo quien encontró el cuerpo y se lo comunicó a las autoridades. Nadie puede saber lo que se le cruzó por su cabeza en ese momento. El único dato certero: Marina todavía seguía con vida.

Gladys viajó el domingo 28 a Ecuador para reconocer el cuerpo de su hija, María José.

“Al cuerpo de mi hija lo encuentran el jueves (25) y nadie nos dijo nada. Nosotros la seguíamos buscando con vida”, denunció Gladys, quien ese mismo día lograría con su insistencia en la Argentina que Interpol elevara el alerta amarilla por la desaparición de las jóvenes. La Justicia ecuatoriana tardó tres días en anunciar que la habían hallado muerta.

El momento en el que el cuerpo de Marina es retirado del matorral.

Mientras desde la Argentina se potenciaba cada vez más la búsqueda de las chicas, el cuerpo de María José (por entonces identificado como NN 337) ya había sido trasladado el viernes 26 a la morgue de Guayaquil y sometido a una autopsia el 26 de febrero en manos del legista de la fiscalía provincial del Guayas, Jorge Córdova Antuño. La conclusión de la pesquisa forense fue: muerte violenta y se determinó que el asesinato había tenido lugar en la madrugada del 23.

La autopsia reveló que Marina seguía con vida cuando encontraron el cuerpo de María José.

El cuerpo de Marina apareció en la noche del sábado, a menos de 30 metros del lugar en el que 48 horas antes el mismo equipo había encontrado el cuerpo de su amiga. "Nos sorprendió mucho, no era normal lo que sucedía. Fue casi todo el pueblo al lugar para ver qué era lo que sucedía. Nunca nos imaginamos que, mientras nosotros mirábamos cómo se llevaban el cuerpo de una de las chicas, la otra podía estar todavía en la ciudad y con vida", reconoció a BigBang Dulce, dueña de uno de los hostels del lugar.

"¿Por qué tardaron tanto en encontrar a Marina?", fue una de las primeras preguntas que se hizo no sólo la familia, sino también la tercera y última fiscal de la causa. La explicación por la demora tuvo dos variables: las fuertes lluvias registradas en la zona y la maleza de más de un metro de la zona cercana a la costa en donde se hallaron los cuerpos.

[EXCLUSIVO] El acta del levantamiento del cuerpo de María José.

Pero Coloma Pazmiño no lo creyó y solicitó en marzo un informe al Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología para verificar si efectivamente había llovido el día en el que encontraron a María José: pero dio negativo. Otro dato llamativo pasó inadvertido por los investigadores, pero llamó la atención de los familiares: a Marina la encontraron con ropa de su amiga y pocas de sus pertenencias pudieron ser recuperadas.

El pantalón rojo de María José con el que fue encontrado el cuerpo de su amiga, Marina.

“A Marina le pusieron la ropa de Jose y nunca se encontró su pasaporte”, aporta Gladys. Al momento de morir, la menor de las mendocinas llevaba puesta una musculosa de María José y el pantalón capri rojo que su amiga había usado dos semanas antes, cuando despidieron a sus otras compañeras de viaje en la ciudad de Cuenca.

Marina llevaba puesto su short de jean celeste el lunes en el que desaparecieron.

Alberto Segundo Mina Ponce (39), el vigilador comunal condenado a 40 años de cárcel por la autoría material del crimen, reveló en su tercera declaración judicial cuál era la ropa que las chicas llevaban puestas aquel martes en el que aseguró haberlas conocido "mientras hacían dedo" en la puerta del bar Sin Fronteras (para leer su descargo completo, hacé click acá).

Según su recuerdo, Marina, a quien definió como “la patucha” llevaba puesto un “short jean celeste” y María José, “la más alta”, vestía una “pantoleta de flores”.

La casa de uno de los condenados, la sangrienta escena del crimen.

Ese no fue el único dato que llamó la atención de los familiares. El estado de descomposición de los cuerpos, avanzado por haber estado a la intemperie, era distinto. "Lo primero que le dije a la Policía cuando entré a la morgue, que ni siquiera tenía aire acondicionado, era que había mucha diferencia en el estado de los cuerpos", recordó Steffani.

 

Pero la respuesta de las autoridades ecuatorianas fue demasiado simple para los Coni y Menegazzo. El cuerpo de María José fue encontrado en una pendiente y eso había generado que todo el flujo sanguineo se trasladara hacia sus extremidades inferiores. Además, Marina había muerto por cortes punzantes, por lo que su cuerpo casi no tenía sangre. "No tenía sostén lo que me decían", defendió la madre de Coni.

[EXCLUSIVO] Los cuchillos con los que fue asesinada Marina, encontrados en la casa de Mina Ponce.

Las sospechas de los familiares tardarían otros 23 días en resolverse, después de que Coloma Pazmiño fuera designada como la tercera fiscal de la causa y ordenara la realización de una segunda autopsia. La primera "dejaba mucho que desear", reconocieron desde la investigación. "El día y horario de muerte fue determinado a ojo", denunciaron.

 

Un vídeo publicado por Maria Jose Coni (@mariajose.coni) el 27 de Ene de 2016 a la(s) 5:19 PST

Así, los cuerpos de las chicas, que permanecían en la morgue de Guayaquil, fueron trasladados en avión el 22 de marzo a la ciudad de Cuenca para la nueva necropsia. La misma en la que hacía sólo cinco semanas se habían despedido de sus otras compañeras de viaje (Sofía Sarmiento y Agostina Cano Porras) y, sin saberlo, emprendían el regreso a la ciudad en la que encontrarían la muerte.

[EXCLUSIVO] Las fundas ensangrentadas encontradas en la escena del crimen.

“La autopsia confirmó que hay una diferencia de aproximadamente 48 horas entre ambas muertes”, reconoce Gladys, cuya afirmación se sostiene en el expediente y anticipó en exclusiva BigBang. “Eso quiere decir que Marina seguía con vida cuando mataron a mi hija y que la asesinaron después de que las autoridades encontraran el cuerpo de Majo”, refuerza.

La cámara filmadora de las chicas que Mina Ponce vendió por USD50.

Pero la diferencia en el día de las muertes no fue la única revelación de la nueva pesquisa realizada en el Centro de Investigación de Ciencias Forenses local. La presencia del barbitúrico en los cuerpos de las jóvenes, anticipado en exclusiva por BigBang, confirmó, a su vez, la línea de investigación que la familia siguió desde un primer momento: que el móvil del crimen fue sexual.

La demora en el allanamiento que podría haber salvado a Marina

Los días posteriores al crimen, la conducta de Mina Ponce llamó la atención de los lugareños. Cada vez que podía, el "Negro" hablaba mal de las chicas, denunciaba que le habían robado cosas de su casa. Además, lucía una llamativa herida en su brazo.

Los dos condenados por el crimen, minutos antes de la sentencia.

El 24 de febrero, el vigilador comunal pasó a las tres de la tarde por la lavandería "Juanita", ubicada en el centro de Montañita y a sólo tres cuadras del hostel en el que se habían hospedado las mochileras. Llevaba consigo los restos del brutal baño de sangre que había tenido lugar en su propia casa. Pero, antes de dejar los bultos ensangrentados en la lavandería, dio la primera puntada de su coartada.

Aprovechó un diálogo con una vecina que se encontró en la puerta del local para hablar mal de las turistas mendocinas y preparar el terreno para deshacerse de los objetos ensangrentados que todavía se encontraban en su casa de Nueva Montañita (a un kilómetro de la ciudad) y que serían decomisados sólo cinco días después por la Policía.

[EXCLUSIVO] El listado de los 17 clientes que acudieron ese día a la lavandería. 

“Se bajó de una moto y vino a saludarme porque siempre charlamos y ahí me empezó a decir que estaba enojado porque un amigo que trabaja en el Hotel Montañita (Aurelio “Rojo” Rodríguez, el otro imputado en la causa) había hospedado en su casa a dos chicas argentinas, que le habían robado una botella de ron o de vodka”, recordó la María Machiavelli, una vecina.

El lavadero se encuentra en la misma cuadra que "Montañisol", la empresa en la que trabaja el taxista que las habría trasladado a la escena del crimen.

Machiavelli resaltó en su declaración que el vigilador comunal estaba muy “malhumorado” y “enojado” por la actitud de las turistas: “Me dijo que había llegado a la casa y que las chicas ya no estaban. Y ahí me empezó a hablar de un colchón en el que habían dormido las argentinas. Me dijo que lo tenía que botar (tirar) porque estaba feo y que no sabía qué es lo que habían hecho las chicas ahí”.

Anonadada por el relato de su hasta entonces amigo, la mujer le recomendó que no hospedara a más extranjeros. “Es la última vez que meto a alguien en mi casa”, respondió el vigilador comunal. Pero el diálogo que el ahora condenado pensó que le serviría de coartada, lo terminó incriminando aún más. “En enero de este año, Segundo le alquiló su casa a una chica venezolana que se llama Noelí, pero no sé qué pasó con ella”, advirtió la mujer. La Policía, tampoco.

El condenado acusó a las chicas de haberle destrozado la casa.

José Calderón, dueño de la “Lavandería Juanita”, también lo complicó. “Ponte las pilas que hay unas sábanas sucias con sangre. Un amigo se rompió la cabeza”, fue la frase con la que Mina Ponce se justificó ante el comerciante, quien tomó nota detallada de las prendas que dejó el vigilador comunal.

[EXCLUSIVO] Las sábanas ensangrentadas que Mina Ponce mandó a lavar al día siguiente del homicidio de María José.

“Bueno, no pasa nada”, fue la respuesta que le dio el comerciante del “paraíso surfero”, mientras elaboraba el correspondiente recibo y le daba el ticket amarillo por los 4.5 dólares que le iba a costar el lavado.

El listado completo de los objetos que dejó para lavar

Sábana blanca con flores moradas

Funda de almohada, también blanca y con el mismo estampado

Colcha azul y celeste

Remera blanca, de hombre, con la inscripción: “Coffee bar Bankard Visa”

Buzo azul, de hombre, con una franja horizontal de color rojo

Remera negra con rayas blancas marca Tommy Hifliger

Remera amarilla y verde con la inscripción: “Brasil”

Bermuda negra

Bermuda celeste marca Mossimo.

Bermuda negra con rayas naranjas.

Buzo azul marca Adidas.

Mochila negra marca Quiksilver.

Calderón declaró en dos oportunidades y las inconsistencias son llamativas. En su segundo relato, el dueño de la lavandería negó que Mina Ponce le haya advertido que las prendas estaban ensangrentadas. “No me especificó nada y tampoco le consulté”, se atajó el lunes 21 de marzo a las 17.30 frente a la pregunta del fiscal sobre el diálogo que había declarado sólo 19 días antes ante los policías que se hicieron presentes en su local.

La lavandería en la que Mina Ponce intentó deshacerse de las sábanas con sangre.

“Fue mi cuñada quien al momento de 'clasear' la ropa para lavarla se dio cuenta de que una sábana estaba con varias manchas que parecían sangre”, sumó.

Las autoridades tardaron en conectar las pistas que, minuto a minuto, el "Negro" sembraba sin darse cuenta en la pequeña ciudad. Un día después del homicidio de María José, el vigilador comunal vendió sin impunidad la cámara filmadora que habían llevado las chicas y el celular de su primera víctima. Por el Samsung negro de Coni se llevó USD25, mientras que la grabadora la remató por USD50.

EXCLUSIVO: El pasaporte de María José encontrado en la escena del crimen.

Aunque su presencia durante el hallazgo del primer cuerpo no llamó la atención de las autoridades, fueron sus dichos los que comenzaron a despertar sospechas. Después de preguntar qué había sucedido, el "Negro" intentó embarrar la investigación que recién comenzaba y le comentó a los oficiales presentes que él había visto una llamativa camioneta Chevrolet “aveo color concho de vino (bordó) sin placa” horas antes.

EXCLUSIVO. El diario de viaje de las chicas fue encontrado en la escena del crimen.

Los indicios que lo posicionaron como principal sospechoso

Habló mal de las chicas. Aseguró que le habían "destrozado" la casa y que le habían robado alcohol.

Tenía una herida en su mano.

Le comentó a todos los vecinos que las chicas se habían hospedado en su casa la última noche en la que fueron vistas con vida.

Fue él quien vendió el celular de María José (por USD25) y la cámara filmadora de las chicas (USD50).

Las chicas habían empezado el viaje con dos amigas más, pero se volvieron antes por la facultad.

El vigilador comunal tuvo sólo 120 minutos para "limpiar la escena del crimen". El domingo 28 de febrero a las nueve de la mañana, sólo dos horas después de que la Policía ecuatoriana encontrara el cuerpo de Marina, las autoridades lo detuvieron y realizaron el primer allanamiento en la casa de Mina Ponce.

El short de jean con el que Marina fue secuestrada.

La escena del crimen había sido lavada, pero por manos de un novato: sobraba la evidencia visual para asegurar que había sido dentro de esas cuatro paredes el lugar donde las turistas mendocinas perdieron la vida.

EXCLUSIVO: La ropa de las chicas fue encontrada en el jardín.

“Lo primero que nos llamó la atención fue la altura de la maleza”, describió uno de los tres efectivos que llegaron primero al lugar y comenzaron a inspeccionar el jardín de la entrada de la casa. Al ingresar, los efectivos notaron ciertas manchas oscuras en las paredes que, horas después, se convertirían en la primera prueba incriminatoria: las pruebas de luminol confirmaron la presencia de sangre en los pisos de cemento alisado y en las paredes.

La presencia de la sangre de Marina y de María José confirmó que fue allí en donde las asesinaron. Lo que indica que fue esa pequeña casita amarilla, ubicada a pocos metros del mar y por la que casi nadie pasaba, el lugar del violento cautiverio de la menor de las mochileras.

Las chicas iban a viajar a Tailandia este verano con Paula, la hermana mayor de Marina.

¿Mina Ponce actuó solo? ¿Cómo logró evitar que la joven se escapara cuando él salía al pueblo? ¿Por qué cambiaron su ropa? ¿Quién se encargó de desaparecer toda su documentación? ¿Por qué Marina logró sobrevivir dos días a su mejor amiga? Esas son algunas de las preguntas que el segundo juicio por el doble homicidio buscará responder este año.

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