A 44 años de su detención, el asesino serial Carlos Eduardo Robledo Puch está envuelto en una profunda contradicción. Salir o no salir en libertad. Si bien la pide todos los años (ahora se sumó el pedido de un indulto extraordinario a la gobernadora María Eugenia Vidal), cada vez que los jueces lo citan en San Isidro para someterse a nuevas pericias psicológicas y psiquiátricas, el llamado “Ángel negro”, que está detenido en la cárcel de Sierra Chica por matar a once personas, pone excusas para no ir.
“No quiero salir a la calle, me da pánico. Los autos me marean”, le respondió Robledo hace dos semanas a los camaristas de San Isidro que lo citaron para que se somete a un examen forense, según le confió una fuente judicial a BigBang. “Por un lado quiere salir, pero por el otro quiere quedarse encerrado. Es lógico que le pase eso. Yo creo que si le abrimos las rejas de la cárcel, se queda adentro”, dijo un camarista de San Isidro que recuerda el caso de Aníbal González Higonet, alias “El loco del martillo”, que estuvo preso 40 años y cuando lo liberaron, en 2005, quería volvera la cárcel.
Me pareció ver a un lindo gatito. Fuente: Diego Sandstede.
Lo llamativo es que cuando lo citan en los Tribunales de San Isidro para ser sometido a pericias psicológicas, Robledo siempre pone una excusa. "Una vez mandó un certificado médico en el que decía que no podía salir de la cárcel porque tenía asma. El mismo le falsificó la firma al médico. Y hace unos días fue citado otra vez y dijo que no pensaba salir porque andar en auto le da pánico.El mismo boicotea sus salidas", dijo a BigBang una fuente judicial.
“Robledo se la pasa escribiendo cartas al Papa y a los políticos. En una época le mandaba escritos a Jorge Lanata. Esta vez le escribió a Vidal para que interceda ante Macri. No sabemos si a ella le dieron la carta, pero tenemos una copia porque él nos la mandó”, dijo una fuente judicial de San Isidro, donde está el expediente. “No vamos a darle la libertad porque sigue siendo peligroso para la sociedad”, dijo un camarista.
La carta a Vidal
“Gobernadora Vidal: yo no he matado ni lastimado jamás a nadie. Apelo a su razonamiento humanitario más allá de toda ley o empirismos, la cual ha convertido mi pena en una condena inexorablemente perpetua, en el sentido de que sólo se agotaría con la muerte física en prisión, lo que impediría la reincorporación a la sociedad”, dice un fragmento de la carta según cita Clarín.
“Saber que voy a morir acá adentro, en esta ratonera inmunda, es la peor condena”, le dijo Carlos Eduardo Robledo Puch a un compañero de pabellón. Es el detenido más famoso de la cárcel de Sierra Chica. Lleva 44 años preso y lo más probable es que siga mucho tiempo más tras las rejas. En 1980 fue condenado a prisión perpetua por tiempo indeterminado.
Robledo Puch fue detenido en 1972. Vivía en Villa Adelina con sus padres.
Robledo pasó más tiempo adentro de una cárcel que fuera de ella. El asesino vive solo en una pequeña celda del pabellón 10. “La extraño mucho”, dice sobre Kuki, la gata de 12 años que dormía con él y se escapó. Escucha una vieja radio y tiene un televisor blanco y negro. Mira los canales de noticias y películas de acción. “Habría que prohibir a Tinelli porque degrada la moral y las buenas costumbres”, dijo sobre el conductor del programa más visto del país. Aunque una vez se enojó porque hicieron un chiste con él, le gusta mirar a Capusotto. Cuando cayó detenido, muchas mujeres le escribían cartas porque querían conocerlo o tener una visita íntima.
“Habría que prohibir a Tinelli porque degrada la moral
Por las noches, escribe discursos peronistas y sigue una especie de diario de sus días de encierro. Es fanático de Perón: tiene los libros de sus discursos, “La comunidad organizada” es su libro de cabecera y hasta imita al general. “Voy a hacer un llamamiento a los jóvenes. Y pienso suceder a Perón”, dice con la voz impostada. “Se cree Perón”, dijo una de las psicólogas que lo examinó hace dos años.
Dibujo infantil hecho por Robledo. Es fanático de River.
El ángel exterminador
“Sólo robé. Y lo hice porque era un Robin Hood idealista”, dijo Robledo Puch. Siempre negó haber matado. Lo hacía a sangre fría: por la espalda o mientras sus víctimas dormían. Las historias que se cuentan del famoso asesino son insólitas. Una vez se puso antiparras, una sábana como capa y prendió fuego parte del taller de carpintería al grito de “¡soy Batman!”. En 1982 le mandó una carta al general Galtieri en la que se ofrecía para combatir en las Islas Malvinas.
Robledo Puch en 1980. Quiere que su papel en cine sea interpretado por Di Caprio.
Ningún juez quiere liberar a Robledo Puch. “Estoy solo en el mundo, nadie viene a verme”, dice entre lágrimas. Eso no conmueve a los jueces. No olvidan que cuando el famoso asesino fue condenado, en 1980, miró a los jueces y les dijo: “Algún día voy a salir y los voy a matar a todos”.