Carlos Robledo Puch quiere terminar con su vida. La fuerte confesión del asesino serial más famoso del país, y que lleva 48 años de prisión, sucede en el medio de la pandemia del coronavirus (Covid-19) que redujo la cantidad de visitas que solía recibir en el penal de Olmos, en la ciudad capital de La Plata.
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“Si la eutanasia estuviera vigente en el país, pediría una muerte digna”, es la frase que le repite a varios de los efectivos del Servicio Penitenciario Bonaerense, según consignó el diario Clarín. Es que el estado de salud de Puch se deterioró con el correr de los años y no sólo por estar casi cinco décadas encerrado por cometer al menos once homicidios.
Dos hernias (una umbilical y otra inguinal biletales), problemas respiratorios (asma bronquial y EPOC) y una hipertrofia prostática benigna son los principales males que padece Puch que podría salir de prisión debido a un reciente fallo.
Es que a principios de junio, la Sala 1 de la Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal le solicitó al Patronato de Liberados de Vicente López que le busque un lugar o institución en donde pueda ser alojado. El argumento de los camaristas va en sintonía con las medidas de preservación de los detenidos que son población de riesgo como consecuencia de la pandemia de coronavirus.
Sin embargo, a casi un mes del fallo no hay novedades sobre un posible traslado. Es que aún cuando la pena del asesino serial se encuentra agotada en la Justicia bonaerense ningún juez de Ejecución, como tampoco los fiscales de se fuero, quieren levantar el avispero mediático avalando su salida. Cabe destacar que a Robledo Puch le fueron rechazados diez pedidos de domiciliaria en los últimos años.