La vida de Gerardo Caivano, de 36, cambió por completo el sábado último cuando mató a tiros a uno de los cuatro delincuentes que lo asaltaron en el partido bonaerense de La Matanza. Su defensa fue clara y contundente: si bien remarcó que si intención nunca fue la de acabar con la vida del asaltante, aseguró que tomó el arma de uno de los delincuentes (calibre 38 milímetros) y le disparó a uno de ellos para defender su vida y, sobre todo, la de su hijo.
La causa quedó en manos del fiscal Emilio Spatafora, quien todavía no sabe qué hacer con el panadero. Si bien ya pasaron varios días desde el homicidio del delincuente, identificado como “Curly”, hasta el momento la Justicia de La Matanza no adoptó ningún temperamento para con Caivano, ya que aún aguarda el resultado de diversas pericias y diligencias para citarlo a declarar y determinar si actúo, o no, en legítima defensa.
Lo que genera dudas en el fiscal y en los investigadores del caso es la solvencia con la que Caivano terminó con la vida del menor de edad. De hecho, Spatafora descree del relato del panadero ya que considera que hay varias contradicciones en su relato y las pruebas del delito. “Curly” murió tras recibir siete disparos de una pistola calibre 9 milímetros, y no de una 38: junto a su cadáver hallaron una réplica del mismo calibre.
Pero la autopsia y los posteriores peritajes determinaron que los impactos no coinciden con esa arma. Además, se encontraron varios impactos de bala a lo largo de la cuadra en la que sucedió el asesinato, esquina de Ventura Yanzi y María Pita, Rafael Castillo, y se halló una calibre .38 en la parte trasera de la camioneta de Caivano, pero que no se condice con los plomos y los orificios de bala analizados en la autopsia.
Los investigadores afirman que la pistola que terminó con la vida de “Curly” todavía no aparece, por lo que el fiscal desconfía de que se trate de un caso de legítima defensa, aunque por ahora tampoco considera lo contrario. El ministro de seguridad bonaerense, Sergio Berni, consideró que hay "algunas contradicciones" en el caso y aseguró que hay imágenes en las que se ve que al delincuente muerto "se le coloca una pistola a último momento".
En dialogo con TN, el funcionario bonaerense sostuvo: "Más allá de que vimos que al delincuente muerto se le coloca una pistola a último momento, el panadero dijo que se había defendido con el arma que le quitó al delincuente que era un (revólver calibre) 38".
Y agregó: "Y después se vio que las balas eran de una 9 milímetros. Va a haber muchas novedades; no hay coincidencia entre relato del panadero, de los detenidos y lo observado en la escena del crimen y en la autopsia. Por lo menos hay algunas contradicciones que merecemos todos que se aclaren".
Durante su testimonio, Berni enmarcó este caso en una una modalidad que definió como "delito amateur" y que, según dijo, va en aumento en la provincia de Buenos Aires. "Hay una modalidad de defenderse cada vez más porque cada vez nos cuesta más reponer lo que nos roban (...)", dijo.
Y finalizó: "Este delito amateur, que se genera todos los días y va aumentando todos los días en la provincia de Buenos Aires, tiene como consecuencia la posibilidad de que la víctima se convierta rápidamente, a través de su defensa, en el agresor".
El pasado miércoles, dos de los jóvenes acusados de participar del asalto fueron indagados por el fiscal del fuero Penal de Responsabilidad Juvenil Emilio Spatafora y continúan detenidos.Se trata de Lucas Patricio Núñez (18), alias "Teletubi", quien era buscado con una herida de bala en una pierna, y de otro joven apodado "Patacón" (24), acusado de ser el conductor del vehículo en el que escaparon dos de los ladrones que asaltaron al panadero.En tanto, los investigadores indicaron que aún no se halló la pistola calibre 9 milímetros que se cree que uno de los asaltantes utilizó en el hecho y de la que salieron los disparos que mataron al ladrón Manuel Leiva (17).De acuerdo con el informe forense, el cuerpo de ese joven presentaba una serie de impactos de proyectiles disparados por una pistola calibre 9 milímetros que no fue hallada en la escena, donde sí se encontró un revólver calibre .38.
El panadero aseguró estar “arrepentido” y remarcó que no es un “asesino” sino “un laburante”. “No se puede explicar nada, ni emoción, nada, no me acuerdo. A mis hijos no los quiero sacar ni a la vereda. Estoy arrepentido de lo que hice, no soy un asesino, yo soy un laburante, no salí a matar, salí a guardar la camioneta. Yo agarré el arma y después la tiré, era mi vida o la de él, yo no soy Dios para decidir”, manifestó.