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"Se metía borracho en mi cama y me violaba": fue abusada por su padrastro y tres tíos por 10 años

Romina Navarrete tiene 30 años y se animó a denunciar el calvario al que fue sometida durante su niñez y adolescencia. 

17 Febrero de 2020 18:20
romina

Romina Navarrete tiene 30 años, dos hermosos hijos y una fortaleza digna de admiración. A pesar de los duros -escalofriantes, injustos, terribles y estremecedores- obstáculos que le puso la vida, o mejor dicho los monstruos a los que ella en algún momento consideró familia, ella decidió romper las cadenas del miedo apoyada en su pareja y el amor por sus bebés y contar su historia.

Pero esta no es una historia más: es un grito desesperado de justicia y un reclamo de ayuda que le permita comenzar a sanar. A sus 30 años, Romina decidió denunciar en la comisaria de la mujer en Belén de Escobar y en la fiscalía de Maquinista Savio que fue violada reiteradas veces por su padrastro, Miguel Ángel Monte, y sus tíos: Ramón Oscar Aguilera, Eduardo y Daniel Vicente Rodríguez, y maltratada y golpeada por sus tías,  Viviana y Alejandra Aguilera entre sus 5 y 19 años.

La historia es difícil de digerir y no solo genera angustia, sino bronca y enojo. Romina decidió hablar con BigBang para intentar conseguir la justicia que no pudo obtener durante su adolescencia. “Cuando tenía 5 años, con mi mamá nos fuimos a una pensión a pasar el día: lavamos ropa y después llego mi padrastro a la casa”, contó.

Y siguió: “Mi mamá, cansada, se quedó dormida. Por ese entonces ella estaba embarazada de mi hermanita. Ese día me preparo una mamadera y me acostó al lado de ella. Cuando se durmió, vino mi padrastro y aprovechó que mi mamá dormía para violarme. Me bajó el pantalón, me subió encima de él y me violó aprovechando que mi mamá dormía”.

Así comienza el relato de Romina, que de momentos no puede contener las lágrimas y quiebra en llanto, advirtiendo que este inicio es solo la punta del iceberg. “Ese mismo día tocan a la puerta de la pensión. Él (por su padrastro) se limpia con un trapo y me deja tirada, llorando, en la punta de la cama. Eran tan fuertes los golpes a la puerta que despertaron a mi mamá”, contó.

Le contó a este portal que aquellos que tocaban, desesperados, la puerta eran nada más ni nada menos que su abuela y sus tíos. “Mi mamá me vio llorando y le preguntó a él qué me había pasado. Él no sabía que decirle y entonces decide abrir la puerta. Era mi abuela, mis tías y un tío que me venían a buscar para evitar lo que, en definitiva, ya había ocurrido”.

Según contó, su abuela se enteró que Monte (su padrastro) se había escapado de Santiago del Estero acechado por una denuncia por “abuso sexual con acceso carnal” que le había radicado la familia de una nena de 7 años. “Ahí forcejearon y lograron entrar. Se pelearon por mí hasta que mi abuela me agarró, golpean a mi mamá y me llevaron con ellos”, explicó Romina.

Este es el inicio de un relato estremecedor, que solo empeora con el correr de los minutos y que hiela el alma. Todo esto ocurrió en la pequeña  Maquinista Savio, Pilar. Durante los primeros días viviendo con su abuela, uno de sus tíos, Ramón Oscar Aguilera, comenzó a regalarle caramelos con el objetivo de acercársele.

“Me acariciaba la cabeza, me regaló caramelos y así logra ganarse mi confianza, la de una nena de 5 años. Pero después me empezó a tocar mis partes íntimas hasta que logró lo que quería: violarme. Se metía borracho en mi cama todos los viernes y sábados, aprovechando que mis tías se iban a bailar y yo quedaba sola en la pieza”.

Entre lágrimas, reveló que su tío le besaba el cuello mientras le tapaba la boca y la amenazaba para que no contara lo que estaba pasando. “Me decía que, si yo hablaba, se lo iba a hacer a mis hermanas. A la única que se lo conté fue a una tía y a otra abuela, pero ésta última me pegó y me trató de mentirosa”, reveló, Romina, quien además fue víctima de abusos físicos constantes.

Al mismo tiempo sostuvo que una de sus primas, identificada con las iniciales J.D., también sufrió los reiterados abusos del tío Ramón. “Es más chica que yo, es mi prima y mi tío Ramón la manoseaba. Se lo contó a su mamá y ella no la llevó más de Ramón. Pero a mí nunca me creyeron, me pegaban y me culpaban por lo que me hacían”, sostuvo.

Así vivió Romina, desde los 5 a los 12 años de edad. En ese tiempo, soportaba los abusos de sus tíos los fin de semana y el de su padrastro, cuando iba a visitar a su mamá: “Yo la veía a mi mamá. Iba de mi abuela a verme, pero yo ya no vivía con ella. Mi abuela no se lo permitía porque no confiaba en mi padrastro. Pero las veces que yo iba, el me volvía a atacar”.

“Un día volví a visitar a mi mamá, con mi abuela. En ese momento ella tenía una casilla donde vivía. Él espero que mi mamá y abuela se fueran a comprar, me metió al baño de madera y me violó de nuevo. Mi hermanita Jésica vio que salí llorando, ella tenía 7 años, y le pregunto por qué lloraba y él le dijo que yo había visto una araña”, siguió.

Y agregó: “Nunca dije nada hasta los 12 años, que le conté a mi abuela lo que hacía mi tío y me pegó. Me dijo cosas horribles, como que a mí me gustaba (que me violen) y que yo busque que me hiciera eso, que entendía que eso era normal. Todas mis tías sabían que mi tío Ramón me violaba, pero como eran sus hermanas decidieron mirar para otro lado”.

“A los 9 años fui violada por mi otro tío, hermano de mi mamá, Eduardo Rodríguez. Me violó mientras dormía en una cama cucheta. Eduardo me violó, mientras que su hermano Daniel escuchaba desde la cama de abajo todo lo que me hacía. A los 10 años fui violada por Daniel Vicente Rodríguez, tío y otro hermano de mi mamá. Él me violo mientras jugaba a los videojuegos. Aprovechó que estábamos solos en la pieza de mi abuela y me violó sentado. Me agarró, acomodó y me penetró”.

Lo que más me dolió es que mi mamá no me creyera, que me tratara de loca"

Al fallecer su abuela, a los 12 años, regresó a vivir con su mamá y su padrastro. “Cuando me acostaba, me manoseaba. Cuando me levantaba al baño, él me agarraba, me tapaba la boca y me violaba. No sé si mi mamá nunca se dio cuenta, si fue ingenua o si tenía miedo de defenderme. Este hombre a ella le pegaba estando embarazada”, continuó.

En este punto, la voz de Romina se encontraba quebrada. Sus lágrimas pesaban toneladas y ante mi consulta, decidió continuar. “Mi padrastro le pegó y la arrastró una vez por las vías del tren que hay en Maquinista Savio y casi le hace perder el embarazo. Yo siempre callé. Nunca supe lo que era jugar, nunca tuve infancia. Me pegaban y violaban”, señaló.

Cansada, lastimada, humillada y al borde del colapso, decidió pedirle a una de sus tías, Alejandra Aguilera, que la rescatara. Pero el alivio solo duró unos cuantos días: “Le pedí que me llevara con ella, que no quería estar más ahí con mi mamá. Nunca le dije mis razones. Me llevo y durante tres meses fue todo color de rosa hasta que me comenzó a maltratar”.

“Me quebró el tabique de la nariz de un golpe. Soporté maltratos desde los 12 a los 19. Me obligaba a limpiarle la casa, me daba las sobras para comer. Ella tenía una hija a la que tenía que cuidar como si fuera mía. Decidí escaparme después de tanta humillación. Hasta que decidí ir a la casa de mi mamá para que me firmara un papel que me permita vivir con otra persona”.

Yo siempre calle. Nunca supe lo que era jugar, nunca tuve infancia. Me pegaban y violaban. Tuve que aprender a cambiar pañales y a criar a mis primos porque me pegaban"

Fue ahí -según contó- que su mamá le pidió que le diera una oportunidad. “Volví con ella a los 19 años. Ahí le dije que fui violada por mis tíos y maltratada. Pero ella nunca me creyó hasta el punto que una vez me trajo a la casa a uno de mis tíos y sentí que me había traicionado. Ahí fue la primera vez que decidí quitarme la vida”, siguió.

Lamentablemente, Romina a lo largo de sus hoy ya cumplidos 30 años decidió arrebatarse la vida en diferentes oportunidades, aun habiendo tenido a sus hijos, lastimada, herida, quebrada por aquellos a los que ella consideraba familia. “Me corté. Lo que más me dolió es que mi mamá no me creyera, que me tratara de loca”, sumó.

Para Romina, lo más importante es la confianza de una madre le da a su hijo: “Pienso que mi mamá es cómplice y que algo me oculta. Yo sé que ella pasó cosas feas, sufrió maltratos de mi papá y de mi padrastro, cuando le conté esto se le desmoronó el mundo, pero ella nunca me creyó. Ella también tuvo intentos de suicidio, pero me bloqueó de todos lados”.

Como pudo, Romina estudió, conoció al padre de sus hijos, se casó y se separó. Hoy vive con sus dos bebés, un nene de siete años y una nena de seis, y su actual pareja, encargado de una carnicería. “Me ama, me respeta, cuida a mis hijos y me dio la seguridad para decir basta y denunciar. Tuve las agallas de contar esto, pero costó. Intenté suicidarme muchas veces”.

“En muchos años viví en la depresión absoluta. A los 19 me quise cortar las venas. También tuve una recaída hace poco al cruzarme en una plaza a uno de mis tíos. Me mandaron pastillas, tuve que ir al psiquiatra y al psicólogo”, reveló, dando pie a su relato final:

“Mi nene me pidió ir a la plaza y yo no quería ir. Me convenció y me crucé con uno de mis tíos violadores, Ramón. Ahí me miró y me quedé paralizada, intimidada. Cuando lo veo a la cara, él me miraba, me agarró ese miedo, esa melancolía que tenía de chica. Lo único que atiné a hacer es decirles a mis hijos que estaba todo bien. Él intentó venir hacia mí, le tengo mucho miedo hasta el día de hoy, me senté y me puse a llorar. No podía parar de llorar. Me puse a correr con mis hijos. Llegué a mi casa e intenté suicidarme de nuevo”.

Fue ahí cuando su pareja la ayudó a confiar y a denunciar. “Muchas no llegan a contarlo porque la justicia sin un medio atrás no actúa. Quiero ser escuchada y Facebook me censura a mí. A ellos tienen que encerrar, poner presos y censurar. Lo publiqué en Facebook buscando una solución y la red social me bajó la publicación, borrándola y sancionándome a mí. No sé de dónde saco la fuerza. Siempre me pregunté por qué me tuvo que pasar esto a mí”, sentenció.

Cuando me acostaba, me manoseaba. Cuando me levantaba al baño, él me agarraba, me tapaba la boca y me violaba"

Al final, Romina -un poco más aliviada- cerró con un solo reclamo: “Quiero justicia y que estas personas no vuelvan a tocar nunca más a una mujer”.