Desde hace 24 días, la ciudad de Dolores alterna entre dos estados de ánimo: el "agite" que se siente durante la semana y la contrastante tranquilidad que se respira los sábados y domingos, cuando la decena de medios periodísticos apostados para cubrir el juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa abandonan la avenida Belgrano, en donde se emplaza el Palacio de Tribunales. "Es una ciudad 'judicial' y estamos acostumbrados, pero este caso es distinto", asegura Mauro, un comerciante local.
En Dolores no hay divisiones, todo lo contrario. La mayoría de los locales tienen desde el inicio del juicio en sus puertas el cartel que exige justicia por Fernando, el joven estudiante de abogacía asesinado el 18 de enero del 2020 en Villa Gesell. No hay restaurante, comercio o plaza en la que el tema de conversación no sea otro: los ocho imputados por el asesinato, que se convirtieron en "vecinos de la ciudad" el primer domingo del año, día en el que fueron trasladados del penal de Melchor Romero.
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"La ciudad está empapelada con la cara de Fernando. Todos acá queremos que se haga justicia, en especial después de todo lo que se vio y se escuchó del juicio. Estamos acostumbrados al movimiento, porque en esencia Dolores es una ciudad 'judicial'. Pero este caso es distinto. Creo que, de alguna manera u otra, se vive un poco el mismo clima que en el resto del país, pero con un compromiso mayor porque está pasando todo acá", suma en diálogo con BigBang.
La presencia de los medios de comunicación y los carteles con la cara del único hijo de Graciela y Silvino son un recordatorio constante de lo que sucede en el centro de la ciudad desde el primer día hábil del 2023. "Es imposible olvidarte del caso, está en todos lados. No sólo en la tele o en el Tribunal. No hay calle en la que camines que no tenga una foto de Fernando exigiendo justicia", suma Silvia.
La semana pasada, a pocas cuadras del Tribunal, un padre le tuvo que explicar a su hija -de no más de cinco años- quién era Fernando y por qué se encontraba con su cara en todos lados.
-¿Quién es el de la foto?-Un chico que murió, por el que piden justicia.-¿Justicia?-Sí, justicia.-Ah, entonces no se murió en serio.-Tenés razón. No se murió, lo mataron.
Los carteles tienen dos diferenciadas consignas. En unos, se pide justicia por Fernando "y por todas las víctimas de violencia". En otros, la exigencia social es más radical y menos apegada a los efectos prácticos del derecho argentino: "Si no es perpetua, no es justicia". Otra no tan sutil expresión de la grieta, la que generan los rugbiers y no sólo en la ciudad de Dolores.
"Acá la única víctima es Fernando", suma Javier, en clara alusión a las declaraciones que Graciela realizó después de que los imputados comenzaron a "quebrarse" de forma orquestada (y asesorada por el juicio). "¿Cómo describir el clima que sentimos? Y... es muy parecido a lo que pasó con el caso de José Luis Cabezas. No vas a encontrar a ningún dolorense defenderlos y está también esa sensación de impunidad que transmiten estos pibes, esa soberbia", contextualiza.
La semana pasada, durante la última audiencia del juicio, el clima social quedó de manifiesto cuando los gritos de los vecinos comenzaron a escucharse ya dentro de la sala de audiencias. Cuando los pocos periodistas acreditados para cubrir el juicio publicamos que Lucas Pertossi había decidido declarar, una pequeña (aunque ruidosa) multitud copó el frente del Palacio.
"Si no es perpetua, no es justicia", se comenzó a escuchar. Fue la primera vez que "el afuera" hizo su ingreso triunfal en la sala, cuyas tres ventanas se encuentran tapeadas con maderas. A los pocos segundos, una mujer con un megáfono redobló la apuesta y comenzó a nombrar a cada uno de los imputados. En respuesta, quienes la acompañaban sumaban la leyenda: "Asesinos".
Los padres de los "rugbiers" que se encontraban en la audiencia no ocultaron su malestar. Se trataba de la primera que muchos de ellos podían presenciar, porque hasta ese momento habían sido convocados como testigos. Algunos mostraron rechazo, otros optaron por mirar al suelo. Algunas de las madres se tapaban la cara, en señal de vergüenza.
Quien se diferenció por completo fue Marcial Thomsen, padre de Máximo -el imputado más complicado-, el único de los padres que se encontraba parado en la sala, pese a que tenía su asiento como en todas las audiencias. Ofuscado y con una posición corporal defensivas, sólo bajó la mirada cuando desde la avenida Belgrano se escuchó: "¡Y llora, y llora; y llora, Thomsen, llora!".
Las consignas en contra de los imputados se mantuvieron durante el resto de la audiencia y acompañaron toda la declaración de Blas Cinalli, quien hizo lo imposible por no dar acuso de recibo de lo que él también estaba escuchando.
"Primero pensé que era un audio de un teléfono celular", reconoció minutos después de finalizada la audiencia Silvino, en diálogo con BigBang. "Después me di cuenta de que había gente en la calle y que estaban acompañándonos. Fue emocionante, pero lo único que quiero es justicia por mi hijo. Aunque sea sentir que puede descansar en paz, que hicimos todo", sumó.
Lo que sucedió a la salida volvió a exponer la polarización. Mientras que los padres de Fernando recibieron como en cada salida el cariño de la gente, los padres de los imputados fueron escrachados y debieron ser escoltados por agentes policiales durante dos cuadras. ¿Se podría haber evitado? En efecto, el Tribunal tiene otras salidas en direcciones opuestas al lugar en donde el reducido grupo de gente se estaba manifestando.
"Estoy acá porque soy madre y porque no puedo creer lo que declararon. Criaron animales y no tienen ni una pizca de empatía con los padres de Fernando. Es indignante que ni siquiera pidan disculpas", explicó ese día a este medio una de las manifestantes, que reconoció no ser oriunda de Dolores, aunque se negó a precisar de dónde había viajado.
Esa misma tarde, otra multitud expresó su acompañamiento, pero sin violencia. Cientos de personas participaron de la misa interreligiosa -que además fue declarada de interés municipal por el Concejo Deliberante local- organizada por Silvino y Graciela el día en el que se cumplió el tercer aniversario del asesinato de su hijo.
El escrache a los padres de los imputados se contrapone con la recepción que la ciudad le dio a Hugo Tomei. De marcado perfil bajo, el abogado de los "rugbiers" suele cenar solo en los restaurantes locales. "Vino dos veces acá. Estaba un poco incómodo, porque nosotros nos manejamos con reservas y esa noche no había ni una mesa adentro; sólo quedaba una afuera. Se sentía un poco expuesto, pero no se quejó", reveló Alan, el mozo que lo atendió."Pidió pasta y otro un bife al roquefort. La gente lo miraba, pero nadie le dijo nada. Es una ciudad respetuosa, pero desde ya que se notó su presencia. En su trato fue amable, me sorprendió. No es como se lo ve en la tele hablando con los periodistas", destacó, al tiempo que sumó: "Ahora anda comiendo en el club social".
Su "rival", Fernando Burlando, genera un poco más de ruido en la ciudad. Y es que, pese a que ya pasaron veintiséis años, en Dolores todavía se lo recuerda como el defensor de "Los Horneros", la banda que participó del secuestro y asesinó a Cabezas. "Mostrarse junto a Silvino y Graciela lo tornó un poco más humano, pero bueno... la gente tiene memoria", advierte José.
Adentrados ya en la recta final de uno de los juicios más mediáticos de los últimos años, los vecinos de Dolores ven con preocupación lo que pueda suceder el día en el que la presidenta del Tribunal, María Claudia Castro, de a conocer junto a Christian Rabaia y Emiliano Lazzari el veredicto. "Acá se habla de sentencia y de perpetuas. Pero ya circula el rumor de que el escenario podría ser otro y, si es así, se va a pudrir todo", reconoce Alan.
"Si tenemos una 'justicia ejemplar', creo que ahí se completa nuestra misión", reconoció en las horas previas a los alegatos Graciela, en una entrevista a la periodista Florencia Illbele para el portal Infobae. Consultada sobre el inminente veredicto, la madre de Fernando fue aún más contundente: "Quiero perpetua para todos. Cada uno tuvo un rol diferente, sabían lo que hacían y disfrutaron de matar a mi hijo. (...) Quiero perpetua para todos, porque mi hijo quedó condenado a estar para siempre en un cajón de donde nunca jamás lo vamos a sacar".El temor a la reacción social es compartido por el poder político y es por eso que, desde hace unos días, se instaló el rumor de que el veredicto podría adelantarse de forma "sorpresiva" para el jueves, después de que Tomei concluya con su alegato. ¿El objetivo? Evitar que una multitud desembarque el lunes 30 en la ciudad y genere disturbios. Sin embargo, al momento no hubo ninguna confirmación oficial al respecto.