30 Octubre de 2018 07:58
Se quebró. Después de dos días de detención, Nahuel Morales confesó el asesinato de Jorge Bustamante, el chico de 25 años que fue encontrado muerto en el arroyo Langueyú de Tandil. Fue el primer detenido de la causa y cayó por haber mantenido una conversación telefónica de más de seis minutos con su víctima antes del crimen.
"El plan era robarle. Mi misión era entregarlo y ellos lo mataron"
La Policía encontró su auto quemado a pocas cuadras de su casa.
Morales declaró primero en calidad de testigo, pero quedó imputado en la causa. En su indagatoria, confesó el homicidio de Jorge, reveló el móvil y entregó a sus cómplices. “El plan era el robo. Mi misión era entregarlo, pero ellos lo mataron; yo no tuve nada que ver con el crimen”, señaló, e identificó a sus dos cómplices.
"Lo estrangularon y le revolearon una rueda de auxilio en la cabeza"
Además, el imputado aseguró que Jorge murió estrangulado y que lo golpearon en la cabeza con una rueda. “Después de entregarlo, me enteré de que lo estrangularon y que le revolearon una rueda de auxilio en la cabeza”, sumó. En efecto, el cuerpo fue encontrado con un cinturón en el cuello y la autopsia reveló que había sufrido una contusión antes de morir.
Tras la confesión, en la que negó haber participado del homicidio, Morales quedó imputado como partícipe necesario del delito de homicidio en ocasión de robo y se ordenó la inmediata detención de los hombres a los que apuntó: Ángel Tami y Manuel Ramírez, quienes para el fiscal fueron los autores materiales del crimen.
Las últimas horas de Jorge antes de su desaparición
Uno de los últimos en ver a Jorge fue uno de sus hermanos, Agustín. Era la madrugada del 24 y estaban en la habitación que comparten con su otro hermano, Ezequiel. “Estaba acostado, yo iba a salir y me dijo: 'Mañana jugás una semifinal, pórtate bien y cuidate'. En media hora vuelvo, le dije”, reconstruyó Agustín.
El joven cumplió. Pasados los treinta minutos, volvió a su habitación, pero Jorge ya no estaba. Agustín, su otro hermano, recordó que esa noche estaban viendo películas, cada uno desde su teléfono celular. Cerca de la una de la mañana, le pidió a su hermano que le pusiera a cargar su teléfono.
Los familiares siguen de cerca los rastrillajes.
“Él se levantó, lo enchufó y se fue. Cinco minutos después llamó a mi mamá, pero ella no respondió”, aportó Agustín. “de la puerta de mi casa al auto hay 20 metros. Pudo haber pasado de todo en ese trayecto”, advirtió, al tiempo que sumó otro dato importante: la noche del 25 recibió una llamada de un número privado, pero no llegó a atender. La familia cree que era Jorge o “las personas que lo tienen”.