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Policiales

Secuestros y escapes: el minuto de distracción en el que los asesinos cavaron sus propias tumbas

Un repaso sobre los casos en que las víctimas pudieron escapar de sus secuestradores.

01 Octubre de 2022 08:00
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A lo largo de la historia la sociedad ha sido testigo de los crímenes mas aberrantes cometidos por los asesinos más perturbadores. En este caso, si bien los secuestradores tienen el perfil típico de un psicópata, cometieron varios errores que los llevaron directamente a cavar su propia tumba.

 

Caso Natasha Kampusch 

 

Debido a la tranquilidad de la ciudad, los padres de Natasha le permitieron que comience a ir caminando sola a la escuela a la que concurría. Algo normal que sucede con los niños de esa edad. Fue allí cuando comenzó todo. 

El 2 de marzo de 1998, luego de una pelea con su madre, Natasha se dirigía rumbo a su escuela en Viena, Austria, cuando fue sorprendida por Wolfgang P?iklopil, quien sin un grado de cuidado, la secuestró y la cargó a la fuerza dentro de su camioneta, frente a varios testigos, quienes pudieron constatar que Natasha no se había escapado, sino que había sido secuestrada. 

Kampusch, que durante más de ocho años estuvo encerrada en el sótano de una casa a 2,5 metros de profundidad y sin ninguna ventana, fue víctima de violaciones y maltratos, y vivió durante todos esos años en condiciones paupérrimas. Solo en sus últimos años tenía permitido subir a la casa para ducharse y salir al patio por cortos minutos para “disfrutar” junto a su secuestrador. 

 

El 23 de agosto del 2006, Natasha estaba limpiado junto a Wolfgang la camioneta que le pertenecía, cuando el secuestrador se distrajo por unos segundos hablando por teléfono. Fue ahí cuando, la joven sin pensarlo tomó coraje, saltó la reja que había en la casa y escapó.

Mientras ella con sus 42 kilos y su metro 60 de alutra encontró la ayuda en una vecina, quien rápidamente llamo a las autoridades, el secuestrador se tiró a las vías del tren y se mató. Natasha se reencontró con sus padres inmediatamente, quienes no solo estaban en shock, sino que testificaron que ya la habían dado por muerta.

 

Caso Tracy Edwards

 

Jeffrey Dahmer es uno de los asesinos seriales más conocidos de la historia. No solo por su accionar sino por el impactante apodo que portaba, el “carnicero de Milwaukee”.

 

Edwards y Dahmer se conocieron el 22 de julio de 1991, en un bar. Ambos se encontraban en grupo cuando el delincuente les hizo una propuesta “indecente” a todos los presentes. Por 100 dólares, Tracy fue el único de los tres hombres que aceptó ir a su departamento. Y fue en ese entonces, que Tracy de 32 años no sabía que estaba a punto de ingresar a la casa del horror.

Si el plan del secuestrador se cumplía, Tracy sería la persona número 18 asesinada en sus manos. Aunque todo parecía estar bien, de un momento para el otro, el “carnicero” sacó un cuchillo, esposó a Tracy y comenzó a violentarlo.

Este hecho duró unos pocos minutos, ya que luego de un rato,  Edwars encontró a Dahmer distraído, motivo por el cual logró ponerse de pie, golpearlo y escapar.

 

Para su suerte, al salir, y a pocos metros del lugar se encontraban dos policías que lo ayudaron y lo contuvieron. Cuando los efectivos policiales ingresaron al hogar de Jeffery, encontraron cráneos, esqueletos, huesos y otras partes del cuerpo de sus anteriores víctimas.

Si bien Tracy pudo zafar de esta situación y fue un pilar fundamental para encontrar y encarcelar al asesino (quien recibió 16 cadenas perpetuas y fue asesinado por su compañero de celda), su vida giró rotundamente tras ser condenado a un año de prisión por un homicidio. Se estima que actualmente el sobreviviente tiene unos 63 años, pero nunca más se supo nada de él.

 

Caso Jaycee Dugard 

 

La menor de 11 años fue raptada cuando iba a tomarse el transporte para ir colegio en 1991 en las inmediaciones del lago Tahoe, en Estados Unidos. En las casi dos décadas de su secuestro, Jaycee estuvo cautiva en el patio trasero de una casa, junto a las dos hijas que tuvo en su obligada y sometida relación con su secuestrador, Phillip Craig Garrido.

 

Si bien Garrido parecía tener un plan perfectamente armado ante cada situación que se pudiese presentar, comenzó a cometer una seguidilla de errores que alarmaron reiteradas veces a la policía. Resulta que a los 18 años del cautiverio, a Garrido le pareció una excelente idea intentar entrar en el campus de la Universidad de Berkeley con la finalidad de repartir folletos de información religiosa acompañado por dos niñas.

 

Dichas niñas, eran las hijas que tuvo tras las violaciones que le ejercía a Jaycee. Hace falta recordar que esta situación levantó las sospechas de la policía, ya que Garrido, había sido condenado por abusos sexuales y secuestro en 1971, y tenía expresamente prohibido relacionarse con menores. Es por eso, que en este entonces, fue citado a declarar. 

Garrido se presentó en la comisaría acompañado por su esposa, Nancy Garrido y junto a ellos acudieron dos niñas y otra mujer a la que llamaban "Alissa".

Mientras transcurría el interrogatorio, Garrido se quebró y desveló la verdadera identidad de "Alissa", a quien identificó como Jaycee Lee Dugard, y la de sus dos hijas. Phillip y Nancy Garrido se declararon culpables y fueron condenados a principios de año a 441 años y 36 años de cárcel respectivamente.