Ismael Rodríguez, de 67 años, mató de un disparo en la cabeza su pareja Carina Roxana Ferreyra, de 43. Todo ocurrió el último domingo en Lanús y luego de matarla a sangre fría, se acercó a la policía y mintió: dijo que habían sufrido un asalto. Sin embargo, ante las inconsistencias de su relato se descubrió el macabro hecho horas después. Rodríguez quedó inmediatamente detenido después de que -frente a la presión- se autoincriminó y confesó que descartó el arma homicida, presuntamente en el Riachuelo, luego de cometer el aberrante crimen. El relato que fue constatado por la policía y por un testigo civil es realmente sombrío.
Sin embargo, la policía pudo constatar el domingo alrededor de las 23 horas, que todo lo que decía el hombre era mentira. Rodríguez expresó: "Quiero contarles la verdad. Estábamos discutiendo con Roxana y le pegué un tiro en la cabeza y tiré el arma".
Fuentes judiciales explicaron que si la confesión no está presenciada por un testigo civil no tiene validez y es por eso que se adelantaron a convocar "a un testigo civil, un ciudadano que en ese momento estaba en la comisaría, y delante de él y de algunos policías Rodríguez hizo su confesión".
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El femicida acudió a la comisaría 5ª de Lanús. Desencajado, contó que alrededor de las 18.20 circulaba en su camioneta Ford F-100 por la intersección de las calles Gaita y Pellegrini (Villa Diamante) cuando un supuesto auto se había cruzado y dos personas se bajaron para intentar asaltarlos.
Rodríguez mintió sobre los hechos de una manera fría y despiadada. Dijo que después de que esos supuestos delincuentes se bajaran, Roxana empezó a forcejear con uno de ellos y que luego le había efectuado un disparo con un arma de fuego para herirla de manera mortal.
El hombre terminó su relato falso contando que había llevado a su pareja moribunda al Hospital Oscar Allende (Ingeniero Budge) pero había llegado hasta ahí ya sin signos vitales.
Toda esta versión fue insostenible: solo le duró desde el domingo a la noche hasta el lunes al mediodía cuando la fiscal Silvia Bussano empezó la investigación junto al Grupo Táctico Operativo (GTO) creyendo en la hipótesis del femicida pero no encontraron ninguna prueba ni imagen sobre los supuestos autores del crimen.
Finalmente, ante las inconsistencias en el relato de Rodríguez y la indagación de los policías, es que termina confesando el terrible femicidio frente a un testigo civil. Al tratarse de violencia de género, la causa pasó a manos de Mariela Montero, especializada en Violencia Familiar y de Género de Lanús.
Qué dijeron las investigadoras
Según constataron las referentas de la investigación —aunque todavía faltan los resultados de la morgue de los Tribunales de Lomas de Zamora— los médicos que atendieron a la víctima de femicidios constataron que efectivamente tenía un "único disparo que ingresó por región occipital izquierda del cráneo y salió por el pómulo derecho".
Se pudo precisar también que "la ubicación de los orificios de bala es compatible con la confesión del imputado". Es por eso que definitivamente se pudo establecer que el femicida sí le disparó a quemarropa desde el asiento del conductor. Le habría apoyado el arma homicida al lado izquierdo de la cabeza de la mujer y le efectuó el disparo que la mató a sangre fría.
Todavía no se pudo determinar dónde está el arma con la que se efectuó el horrible femicidio, aunque la policía científica hizo rastrillajes entre las 5 de la tarde y las 9 de la noche, todos sin éxito.