M.A. actualmente tiene 12 años y hace tan sólo tres meses se animó a contarle a su mamá que había sido víctima de incesantes abusos de parte de su primo, ocho años mayor que ella, desde que tenía 4 años. Todo ocurrió en un domicilio ubicado en la calle Bernardo de Yrigoyen, a tres cuadras del nuevo estadio del Club Quilmes. Allí, M.A. vive junto a su mamá y tres de sus cuatro hermanos en la planta de arriba.
Además, comparte el mismo domicilio con su abuela, sus tías y, claro está, con el acusado de arruinarle la vida. "Desde el 29 de diciembre que estoy pidiendo justicia y hace una semana la UFI N°8 se declaró incompetente sin ni siquiera escuchar a mi hija. Logré que me dieran una perimetral hasta abril para que este monstruo no se acerque a mi hija, con la posibilidad de extenderla por tres meses más", le contó Laura Marisa Blanco, la mamá de M.A., a BigBang.
Si bien la denuncia recayó en manos de la UFI N°8 descentralizada de Florencio Varela, a cargo del doctor Alejandro Ruggeri, según Laura el fiscal decidió declararse incompetente alegando que el acusado cometió los actos de abuso sexual contra su prima cuando era menor de edad. "Nunca me atendió, ni derivó a mi hija a una Cámara de Gesell. El fiscal me dijo que este caso debe ser atendido por una fiscalía de menores", relató la dolida mamá.
El calvario de M.A, que cumplió 12 años la semana pasada, comenzó a los 4 años, pero recién su mamá se enteró por su boca que había sido víctima de un abuso sexual de parte de su primo en diciembre del año pasado, cuando encontró al denunciado, identificado como Agustín D., de 20 años, exhibiéndole sus partes íntimas a su hija en la tarraza de su domicilio.
De acuerdo con sus dichos, a causa de la pandemia de coronavirus fue perdiendo horas de trabajo hasta el punto de que comenzó a pasar más tiempo con su hija. Antes, debía dejarla al cuidado de su mamá, Rosa A., y de su hermana, Noelia, la mamá de Agustín, para acudir a su trabajo y poder llevar el pan a la mesa. "Yo trabajaba todo el tiempo y mi hija se quedaba con mi mamá. Salía del colegio y se quedaba con ella hasta que yo volvía de trabajar", detalló.
Y agregó: "Pero por la cuarentena yo empecé a estar cada vez más en mi casa. Un día, noto que mi hija se ponía nerviosa cuando le hablaba, le pregunté qué le pasaba y solo me sonreía de manera nerviosa. Al rato, ella estaba jugando en la terraza, y al asomarme lo veo a este tipo que, al verme, se tapa el bulto. Me quedé helada y empecé a tener momentos de conversación con ella, que lloraba y se ponía nerviosa apenas le hablaba".
Laura explicó que un día, cansada de no poder ayudar a su hija, la encerró en una habitación y le pidió a M.A. que le contara lo que le había pasado. Y fue entonces que la nena, como pudo, le reveló que había sido violada por su primo. "Sólo me contó un poco. No me quiso contar con lujo de detalles, solo me dijo que a los 4 años Agustín le introdujo los dedos en sus partes íntimas y que tanto mi hermana como mi mamá la amenazaron", recordó.
Según recordó, cuando le preguntó a su hija cuando había sido la última vez que su primo la había abusado sexualmente, la adolescente le respondió: "Hasta la última vez que vino". Consultada por este portal sobre cuándo había sido la última vez que M.A. vio a su agresor, Laura respondió con lágrimas en sus ojos: "Mi nena me dijo que hasta la última vez que vino la abusó ¡y hasta enero él estuvo en el domicilio!".
Visiblemente triste por el calvario que tuvo que soportar su hija, la mujer relató que la primera vez que el acusado abusó de ella fue encontrado en pleno acto por su mamá. "Mi hermana (Noelia Blanco, la mamá del agresor) los encontró. La agarró a M.A, del brazo, la llevó a la casa de mi madre y la amenazaron entre las dos. Le dijeron que no tenía que contar nada porque iba a traer desgracia a la familia y le dijeron que si decía algo, se iba a quedar en la calle", dijo.
Y continuó: "Desde los cuatro años empezó con este calvario mi nena. A veces no puedo dormir por la culpa que me agarra, porque muchas veces llegué y la encontré con dolores de panza y cuando le pregunté a mi mamá qué le pasaba me decía que era porque comía porquerías. Pero en realidad era porque este monstruo la había abusado. Cuando mi hija me contó lo que le pasaba, en ese momento no las enfrenté a ellas, me quedé en shock y no sabía cómo actuar".
En ese sentido, Laura contó que su hija comenzó a llorar día y noche, y lo único que la confortaba era que su madre se acostara a dormir con ella. "Una semana después. mi mamá me pidió que me vaya de la casa y me pidió que me mudara a la planta de abajo", explicó. Cabe remarcar que Laura y sus hijos viven en la planta alta, mientras que su mamá lo hace en planta baja y en el fondo del domicilio vive su hermana, la mamá del denunciado.
Para controlarla, según sus dichos, la abuela de la víctima buscó que se mudaran a la planta baja con la excusa de que quería poner en alquiler la vivienda de arriba. "Ahí fue cuando le dije que no quería vivir abajo porque no quería que mi hija se cruzara con Agustín. Pero mi mamá me dijo que no le ´importaba´ y que si no iba a vivir abajo, me echaba. Como me negué, le pidió a uno de mis sobrinos que me echara", recordó.
Lo cierto es que su sobrino fue el único que se puso de su lado y la ayudó a radicar la denuncia contra Agustín D.: "Un día mi sobrino, hijo de mi hermana mayor, me preguntó lo que estaba pasando después de que su mamá se negara a contárselo. ¡Y me apoyó! Me dio la mano y me acompañó, junto a su esposa, a la comisaría para hacer la denuncia. Fue el empujón que necesitaba para comenzar a afrontar todo esto".
El 29 de diciembre del año pasado, Laura decidió hacer la denuncia contra su sobrino. La causa quedó en manos del fiscal Ruggeri, de la UFI N°8, y M.A fue sometida a diversos análisis que confirmaron que había sido víctima de abuso. "El médico perito que la atendió constató que tenía lesiones de índole sexual, pero el fiscal nunca me atendió ni la mandó a una Cámara Gesell. Solo se declaró incompetente", resaltó la mamá de la víctima.
Ahora, según le explicaron sus abogados, deberá esperar cerca de diez días a que la causa caiga en manos de otro fiscal y saber cómo sigue. "M. tiene sus días. A veces se levanta con ánimos y hay otros que no se quiere levantar de la cama. Como si no quisiera vivir. Ella está siento asistida por una psicóloga puesta por la fiscalía. A ella le gusta mucho ir, esta pendiente de la hora y día en que le toca cada sesión. Eso es un alivio", dijo.
A tres meses de haber radicado la denuncia, la misma no solo avanzó, sino que Laura afirma que su familia convirtió su vida y la de su hija en un infierno. "Me cortaron el agua y los peores agravios que sufrí fueron de mi madre. Hasta la insultó a mi nena. El psicólogo de niñez me dijo que mi hija le tiene terror a esta gente, por lo que mi abogado los llamó personalmente a cada uno. Fue ahí cuando calmaron un poco los goles", detalló.
Lo cierto es que Laura le contó a este sitio que la abuela de M.A. le llegó a tirar una "maceta" por la cabeza y la corrió con un palo para golpearla cuando intentaba salir a trabajar. "Yo soy el sostén de mis hijos, tengo que salir a trabajar. Es mi familia, mi mamá y mi hermana. A mi hija la dejaba con ellos, con mi familia, nunca esperé que podía ocurrir algo como esto. Estoy devastada, pero tengo que ser fuerte por mi nena. Quiero justicia por ella", aseguró.
En ese sentido, resaltó que la Defensoría N°1 pidió la exclusión del hogar de la abuela y la tía de la víctima. "Ellos no respetan la perimetral y seguimos siendo violentadas por ellos. Por eso pidieron la exclusión del hogar. Desde el juzgado N°4 mandaron a una asistente social, llamada Silvia Gaboto, a mi domicilio. Me entrevistó a mi, a M.y quiso hablar con mi mamá y hermana. Pero no pudo con ellas dos: la insultaron de arriba a abajo", contó.
Y sumó: "La asistente me pidió si podía mediar entre ellas, pero me insultaron también a mi queriendo esconder el abuso que sufrió mi hija. A pesar de todo esto, la asistente social elevó un informe en el que dijo que habíamos llegado a un acuerdo para que me devolvieran el agua, algo que nunca ocurrió. No lo podía creer, es muy mentira muy grande. No sé porque la asistente hizo eso. Por esta razón quedó todo trunco. Es inhumano vivir sin agua".
Además de M., de flamantes 12 años, Laura es madre de una joven de 23, un varón de 21 y una nena de 3. El único que no vive con ella es el varón, razón por la cual cada día es una odisea por no disponer de agua para bañarse o cocinar. "Subo agua con las botellas que me da el vecino. Dentro de mis posibilidades compro para cocinar y traté de hablar por todos los medios con mi mamá. Pero me bloqueó todo el acceso de agua al tanque. Si yo tuviera las posibilidades de irme, ya lo hubiera hecho. Fueron muchas las veces que se me cruzó por la cabeza irme a vivir a la calle. Antes de declararse incompetente en la causa, el fiscal dijo que no le podía tomar declaración a mi hija porque llora. ¡Lógico que va a llorar!, si esa bestia la penetró. Mi nena me dijo que hasta la última vez que vino la abusó. ¡Hasta enero él estuvo en el domicilio! y ya era mayor de edad", concluyó la mamá de la adolescente, conmovida por todo lo que está pasando su hija.