26 Mayo de 2022 17:04
Ludmila Nicole Rutz Salaberry tiene actualmente 19 años y su caso es conocido no solo en la localidad de Monte Grande, sino en todas partes del país. En 2019, denunció a su padre, Pablo Luciano Rutz, de haberla violado en reiteradas oportunidades en su casa ubicada en la calle Liñam 1400, de la mencionada localidad bonaerense, desde que tenía tan solo 5 años hasta que llegó a los 15.
Lo primero que hizo Nicole fue contarle el infierno a la que Rutz la había sometido y luego, con el apoyo de su hermano, realizó la denuncia. El caso se hizo conocido como "La Casa del horror" y el próximo lunes 30 de mayo llegará a juicio. Sin embargo, la víctima asegura que su hermano ya no le cree y que, de hecho, apoya a su papá. “Él vio el video, pero después empezó a hablar con Luciano por celular y su cabeza se dio vuelta", contó.
Según Nicole, desde que realizó la denuncia su vida no mejoró, sino que empeoró: comenzó a recibir constantes amenazas y ya ni siquiera puede salir a la calle por temor. "A partir de ahí, me hacen la vida imposible. Me dijeron en la cara que no me creían, que yo era una mentirosa y una loca. Aun así, yo no puedo tener remordimiento ni odio hacia ellos”, manifestó en diálogo con El Diario Sur.
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Y agregó: “Estuve durante años sin poder salir a la calle por miedo a que ellos me hagan algo. De a poco fui tomando fuerza, acompañada, y pude salir. Era eso o matarme, ya no aguantaba más la angustia. Ahora con el juicio es revolver un montón de sentimientos y recuerdos otra vez, va a ser muy difícil porque así no voy a poder superarlo nunca, pero quiero que se haga justicia”.
Además de su hermano, resaltó que su mamá tampoco cree en su denuncia y reveló que actualmente sufre amenazas de muerte de parte de su familia. “Mi madre me echó de mí casa, yo no tenía a dónde ir pero mi abuela paterna me adoptó y me refugió y ahí conocí lo que es en verdad el amor de familia”, contó Nicole y describió que durante más de una década vivió “un infierno” en manos de su padre, quien no solo la abusaba sino que además no la dejaba salir de la casa.
De hecho, contó que su padre "se enojaba muchísimo" si salía sin su permiso. "No nos dejaba hacer nada. No podíamos ir a la casa de mi abuela, ni de mis tías. Nunca fui a cumpleaños ni a fiestas de egresados. Al único lugar que salía era a la Iglesia los sábados, pero una vez se enojó mucho así que ya después nunca más volví a ir”, explicó.
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Si bien logró realizar la denuncia, aclaró que no puede dejar atrás todo el dolor y el sufrimiento que vivió durante su niñez y adolescencia. “Nunca lo dejás atrás, aunque intentás siempre los recuerdos vienen. Más por el dolor de que tu mamá te abandonó. Todas las cosas que tuve que pasar y estoy pasando, sólo por denunciar a una persona que me estaba lastimando y llegar a pensar '¿por qué carajo lo denuncié? ¿por qué no me quedé callada?'", dijo.
En ese sentido, Nicole resaltó que realizó un gran esfuerzo y destacó que se quedó callada durante más de diez años de abusos constantes por "miedo" a que su mamá la abandone. "Y al final lo hizo. Estamos pidiendo la pena máxima”, contó la denunciante sobre juicio que comenzará el próximo lunes 30 de mayo. La causa está a cargo de la Unidad de Asistencia de Juicio Común y de Jurados del Tribunal Oral en lo Criminal N° 9. Se encuentra caratulada como “abuso sexual doblemente calificado por el vínculo y por acceso carnal en concurso real con amenazas”. “Quiero que se haga justicia”, sentenció la joven de 19 años.
La casa del "horror" donde ocurrieron los abusos está ubicada en la calle Liñam 1400, en la localidad de Monte Grande. Allí, Pablo Luciano Rutz, de 44 años, está acusado de abusar física y sexualmente de su hija, Ludmila Nicole Rutz Salaberry, desde que ella tenía 5 años hasta que cumplió los 15. En aquella casa, Nicole vivía con su padre, su madre y sus tres hermanos. Luego de haber hecho la denuncia en 2019, Luciano fue detenido en la Comisaría de Monte Grande. Sin embargo, lejos de haber sido un alivio y un calvario terminado, la pesadilla continuó: "Mi madre me echó, yo no tenía a dónde ir y, a pesar de que mi padre siempre nos prohibió ir a la casa de mi abuela materna, ella me adoptó y me refugió".
Según explicó, su vida cambió por completo al denunciar a su padre. "Yo ya estaba muy mal, aguantando tanto dolor y tristeza. Me fui a lo de mi abuela y ahí conocí lo que es en verdad el amor de familia. Mi madre, la familla de él (Luciano) y mi hermano ahora lo apoyan a él. Luciano sigue preso, pero aun así él se comunica con mi mamá y mis hermanos. Desde hace más de 4 años que vengo aguantando las discusiones y amenazas. Era un infierno vivir en esa casa, estuve durante años sin poder salir a la calle por miedo a que ellos me hagan algo. De a poco fui tomando fuerza, acompañada y pude salir. ¡Quiero que se haga justicia!", sentenció.