La mejor heladería de Zárate está de luto. Cuando solo podía haber emoción y festejos por el pase a semifinales de la Selección Argentina, ahora hay tristeza y desconsuelo. Miguel Ventura murió de un infarto minutos después del partido contra Países Bajos el viernes 9 de diciembre. Era el dueño de Real, la más valorada heladería en la zona y su muerte fue "injusta y desagradable", según dijo el hijo del comerciante.
Un grupo de personas se autoconvocaron para incitar a la violencia y destrozar la heladería ubicada en pleno centro de dicha ciudad. Era algo habitual que los vecinos de Zárate se congregaran en el cruce de Rómulo Noya y Justa Lima para celebrar victorias de la selección nacional o bien de partidos con trascendencia nacional, pero lo que nunca se imaginó la familia Ventura es que su comercio hubiera sido elegido para ser destrozado en pleno festejo mundialista.
“Mi viejo estaba hace 30 años en la heladería. Cuando terminan los partidos siempre se bajan las persianas menos un ventanal fijo, que se cierra a medias para testear que esté todo bien afuera. En este día particular estaban más agresivos. Pateaban la persiana de metal hasta que un empleado del local se percata de que se estaban empezando a subir a la marquesina, donde se encuentra la cartelería, que es muy costosa y no se puede romper”, contó Ariel, hijo del dueño de la heladería a una semana de perder a su padre por este innecesario accidente sin justificativos.
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Miguel intentó que los violentos descendieran de la cartelería ubicada en la marquesina del local. La situación se estaba yendo de las manos y ante la falta de presencia policial en el lugar, intentó intervenir pero se cree que la discusión lo descompensó. "Empezó a acusar dolor de pecho y falta de aire al empleado, porque ya sabía que mi papá tenía problemas del corazón y se descompensó. El encargado de bajar a la gente de ahí era la policía, no mi viejo”, lamentó el joven, que en ese momento no se encontraba en la heladería familiar.
El hombre no presentó mejorías y se solicitó una ambulancia pero nada ayudó: el servicio de emergencias tardó más de lo pensado y el clima entre el calor y la lluvia a cántaros, se habían quedado sin luz en la zona. Horas más tardes, cuando estaba en el Virgen del Carmen, falleció de un infarto. Ariel criticó la situación: "Mi papá se me fue por un acto de vandalismo". “Es algo totalmente injusto y desagradable lo que pasó. Esto se podría haber evitado con un operativo de seguridad. Mi papá era un hombre muy querido y honrado. Era devoto del trabajo. Nunca se tomó un feriado", remarcó.