Luego de las durísimas denuncias por violencia de género por parte de Ludmila Isabella contra Lautaro “el Laucha” Acosta, actual futbolista de Lanús, ambos llegaron a un acuerdo judicial y dieron de baja la causa. La denuncia llegó a su fin luego de una audiencia en el Juzgdo de Familia. La novedad fue confirmada por el abogado del futbolista, Leopoldo Guardia.
En ese contexto, Acosta reapareció en redes sociales y escribió: "Acá, en el mejor lugar del mundo, haciendo lo que más me gusta, entrenando. Hace un tiempo que elegí mantener un perfil bajo en mi vida privada, guardar silencio y dejar que el tiempo acomode las cosas, y por sobre todo preservando lo más importante que tengo que es mi hijo".
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Y completó, junto con varias fotos en la que se lo ve con su hijo, fruto de su relación con Ludmila: “Madurar es alcanzar un equilibrio, y en ese camino estoy, aprendiendo, escuchando a los que saben. Y así voy, tranquilo por la vida y para adelante. Besos a todos y todas”.
En tanto, el abogado del futbolista de Lanús afirmó que se reincorporará al plantel profesional y declaró: “Las partes fueron inteligentes y lograron superar el conflicto”. La causa contra Acosta se inició a mediados de junio, en el Juzgado de Familia N°10 de Lomas de Zamora. Frente a ese escenario, el club Lanús comunicó que Acosta se tomaba licencia "con el fin de abocarse a cuestiones personales".
En ese sentido, Ludmila declaró: “Es difícil hablarlo porque viví cosas muy feas. Al tener una relación tóxica no lo podía soltar, el vínculo que nos quedaba me hacía no contar lo que realmente pasé, por eso mi denuncia fue muy leve y no conté lo que realmente vivía. Todas las madrugadas, esas noches de terror”.
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Y continuó: “Ya no sé qué más hacer, necesito ayuda y hacerlo público para que pague todo lo que me hizo y se deje de manejar con tanta impunidad. Sufrí violencia física, psicóloga y económica, de lo peor que se puedan imaginar, tengo fotos y audios para demostrarlo”.
Por último había declarado sobre los hechos de violencia que sufrió: “Me venía a buscar y me sacaba de los pelos hasta nuestra habitación, arrastrando, y así seguía torturándome. Me sentaba, hacía que lo mire y que le contestara todo lo que me iba diciendo. Me pegaba golpecitos en la cabeza o sopapos, mientras me seguía diciendo barbaridades como 'no ves que sos una mogoliquita', 'negra de mierda', 'puta', 'no te da la cabeza'. Eso es algo de todo lo que pasé. Ni una cuarta parte”. Hoy eso quedó atrás.